20 de noviembre de 2011

DEL CORREO: MAL FIN El fin de sexenio mas sangriento


Con una inocencia conmovedora, cuando el gobierno actual ha consumido ya 60 de sus 72 meses, Felipe Calderón otorgó el espaldarazo presidencial a la coartada mercantilista de última generación. Tal vez no se detuvo a analizar las implicaciones de darle impulso a ese eslogan que para él, en la presente circunstancia, no es un buen fin sino un mal hara kiri, aunque sea, qué alivio, meramente verbal. Era inevitable: desde el primer momento, en las redes sociales, al tag #buenfin se le colgó el agregado “de sexenio”.

Y es que el gobierno calderonista está viviendo –y le está haciendo vivir al país– un #malfin. No ha dejado contentos a tirios ni a troyanos, no le han funcionado las cosas ni en lo económico ni en lo social ni en la seguridad ni en lo político: hasta en su natal Michoacán ha tenido que apurar una derrota que, si no llega a ser total, será porque sus correligionarios y parientes de allá han debido echar mano de la consigna lopezobradorista de voto por voto, que tan desacreditada fuera por el propio régimen.
Nadie pensaba que este hombre “chaparrito, pelón, de lentes” (es cita literal del ex presidente de su partido) fuera a alcanzar estatura trágica. Se le veía como garantía de discreta tranquilidad continuista, como una muralla provisional ante el peligro para México o, en el peor de los casos, como un prospecto de administración gris y aburrida. Pocos imaginaron que fuera a tener talento para hacernos secretar adrenalina, bilis, lágrimas y sangre en la dimensión en que lo ha hecho. Yo le encontraba cierto aire de Julio Regalado y ahora, a la luz de #buenfin, veo que alguna razón tenía. Pero no mucha.

De las mayorías, olvídense. Una buena porción de la clase media se siente defraudada porque la economía no ha crecido y porque Hacienda reserva los pagos a 12, 18 y 24 meses sin intereses (y los descuentos y devoluciones del 100%) sólo a clientes VIP. Televisa ya le exprimió todos los privilegios posibles y a la postre escogió a un producto de la competencia; en el PAN están que trinan por el costo electoral de gobernar como se gobierna; Elba Esther se fue al local de enfrente, en donde las ofertas le resultaron más atractivas. Para colmo, su equipo está salado (pensemos bien y atribuyamos los hechos al malévolo azar), como lo prueban de manera fehaciente dos catástrofes aéreas que causaron graves bajas colaterales a la gobernabilidad. Y la extorsión institucionalizada y el secuestro instalado en varias regiones. Y los desplazados de la guerra que empiezan a hacerse notar. Y cincuenta mil muertos. 
¿Buen fin?

Ni aunque nos revivieran al 10% en un monedero electrónico.
–¿Seguro que no hay forma de descontar la violencia a niños, mujeres embarazadas y adultos mayores?
–No. Ya Calderón ha afirmado, tajante, que en este terreno no habrá rebajas, que el país debe resignarse a seguir nadando en sangre por un buen rato y que él está dispuesto a cerrar su sexenio “a tambor batiente”.

Una parte de la banda se echa de todos modos el clavado para reactivar la economía de Perisur y de Interlomas (en Tepis no, por lo pronto, que ahí el producto en promoción de #buenfin son las balaceras) y desde ahí mismo, o de regreso a casa, tuitea imprecaciones contra el embuste.
Pero esto no es nada. Espérense a ver lo que provocará la realización del #buenfin en noviembre de 2012, cuando Calderón esté ocupadísimo con la cinta canela (la habrá comprado en oferta), empacando sus triques ante la cercanía de la mudanza. Claro, si es que para entonces se arman unas jornadas comerciales como éstas, y si queda país en el cual realizarlas.
Imagen: Pulso Ciudadano (CC)

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