Europa: lenta agonía y lecciones
Consultor y analista económico, director de la firma Ecanal (Economic Analysis for Company Planning). Su preparación en el ámbi...
Más de Rogelio Ramírez de la O
26 de octubre de 2011
Cambio de régimen, la única salida
Hasta ahora la Unión Europea ha cometido casi todos los errores desde el primer rescate de Grecia, en mayo de 2010, por 110 mil millones de euros. Decir rescate es una exageración, pues le prestaron más dinero para que siguiera pagando sus deudas, a cambio de un gran programa de austeridad. Su deuda aumentó en 48% del PIB y ahora se proyecta en 170% del Producto Interno Bruto (PIB).
Por lo mismo, el grado de austeridad que requiere hoy implica caídas de 50% del ingreso de la mayoría de familias, las cuales ya están en marcha. El segundo “rescate”, por 109 mil millones de euros, acordado el 26 de octubre incluye una quita de 50% a los tenedores de bonos gubernamentales griegos. Pero aun así, la deuda apenas bajaría a 120% del PIB y sólo hasta el año 2020.
Es evidente que Grecia está hoy —después de un primer “rescate” y otro negociado apenas en octubre— peor y con menor margen de maniobra que en mayo de 2010. En las últimas negociaciones su gobierno aceptó el cambio de jurisdicción para los bonos griegos en circulación de Atenas a Londres. Eso vuelve más complicada cualquier salida del euro y conversión de deuda en euros a una moneda local.
Y si no adopta su propia moneda, que debería devaluarse contra el euro, sus costos laborales por unidad de producto, que aumentaron en 30 puntos porcentuales por encima de los costos de Alemania entre 2002 y 2010, le impedirán ser competitiva.
Por el mal manejo y por lo tardío de todas las decisiones y acciones de los europeos, el caso griego ya contaminó a otros países y hasta Francia se ve hoy amenazada. Europa puede transitar por tres vías. La primera es permitir que el Banco Central Europeo (BCE) viole sus estatutos y compre todos los bonos europeos que los mercados no quieren comprar tan sólo para cubrir vencimientos de deudas y déficits fiscales según se vayan presentando. La segunda: aplicar toda austeridad necesaria y recesión para varios países por 10 años mientras reducen su ingreso, su gasto y sus costos para seguir en el euro. Y tercera: la salida del euro de las economías vulnerables, probablemente en gran desorden y suspendiendo pagos.
Alemania no quiere que el BCE viole sus estatutos e imprima dinero con pérdida de credibilidad y eventualmente con inflación. La austeridad no es viable política o socialmente, excepto por un breve periodo. Y la salida de un primer miembro llevaría a la salida de otros.
Independientemente de lo que uno crea sobre la vía más probable, lo importante es que cualquiera sacudirá a Europa y al mundo entero. Es por ello que los cambios de gobiernos sólo compran tiempo.
La lección es que los países cedieron excesiva soberanía; se equivocaron creyendo en proyectos de mercados libres, poco regulados y globales. Hoy tienen que tomar decisiones que no son de mercado, que requieren excesiva regulación y que revierten la globalización.
Una lección que quedará es que los países no deben entregarse a uniones internacionales y menos ceder poderes de decisión monetaria o fiscal, simplemente porque el mundo no funciona así. Los esquemas de la burocracia tecnocrática pueden funcionar en teoría pero no lo harán en la práctica si contravienen las realidades y la idiosincrasia de cada país. Por eso la globalización tiene límites y tratar de sobrepasarlos resulta en costos que nadie imagina.
Infortunadamente, veremos una lenta agonía; el regreso a los ámbitos nacionales y nuevos controles, regulaciones e impuestos al capital, con todo tipo de desacuerdos entre países. Veremos lo contrario a lo que originalmente se buscaba. La responsabilidad fue de políticos sin visión y débiles frente a la tecnocracia.
rograo@gmail.com
Economista
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