| SOBREAVISO ¿Elección en Michoacán? |
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12 Nov. 11
Sólo la ilusión hace pensar que mañana se medirá en las urnas la vigencia del pensamiento de Lázaro Cárdenas y de Manuel Gómez Morin, en Michoacán.
No, no se medirá eso. Se medirá el poder político y el poder criminal, quién tuvo mayores recursos para comprar más votos, quién supo transitar mejor de la ideología política a la ingeniería electoral, quién pudo llevar más votantes a las urnas, qué candidato simuló mejor haber participado en una elección libre y soberana. En el doble sentido de la expresión en esa tierra, se medirá qué Familia las puede.
Grave para los michoacanos suponer que eligieron y renovaron un gobierno, más grave para el país que dirigentes partidistas y precandidatos presidenciales miren esa "anormalidad democrática" como la antesala del 2012: si es así, la elección presidencial no será la posibilidad de reencarrilar al país...
Más allá de la simulación con que el ganador de esa tómbola político-criminal-electoral celebre su presunto triunfo, Michoacán exhibe la incapacidad del gobierno federal y estatal así como de los partidos políticos de recuperar la soberanía del Estado y de llevar a los michoacanos del vasallaje a la ciudadanía.
¿Qué Familia prevalecerá en esa jungla?
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No deja de ser una terrible paradoja que, seis meses atrás, los principales partidos políticos, así como otras instancias federales y estatales, públicas y privadas, hayan ponderado la conveniencia de que el conjunto de las fuerzas políticas postulara un candidato único.
La idea de simular la elección postulando un solo candidato exponía la falta de condiciones para llevar a cabo una verdadera elección. Sin embargo, la conclusión fue simular la elección: que, por separado, los partidos políticos postularan a su propio candidato.
La liga entre los polos de esas ideas es, en todo caso, la simulación. No es aventurado decir que da igual quien gane ese concurso porque, a fin de cuentas, no podrá constituir gobierno, administrará -como hasta ahora- un problema frente al cual ni la Federación ni el Estado tienen una respuesta y mucho menos una solución.
En el juego del reparto del poder entre la política y el crimen, ni el gobierno federal ni el estatal y ningún partido tuvieron el valor y el coraje de reconocer que Michoacán no estaba en condiciones de garantizar una auténtica elección. Ojalá y al menos el poder político y el criminal queden satisfechos con el reparto. De no ser así, a la simulación electoral seguirá un conflicto sin simulación.
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Desde el arranque del sexenio, Michoacán fue el taller o laboratorio donde se ensayó la estrategia de combate al crimen que, cinco años después, no muestra la efectividad sino la vulnerabilidad de una aventura político-policial-militar.
Ahí, en diciembre de 2006, se echó a andar la idea de los operativos contra el crimen y, a partir de entonces, el fracaso de esa estrategia se ha mostrado en toda su dimensión. El número de muertos en Michoacán -de acuerdo con el Ejecutómetro de Reforma-, llega a la escalofriante cifra de más de mil 440 a lo largo del sexenio y más de 300 en lo que va de este año.
Eso fue al inicio del sexenio, dos años después, en septiembre de 2008, tuvo registro el más terrible atentado criminal contra población civil. La noche de El Grito murieron ocho personas y fueron heridas más de un centenar. Se habló, entonces, de terrorismo pero luego el tema se apagó.
Semanas antes de la elección de 2009, el gobierno federal -sin avisar al gobierno estatal ni coordinarse con él- emprendió la acción policial más importante del sexenio contra políticos presuntamente vinculados con el crimen. El saldo 12 munícipes, ocho funcionarios estatales, dos ex funcionarios, un juez y 12 policías detenidos, arraigados, consignados... y, luego, liberados. A ninguno se le pudo comprobar los cargos.
En julio, después de la elección, Servando Gómez La Tuta desafió al Estado en la persona misma del jefe del Ejecutivo. Lo instó al diálogo y, aun cuando varios líderes de su cártel fueron detenidos, La Tuta sigue libre. Hoy encabeza la derivación de La Familia, la banda de Los Caballeros Templarios.
Un año después, septiembre de 2010, la Policía Federal y la PGR tendieron un cerco a la Cámara de Diputados, el objetivo: impedir que jurara como diputado, Julio Godoy, porque se le ligaba con el crimen. Godoy juró como diputado y, luego, el gobierno federal logró su desafuero. Hoy, no dan con él. Y, hacia finales de ese año y a principios de éste, los enfrentamientos entre las fuerzas federales y el crimen cobraron el nivel de auténticas batallas. El gobierno federal anunció una, dos, tres veces el desmantelamiento del grupo criminal La Familia, pero éste continúa activo.
En mayo de este año, como dicho, se ponderó la idea de postular un candidato único por parte del conjunto de los partidos, la idea se desechó. Y, en agosto, el secuestro de encuestadores fue un nuevo aviso de la anormalidad democrática pero, aun así, se siguió adelante. Incluso la metodología de los estudios de opinión pública relacionados con las encuestas se modificó dado que los levantamientos no podían realizarse en la totalidad del territorio michoacano. No había condiciones.
A lo largo de las últimas semanas, candidatos a munícipes de distintos partidos simple y sencillamente se dieron de baja en el concurso electoral. Las amenazas del crimen les hicieron renunciar a su ambición política. Y, luego, hace apenas una semana, fue asesinado el alcalde de La Piedad, el panista Ricardo Guzmán.
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Ésa es "la normalidad democrática" en medio de la cual se desarrolla la elección en Michoacán. ¿Qué valor puede tener su resultado?
Más de un signo apuntaba la imposibilidad de llevar a cabo ese ejercicio cívico-ciudadano, incluso las autoridades federales y estatales, los partidos políticos así como la iniciativa privada local lo advirtieron al ponderar la idea de postular un candidato único. Pese a ello, pese a la conciencia del problema, se optó por la mantener la simulación.
Decir que mañana habrá elección en Michoacán es un decir. Es menester hacer votos porque ésa no sea la antesala del 2012.
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Es una pena el fallecimiento del secretario Francisco Blake; del subsecretario Felipe Zamora; del coordinador de Información, Alfredo García; de la secretaria técnica de la Oficina del Secretario, Diana Miriam Hayton Sánchez; del mayor René de León Sapién, del teniente coronel Felipe Bacio Cortés, del teniente Pedro Ramón Escobar Becerra y del sargento segundo Jorge Luis Juárez Gómez.
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