“Todo lo que una vez fue vivido directamente se ha convertido en una mera representación…la declinación de ser en tener, y de tener en simplemente parecer” (Guy Debord, Las Sociedad del Espectáculo).
¿Es Enrique Peña Nieto una entidad real? Es probable que si alguien toca la piel relamida, bronceada y un tanto lúbrica del candidato priísta no la atravesaría como a un fantasma (incluso es factible que las caricias artificiales de La Gaviota no sean hacia un holograma) y, sin embargo, la pregunta no es poco significativa.
Como nunca en la historia de México se ha construido un candidato custom-made, ensamblado en la vieja fábrica del PRI, casi clonado con el ADN de los viejos dinosaurios (que tan cerca tiene en su natal Atlacomulco, coto de la familia Hank y de su tío Arturo Montiel). Un personaje, que de tan producido (televisiva y políticamente) se revela ontológicamente vacío: Peña Nieto, la figura pública entrenada minuciosamente por asesores de imagen y asesores políticos ha reemplazado a Enrique Peña Nieto, la persona sin personalidad. Cuando la falsificación y el simulacro llegan a un punto crítico, entonces, la copia, el artificio reemplaza a la realidad. Como aquellos actores que no pueden ya distinguir entre sus personajes y sus vidas y desarrollan una patología seductora, así Peña Nieto, el Golem del PRI, amenaza con imponer su hiperrealidad sobre la nuestra.
EL GOLEM DEL PRI: ¿UN BOT PARA PRESIDENTE?
El PRI tiene su bastión en el Edo. de México; y es Peña Nieto, como si se tratara de una sucesión a través de la sangre o de una sociedad secreta, la persona que más relaciones, linaje o sangre tricolor, tiene en esta entidas es Enrique Peña Nieto: descendiente de Severiano Peña, quien fue presidente municipal de Acambay, Estado de México en cuatro ocasiones, 1914, 1916, 1921 y 1923. Su padre era pariente del ex gobernador Alfredo del Mazo González; u madre, María del Perpetuo Socorro Ofelia Nieto Sánchez, era hija de Constantino Enrique Nieto Montiel, familiar de Arturo Montiel Rojas, tío de Enrique, y también ex gobernador, quien vio sus aspiraciones presidenciales truncadas luego de que se dieran a conocer sonados casos de corrupción.
Ante esta genealogía política, nos podríamos preguntar si el Edo de México es una monarquía, donde se cede el trono del estado con mayor presupuesto del país a través de la sucesión sanguínea, cuando no el simple nepotismo.
Este estado también es la cuna del profesor Carlos Hank Gonzalez, una de las figuras más siniestras de la historia de la política mexicana, quein encarna la habilidad perversa que caracteriza al Partido Revoluciario Institucional. Escribe El Blog del Narco:
Hasta antes de su muerte, era para los organismos de inteligencia de Estados Unidos un riesgo para su seguridad nacional; los analistas del Observatorio Geopolítico de las Drogas -con sede en París- lo definían como il capo di tutti capi y para los costarricenses Hank fue el padrino de la narcopolítica que se dio el lujo de apadrinar la campaña del actual presidente Miguel Angel Rodríguez.
Hank Gonzalez quien con sus manos meció la cuna de Peña Nieto y que través de su hijo, el contrabandista de animales y magnate de las apuesta Jorge Hank Rhon mantiene una estrecha relación con Peña Nieto
“Si un grupo político ha cobijado a Peña Nieto, ese ha sido el grupo de los Hank y, por lo tanto, léase Grupo Atlacomulco. No es fortuito que las “escoltas” –si se le puede llamar así a los pistoleros de Jorge Hank Rhon, porten armas gracias a los “permisos especiales” del gobierno de Peña Nieto desde que éste asumió la gubernatura del Estado de México” (http://www.cronicaoaxaca.info/politica/14563-si-gana-pena-nieto-hank-rhon-continuara-sus-fechorias-al-amparo-del-poder.html)
Este es el pasado indiscociable de Peña Nieto, los fantasmas que no sólo lo cargan sino lo modelan. Una mafia espectral de la cual no puede escapar. Peña Nieto, podemos conjeturar, ha sido puesto ahí precisamente para que los fantasmas, aquellos que ya no pueden salir a la luz, sigan viviendo, detentando el poder y la riqueza, como vampiros. Peña Nieto: una especie de golem, muñeco exánime (politiKen) a través del cual la maquinaria priísta busca revivir insuflando la chispa de su espíritu.
Esta incepción del poder en Peña Nieto se transparenta en la programación, cual bot, que recibió. Cuenta Denisse Dresser: “Ya a los 13 años de edad, cuando la profesora preguntó a los alumnos qué querían ser, respondió: “Yo voy a ser gobernador del Estado de México”. Más que un sueño hecho realidad, esto refleja lo que podmeos llamar el guión del simulacro de Peña Nieto.
Como complemento al entrenamiento y al padrinazgo de Peña Nieto, estrechamente se forja una imagen que se superpone a la realidad: un productto político construido por Pedro Torres y Bernadro Gomez, sucedáneo del Canal de las Estrellas, telenovelas electorales para las masas.
Es Denisse Dresser, siempre lúcida, quien cuenta también que desde que era un joven universitario se tienen crónicas de la obsesión con la imagen de Peña Nieto… su copete congelado por la gelatina que sirve como charola para reflejar la luz de las cámaras: “Quienes lo conocieron de niño lo recuerdan como alguien obsesivamente preocupado por su imagen, su peinado, su ropa. Siempre usó el copetito, si acaso más parado, en las fiestas”.
Después de la muerte de su esposa, Mónica Pretelini, cuya causa de muerte Peña Nieto no pudo recordar en una entrevista con Jorge Ramos, el entonces gobernador del Estado de México entró a la parte climática del guíon y se casó con Televisa y con la actriz Angelica Rivera, La Gaviota, quien, como Peña Nieto con el PRI, tiene una entrañabale relación con la empresa monopólica de la TV mexicana (recordemos que estuvo casada con el productor Jose Alberto Castro, efectuando una especie de iniciación típica en esta empresa en la que no podemos obviar que el sexo es una moneda de cambio).
México es famoso en el mundo por sus telenovelas, estas emopbrecidas parodias de la realidad, vehículos de la frase famosa de El Tigre Azacarraga: “Yo hago televisión para jodidos, porque Mexico es un pais de jodidos”. Bajo esta lógica es predecible que Peña Nieto se embebiera en esta narrativa, tautología que busca perpetuar una añejo simulacro de la realidad. El “Luis Miguel de la Política”, el galán de telenovela vestido de político (o el político vestido de galán de telenovelas, son intercambiables), es la continuación de esta manipulación mediática, de este arco dramático que hace del arte teatral un cuento de hadas: la versión mexicana, machista, del priíncipe azul, al cual se le perdona su corrupción, sus constantes infiedelidades, porque te dice lo que quieres oír (bajo un reduccionismo de la complejidad de la personalidad) y logra crear una apariencia que comulga con el deseo esterótipico del galán –o del líder político con autoridad. El hombre que aparece, sin ningún fondo discursivo, para prometer el cielo y las estrellas (lo que equivale a prometer lo que su equipo de marketing ha medido en focus groups).
La telenovela de Peña Nieto es la continuación de la visión nacional de Azcarraga y de Hank: un país de jodidos donde el político rico se debe imponer para mantener este status quo en el que las masas se mantengan en la marginación y de esta forma permitan que la clase privilegiada se afianze en el poder y extienda el abismo de la desigualdad. El matrimonio entre Peña Nieto y Televisa –los millones de dólares que su campaña deja en Chapultepec 14 que regresan a las arcas del PRI con el lobby de empresas y contratos– es de hecho la concreción del fascismo, según lo definió Benito Mussolini: “El fascismo podría llamarse corporativismo, ya que es la fusión del estado y el poder corporativo”, dijo El Duque.
Esta es La Matrix de Peña Nieto, una copia apócrifa de la realidad, frívola y simplona: una telenovela que debajo del brillo barato de sus spots y su beauty shots, revela una cloaca histórica que amenaza con un fascismo disfrazado: un simulacro amafiado. Peña Nieto el agente de esta Matrix, el robot codificado por los dinosaurios, es solamente la cara visible de este programa de realidad que amenaza con suplantar a la ya endeble realidad el país.
¿Y tú quieres vivir en un simulacro? En la apotéosis de la política ficción del PRI, la demagogia y la alquimia electoral, la consagración del vacío narrativo, de la farsa, del engaño, de las sonrisas artificiales. La más deleznable Matrix: una telenovela que reemplaza la realidad de un país que contiene una enorme magia, un poder ancestral, una enorme riqueza cultural y natural… todo esto empeñado para que un pequeño grupo de personas pueda seguir robándonos la posibilidad de crear nuestra propia realidad libre de atavismos y deudas ajenas. Al final de cuentas serán los gangsters de la Matrix (Peña Nieto y sus programadores) que buscan imponer su telenovela taimada vs la gente que tiene conciencia del pasado y despierta.
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