Crónica de una infamia
Alberto Barranco
08-Julio-2011
Ocho meses después de estallado un escándalo por supuestos actos de corrupción en el Instituto Mexicano del Seguro Social, la Procuraduría General de la República determinó el no ejercicio de la acción penal contra los involucrados, cuya vela en el entierro resultó balín
De acuerdo al Ministerio Público Federal, la grabación difundida en vivo, directo y a todo color por el “Canal de las Estrellas” no tenía sustento jurídico, dado que se trataba de una conversación entre dos particulares interceptada ilegalmente, además de haber sido editada.
Ustedes dispensen.
La denuncia la había interpuesto el propio organismo tripartita en afán de deslindar responsabilidades, tras el envío de un mensaje vía Twitter del presidente Felipe Calderón, de gira por Corea, señalando que había dado instrucciones para que se investigara a fondo la posible corrupción en el IMSS y se castigue a quienes resulten responsables.
Lo inaudito del caso es que en calidad de mientras el coordinador de Adquisición de Bienes del Instituto, César Mora Triarte —quien supuestamente era uno de los interlocutores de la plática telefónica—, fue destituido de su cargo.
Y en calidad de mientras, los dos particulares implicados en el río de decibeles, cuya conversación se hizo pública, es decir Carlos Abelleyra Cordero y Rafael Castro, se separaron voluntariamente de sus cargos.
El primero era presidente de la compañía farmacéutica Stendhal, fabricante de medicamentos para combatir el VIH-Sida. El segundo director de relaciones gubernamentales de la firma productora de fármacos Novartis.
El episodio que les cambió la vida, afectando prestigio y relaciones y hasta su vida familiar, se inició el nueve de noviembre del año pasado, cuando Televisa dio a conocer la grabación de la discordia vía su noticiario estelar, cuya conclusión era que Novartis se ponía de acuerdo con el IMSS para inclinar a su favor una licitación por 80 millones de pesos.
El supuesto hablaba de que el funcionario de la firma multinacional, cuyo teléfono había sido intervenido, se arreglaba con el funcionario del IMSS, “César” en la grabación, para calcular el monto del soborno.
En la plática se hablaba de entre cuatro y cinco por ciento. “Mejor cinco”, diría en algún momento el supuesto representante del IMSS.
El caso es que del otro lado de la línea estaba Abelleyra Cordero, a quien, en su carácter de gurú del sector, tras haber sido presidente de la Cámara Nacional de la Industria Farmacéutica, se le consultaba sobre la comisión que debía pagar al intermediario que distribuyera los fármacos al IMSS en caso de ganar la licitación.
Abelleyra había sido jefe de Castro hacía algunos años.
Lo curioso del caso es que tras descubrirse la verdadera identidad de los conversantes, la información se inclinó hacia la hipótesis de una colusión entre proveedores para turnarse la posibilidad de contratos.
Hoy me sacrifico yo; mañana tú.
El hecho es que Stendhal y Novartis no compiten entre sí. De hecho, la segunda no participó en la licitación del escándalo.
Como quiera, la polvareda, en cuya espectacularidad se presentaba un diálogo posterior en que uno de los dos interlocutores le advertía al otro que su conversación había sido grabada, ensució a los personajes, con la novedad de que en el caso de Abelleyra, se colocaba en entredicho su trayectoria de 27 años en la industria.
De su arraigo en el medio habla el hecho de que habiendo cerrado la empresa en que laboraba en su etapa como presidente de la Canifarma, el pleno del Consejo Directivo le exigió permanecer en el cargo.
El hecho es que en aquellas fechas, Televisa, vía su filial de telefonía Bestel-Operbes, peleaba contra Teléfonos de México un multimillonario contrato para instalar un sistema de comunicación interno en el IMSS, a nivel nacional.
El monto de éste era de dos mil 500 millones de pesos.
El escenario parecía favorable a la empresa del magnate Carlos Slim, tras promover éste una suerte de homenaje al director general de la instancia tripartita, Daniel Karam, celebrado en el Centro Libanés.
Al evento acudieron funcionarios públicos del más alto nivel, presumiéndose, por el lado de los particulares asistentes, que Karam estaba llamado a cargos públicos mayores.
Finalmente, en un insólito, resultó que Bestel-Operbes planteó un amparo contra las bases de licitación planteadas por el IMSS, lo que obligó a retrasar varias semanas su publicación.
Carambola de tres… tragedias.
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