La modernización de la Policía Federal, una falacia más de García Luna
VERÓNICA ESPINOSA
9 DE JULIO DE 2011 · COMENTARIOS DESACTIVADOS
EDICION MEXICO, NARCOTRÁFICO
El titular de la Secretaría de Seguridad Pública, Genaro García Luna, no sólo maneja el mayor presupuesto asignado por el gobierno calderonista y buena parte de los fondos de la Iniciativa Mérida para modernizar la Policía Federal; también ha montado un simulacro desde 2009 para justificar la capacitación de los nuevos agentes. El abogado Ricardo del Río Trejo, uno de los seleccionados inicialmente por el secretario y sus colaboradores para formar parte de la supuesta nueva estructura de la PF, documenta las pifias del programa y las amenazas que, afirma, recibió del propio García Luna.
QUERÉTARO, QRO.- “Miente Genaro García Luna”, sostiene el abogado Ricardo del Río Trejo, uno de los candidatos para dirigir las 32 coordinaciones estatales de la Policía Federal (PF) con recursos de la Iniciativa Mérida.
Se dice burlado porque, aun cuando García Luna habla de un nuevo modelo de agentes, nunca ha tenido la intención de renovar a la corporación. Los mandos son los mismos de siempre. E insiste: en realidad, el funcionario está engañando al presidente Felipe Calderón para conservar el control en la Secretaría de Seguridad Pública (SSP).
“El tema de la seguridad pública no puede ser exclusivo de una élite, no es un coto de poder”, comenta el abogado, quien actualmente está al frente de un corporativo policiaco en esta entidad.
Militante del PAN desde 1994 –incluso fue regidor y secretario del ayuntamiento queretano–, Del Río Trejo relata que hace dos años lo llamó por teléfono José Antonio Polo Oteyza, coordinador de asesores del titular de la SSP federal. Recuerda que le dijo que el perfil de los nuevos agentes exigía un alto nivel académico y una renovación total de los mandos de la corporación.
Y él le creyó a Polo Oteyza. “Soy un convencido de la política en materia de seguridad y combate al crimen organizado del sexenio de Felipe Calderón”, afirma.
En esa época, él era contralor del gobierno del panista Francisco Garrido. Renunció al cargo y se integró de inmediato al grupo de 62 aspirantes “elegidos” por García Luna para participar en un curso de alta dirección para coordinadores estatales de la PF. El propósito era seleccionar a los 32 nuevos coordinadores de la corporación, uno por entidad. Se les explicó que, una vez en funciones, percibirían un salario libre superior a 100 mil pesos cada mes.
“Se nos advirtió claramente que el trabajo era algo riesgoso, que nos podían matar; también nos expusieron que el país requería personas con un perfil como el nuestro. Luego nos pidieron anotarnos en las listas y someternos a los exámenes de control de confianza, y recibimos capacitación de tres meses aquí y en el extranjero.”
Incluso, dice, firmaron un contrato temporal en el que se indicaba que mientras recibían la capacitación, su sueldo sería sólo de 50 mil pesos mensuales. Proceso tiene copia del recibo de nómina.
Ricardo del Río quedó asignado como inspector de la Coordinación del Instituto de Formación, según la credencial expedida el 7 de octubre de 2009 por la dependencia federal y firmada por Facundo Rosas Rosas, a quien el gobierno federal designó comisionado general de la PF el 15 de junio de ese año.
Relata que, desde su primer encuentro con Polo Oteyza y durante la preparación, él oyó que los recursos de la Iniciativa Mérida –entregados por el gobierno de Estados Unidos a México– eran para la capacitación de elementos “que no tuvieran nada que ver con la actual policía”.
Según Del Río, durante el periodo de capacitación en las instalaciones de la SSP federal, de la PF y en las de la Policía Nacional de Colombia, se dio cuenta de que sólo algunos de los convocados tenían el perfil académico adecuado.
La mayoría, dice, “eran los mismos de siempre”: policías de larga carrera en la corporación, otros eran militares en retiro y unos más eran cercanos a García Luna cuando estuvo en la extinta Policía Federal de Caminos.
Estos últimos, cuenta el entrevistado, se esmeraban en sobajar a los académicos por su falta de experiencia o conocimiento sobre la PF: “Cuando nos presentamos nos dimos cuenta quiénes eran policías de carrera o estaban ya en la institución. Ellos presionaron a los académicos; nos decían que no sabían qué hacíamos ahí, que si la PF estaba reclutando maestros…”.
Refiere que él viajó a Colombia con el grupo para tomar un diplomado en gerencia del servicio policial en las instalaciones de la Dirección Nacional de Escuelas de la Policía Nacional de ese país. El curso duró 120 horas y se impartió del 13 de septiembre al 4 de octubre de 2009. Fue certificado en una constancia firmada por el general Édgar Orlando Vale Mosquera, director nacional de escuelas de la policía colombiana.
La amenaza del secretario
A su regreso, el 13 de octubre siguiente, el grupo se reunió con García Luna en el auditorio de la SSP. Del Río le expresó su opinión sobre la pretendida renovación de la PF:
“Cuando fuimos con el funcionario, varios integrantes del grupo ya habían sido cambiados, mientras que tres académicos invitados a ese encuentro no pudieron entrar. No los volví a ver.
“Adentro, el secretario García Luna nos dijo: hay personas que ya no continúan porque no acreditaron el examen del FBI. Me pareció un contrasentido jurídico. No es posible calificar la actuación de un policía nacional por el resultado de una agencia externa; a lo sumo puede ser una opinión, no una causa.”
Luego de presumirles las instalaciones, los recursos y la tecnología adquirida, el secretario pidió su opinión a los invitados. “Yo le manifesté que las instalaciones y la tecnología son insuficientes; lo que vale es la voluntad de las personas para erradicar la corrupción y combatir al crimen, prevenirlo fundamentalmente, cosa que veo que no se hace”, sostiene Del Río.
En la entrevista, acota que durante el curso pudo percatarse de que la PF cuenta con tecnología financiada con recursos de la Iniciativa Mérida para observar, vía satélite, todas las carreteras del país; también, asegura, dispone de equipo aéreo artillado (helicópteros) para interceptar cualquier convoy. Por ello se pregunta: entonces, ¿por qué siguen circulando de manera impune convoyes armados de narcotraficantes por nuestras carreteras?
Y continúa: en el encuentro de octubre de 2009 con García Luna, “hubo mucha insistencia y presión del secretario de que mejor nos saliéramos, que desistiéramos del proyecto. De lo contrario –dijo–, todo iba a ser más difícil para nosotros. Nos pidió que recordáramos que (en la SSP) tienen todos nuestros datos; que si no nos salíamos, después nos iban a perseguir con toda la fuerza del Estado”.
“Nos reiteró que no sabíamos a lo que íbamos a entrar, yo lo percibí como una amenaza. No aclaró quiénes nos podían matar, pero eso lo dijo él”.
Al día siguiente, el curso continuó, esta vez en la Universidad Justo Sierra, en la Ciudad de México. En ese momento se hablaba ya de un “programa de desarrollo de directivos policiales”. Los instructores eran de la embajada de Estados Unidos.
Del Río cuenta que comenzó a tramitar una visa especial para viajar al país vecino, donde se impartiría un nuevo curso en las instalaciones del FBI en Quantico, Virginia. Pero su participación se truncó dos días después de la reunión con García Luna.
“Un día antes de partir, ya con boleto de avión para Quantico, me mandó llamar el director del Sistema Integral de Desarrollo Policial, Ricardo Vargas Debasterra”. Dice que estuvo retenido contra su voluntad en una oficina de la Torre Pedregal de la PF.
Ahí le informaron que lo habían dado de baja, aun cuando aprobó los exámenes de control y confianza, que incluyeron dos aplicaciones del polígrafo: una en la PF al inicio del curso y otra más en el hotel Sheraton de la Ciudad de México, ante agentes del FBI; e incluso obtuvo altas calificaciones en manejo de armas.
“Pregunté la causa, pero Vargas Debasterra me dijo que no sabía; que la PF se reservaba las causas de mi baja. Me pareció una arbitrariedad. En mi expediente no había ningún inconveniente”, afirma.
Además, sostiene, Vargas lo obligó a elegir entre terminar el contrato de tres meses que firmó al iniciar el proceso u optar por una renuncia definitiva. Del Río se inclinó por la segunda opción y abandonó las instalaciones para volver a Querétaro. Cuando intentó conocer quiénes seguían en el grupo final, la información le fue negada.
Un presidente engañado
Días después del agravio, Del Río puso una queja por irregularidades en el reclutamiento de altos mandos de la PF ante la Secretaría de la Función Pública federal (SFP), la Oficina del presidente, la Secretaría Particular, al frente de la cual estaba Luis Felipe Bravo Mena, y ante la Dirección de la Contraloría Social.
Dirigido al titular de la SFP, Salvador Vega Casillas, el documento fue turnado al Órgano de Control Interno de la PF, según el oficio firmado por Fernando Alonso López Castillo, funcionario de la Subsecretaría de Atención Ciudadana y Normatividad con fecha 4 de noviembre de 2009.
Cinco días después, Del Río recibió un mensaje de Órgano Interno de la PF por medio de un correo electrónico en el que su titular, Rubén Francisco Pérez Sánchez, le notificó que se dio entrada a su queja y se inició el expediente QU/441/2009 “por presuntas irregularidades, posiblemente atribuibles a elementos no determinados de la Policía Federal”.
No obstante, Del Río insistió en que la querella fuera turnada al Órgano de Control Interno de la SSP porque, arguyó, “yo voy contra los titulares de esa dependencia: Genaro García Luna y sus colaboradores, quienes son funcionarios de la SSP; la PF es sólo un órgano desconcentrado y existe el riesgo de que la desechen”.
El 15 de diciembre, dice, recibió una notificación del referido Órgano de Control de la SSP con la firma del titular del Área de Quejas, Benjamín Albores Manzo, sobre la apertura del expediente administrativo número DE-075/2009 para atender su solicitud.
Casi un año después, el 1 de octubre de 2010, Albores Manzo le envió a Del Río el oficio OIC/SSP/Q/DE/1013/2010 en el que le informaba que el Órgano de Control Interno de la SSP no tenía competencia para revisar su caso… que debía ser atendido en la misma instancia, pero de la PF. De entonces a la fecha, no sabe nada sobre el caso; ni siquiera tiene acceso al expediente.
“Lo que yo puedo colegir es que hay una simulación y un engaño en el nuevo modelo policial mexicano por varias circunstancias”, que, dice, describe en su queja: “Primero, para poder erogar los recursos de la Iniciativa Mérida hay varios requisitos que no se cumplen. Se simula la capacitación con la renuncia coaccionada, forzada”. Resultado: una PF “reciclada”.
Expone a la reportera: “Son los mismos mandos de hace años. Sólo hubo un simulacro de concurso abierto para reclutar a gente con el perfil adecuado. La realidad es que sólo seleccionan a los coordinadores. La decisión la toma el secretario, Genaro García Luna”.
Reitera que aun cuando simpatiza con “la causa del presidente Calderón” para combatir al crimen organizado, le decepcionan los actuales mandos de la SSP, dependencia que ha recibido mayor número de recursos del erario federal y de la propia Iniciativa Mérida, pese a lo cual tiene un subejercicio.
El programa para modernizar a la PF echa mano de recursos internacionales, lo que conlleva la obligación moral y legal de manejarlos con transparencia y darles un seguimiento, pero esto, dice, es parte del engaño de García Luna. Él “no tiene la recta intención de renovar los mandos de la PF ni hacer una policía digna”, acota Del Río.
Lamenta no haber tenido la oportunidad de presentar toda esta información directamente a Calderón.
–¿Está seguro de que el presidente está siendo engañado por el titular de la SSP? –se le pregunta.
–Por lo visto le tiene toda la confianza al secretario para encabezar el programa prioritario de la seguridad pública, y el secretario ha sabido convencerlo. Pero (Calderón) desconoce la operatividad de la policía. Él dice que, en la medida en que se detecten los malos manejos se ha actuado y se ha perseguido, pero la operación se la deja al secretario. Tengo la certeza de que (García Luna) maneja un lenguaje que no es el real.
–Si tuviera enfrente al presidente, ¿qué le diría?
–Si por denunciar la verdad tengo algún riesgo de mi vida, pues no tengo ningún temor, porque estoy hablando con la verdad. La política pública sobre seguridad está muy bien. Lo que falta es renovar a los encargados de ejercerla, porque no están hablando con la verdad ni están siendo transparentes en la rendición de cuentas ni en la entrega de resultados, comenzando por Genaro García Luna.
¡AMLO 2012!
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