Sheriff Joe Arpaio indemnizará a familia por brutal asesinato de prisionero:
Son tiempos difíciles para los mexicanos viviendo en Estados Unidos. Tal parece que la recesión económica que atraviesa nuestro vecino del norte trajo consigo un recrudecimiento del racismo y la xenofobia. La popularidad del sheriff Joe Arpaio en el condado de Maricopa, Arizona, lo pone de manifiesto. Autonombrado como “el sheriff más duro de todos Estados Unidos”, ha logrado posicionarse entre los sectores conservadores gracias a sus rígidas políticas antiinmigrantes y el aliento del uso de la fuerza bruta contra los criminales (o contra quienes sean sospechosos de serlo). Como es de esperarse, existen numerosas acusaciones de abuso de poder contra su Oficina. La más reciente ha salido a luz gracias a que los familiares del mexicoestadounidense Juan Farías Mendoza lo demandaron por provocar su muerte al interior de la cárcel del condado de Maricopa. Y ahora la Oficina de Arpaio deberá indemnizarlos con un millón de dólares.
Asociaciones civiles de la talla de Amnistía Internacional han condenado las acciones que ha emprendido en la cárcel del condado de Maricopa, como la Tent City, que él mismo definió —sin miramiento alguno— como un “campo de concentración”. ¿Por qué? Como su nombre lo sugiere, es una ciudad formada por tiendas —una “cárcel al aire libre”— donde todas las actividades, incluyendo trabajos forzados, se realizan bajo el clima desértico de Arizona. John Dickerson, del Phoenix New Times, ha seguido de cerca algunos de los casos de abuso de poder perpetrado contra los prisioneros de John Arpaio, entre ellos, el de Juan Mendoza Farías, quien perdió la vida mientras 11 guardias de la prisión buscaban “controlarlo”. Procesado por violar su libertad condicional manejando en estado de ebriedad, Farías Mendoza fue trasladado a la prisión del condado. Debido a que oponía resistencia, se le dispararon seis pepper balls; proyectiles con gas pimienta que no son letales y que se utilizan en estos casos.
Como —a decir de los guardias— aún presentaba resistencia, también se le aplicaron descargas eléctricas paralizantes. Después, para ser trasladado de una celda acolchonada, lo colocaron en una silla de ruedas y se le envolvió la cabeza en sábanas, asegurándolas con una tira de cuero. Desconcertado, Juan Mendoza Farías gritaba que estaba siendo secuestrado. Al bajarlo de la silla de ruedas, le colocaron una spit mask, una especie de bozal que se utiliza como medida de control cuando los presos muerden o escupen. Después, empujaron su cabeza hacia su abdomen, una posición que puede inducir a la asfixia y que sólo se utiliza en casos extremos, pues provocar la muerte. Mantuvieron a Mendoza Farías en esta posición por 10 minutos, después de los cuales, dejó de respirar o moverse. ¿Lo peor del asunto? John Dickerson refiere que el caso de Mendoza Farías es tan sólo uno de muchos que no han salido a la luz. Quizá uno de los más famosos ha sido el de Charles Agster, un hombre de 33 años con retraso mental que falleció por esta clase de tratos propinados en la cárcel de Maricopa.
La familia de Juan Mendoza Farías recibirá una “compensación de daños” por un millón de dólares. Una cifra que no tiene comparación al sufrimiento que debió experimentar este hombre en sus últimos minutos de vida. Sin embargo, la popularidad de Joe Arpaio se mantiene. Y, lo peor del caso, son varios estados de la unión norteamericana los que coquetean con implementar en sus prisiones y calles sistemas similares a los que él ha impulsado en Arizona. Insisto, un tiempo difícil para ser migrante o descendiente de hispanos en Estados Unidos.
Imagen: America’s Voice
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