La Junta Militar egipcia se encuentra cada vez más sola ante el acoso de
los miles de manifestantes de la plaza Tahrir, después que el Gobierno en
pleno anunciase ayer que ha presentado su dimisión a la cúpula castrense.
El Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas todavía no ha aceptado la
renuncia de su Ejecutivo, pero ha pedido a los ministros que continúen en
sus puestos, cuando solo
falta una semana para la celebración de las
elecciones legislativas, las primeras después de la caída de Hosni Mubarak.
Las autoridades insisten en que los comicios se celebrarán cuando estaban
previstos, según dijo el viceprimer ministro del país, Ali al Selmy, aunque
es una posibilidad que los manifestantes de Tahrir
ven cada día más lejana.
"El Gobierno asume su responsabilidad política, expresa su lamento por
estos sucesos dolorosos y, partiendo de este sentimiento, presentó su
dimisión y lo puso a disposición del Consejo Supremo de las Fuerzas
Armadas", señaló el comunicado gubernamental.
El portavoz de uno de los partidos presentes en el Gobierno, que pidió no
ser identificado, dijo que la Junta ya ha aceptado la renuncia del gobierno
en pleno, si bien probablemente no habrá una confirmación oficial hasta que
se anuncie el nuevo Ejecutivo.
Sin embargo, en un comunicado tras el anuncio de la dimisión del Gobierno,
los militares no hicieron alusión a si aceptan esta renuncia o no, y se
limitaron a llamar a un "diálogo urgente" a todas las fuerzas políticas.
En la nota dio el pésame a las familias de las víctimas e instó a los
ciudadanos a "mantener la calma y crear un ambiente de estabilidad con el
fin de seguir con el proceso político que llevará al final a un régimen
democrático que ponga a Egipto en la posición que le corresponde".
Los violentos enfrentamientos en el centro de el Cairo se concentraron
principalmente en los alrededores del Ministerio del Interior, lo que
aprovecharon miles de personas para acercarse a la emblemática plaza Tahrir
y subir la presión sobre los militares para que cedan el poder a una
autoridad civil.
Está previsto que hoy se celebre una multitudinaria manifestación en Tahrir
y en las principales plazas del país que podría elevar aún más el cerco en
torno al Ejército, al que cada hora se suman más representantes políticos y
de la sociedad civil.
Sin embargo, los poderosos Hermanos Musulmanes, que gozan de la mayor
capacidad de convocatoria del país, anunciaron a última hora que no
secundarán esa protesta "para evitar más enfrentamientos sangrientos y
poner fin al caos".
Lo que comenzó en la noche del viernes como una protesta de decenas de
personas que querían acampar en Tahrir después de una gran manifestación
contra los militares se ha convertido en un órdago a los generales, que se
acercan al punto de no retorno en el que se adentró Mubarak en los 18 días
de la revolución de enero.
Hasta el momento han muerto al menos 24 personas, según fuentes oficiales,
y miles han resultado heridas por los duros enfrentamientos entre policía y
manifestantes.
Una joven presente en Tahrir desde el sábado, Azza el Shinawy, dijo que "ya
no hay vuelta atrás, es demasiado tarde para arreglos de cualquier tipo, el
mariscal Husein Tantaui (jefe de la Junta Militar) debe marcharse ya y
entregar el poder".
Shinawy, al igual que la mayoría de los presentes en la plaza, aseguró que
no se moverá de la plaza hasta que haya un gobierno de salvación nacional
que conduce el proceso de la transición hasta las elecciones parlamentarias
y presidenciales y la redacción de una nueva Constitución.
En las últimas horas se multiplican los gestos dirigidos a los descontentos
con la Junta, como la promulgación hoy de un decreto ley que impedirá a los
exmiembros del Partido Nacional Democrático de Hosni Mubarak concurrir a
las próximas elecciones legislativas.
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