6 de septiembre de 2011

La reforma de “difamación electoral” fue flor de un día

La reforma de “difamación electoral” fue flor de un día:

Esta mañana, la propuesta del diputado federal Arturo Zamora para tipificar la difamación electoral fue el tema de conversación de Twitter en México. Mediante esta iniciativa, Zamora pretendía imponer un castigo de 200 a 300 salarios mínimos y 2 a 9 años de cárcel para cualquier persona que atentara contra la imagen de los involucrados en alguna campaña electoral.
El argumento de Zamora era evitar una situación similar a la que se vivió en 2006, cuando Felipe Calderón se valió de una campaña negra contra Andrés Manuel López Obrador. Sin embargo, la reforma contaba con muchos puntos cuestionables:
  • La ambigüedad de las actividades consideradas como difamación, pues abarca “cualquier expresión o acción” que cause alguna ofensa al personaje, sin importar si es válida o no.
  • La penalización de actividades como la caricatura política, pues su definición de injuria abarca el uso de “imágenes distorsionadas” como caricaturas o cartones.
  • No se requiere que la supuesta injuria tenga efecto, pues “no será necesario que se dé el resultado (causar deshonra a la víctima) bastando que la comunicación pueda causarle al ofendido riesgo de dañar su credibilidad o la buena imagen pública.” Basta con que el mensaje se emita para infringir la ley,
  • Así mismo, no hay una distinción clara entre denuncia y difamación pues se castiga que “el autor externe conceptos, opiniones o narraciones de sucesos ciertos o inciertos”. Aún si un hecho fuera cierto —como una malversación de fondos, por ejemplo—, al denunciar se comete una ofensa contra la imagen.
Por supuesto, los huecos en esta iniciativa provocaron muchos cuestionamientos. Los reclamos crecieron como bola de nieve, pues la propuesta iba a ser discutida este martes por la Comisión de Justicia de la Cámara de Diputados. Debido a estas reacciones, Zamora afirmó en radio ante Carlos Loret de Mola que retirará la propuesta para darle su manita de gato, y así tomar en cuenta todas las observaciones y críticas que se realizaran.
Me parece un paso muy sensato el que toma Zamora, pues su propuesta no sólo era parcial, sino también peligrosa ante la libre interpretación. Una iniciativa de este tipo, bien delineada, podría ser útil si se aplica dentro de la ley electoral como regulación para partidos políticos, no para atentar contra el derecho de expresión de la ciudadanía respecto a los personajes públicos. Así, frenada por la participación civil y la crítica mediática, la reforma de difamación electoral fue sólo una flor de un día.




¡AMLO 2012!

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