Los tiros de la verdad
La periodista Anabel Hernández está amenazada de muerte pero no piensa dejar de seguir combatiendo a la corrupción en México con la única arma eficaz.
Por Tadeu Breda
Generación 2011, Escuela de Periodismo Auténtico
23 de mayo 2011
Hernández es una de las muchas mujeres y hombres mexicanos cuya vida está en serio riesgo. Por ello, los guardaespaldas no pierden de vista ni un sólo de los sorbos que da a su Coca-Cola mientras habla animadamente con algunas colegas de profesión. El tema –las profundas relaciones entre el Estado y el narcotráfico en México– parece ser siempre el mismo desde que publicó el libro que le quitó la tranquilidad y transformó su vida en algo “miserable”.
“A mí no me gusta especialmente el tema”, confiesa. “Sin embargo, hoy día no hay ninguna rama del periodismo acá en México, sea deportes, política o economía, que no pase por el narco.” Anabel acaba de participar en una conferencia en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) donde se debatió sobre las deficiencias del sistema penal en el país. “Tenemos que tener en mente, no olvidar jamás, que quien condena a inocentes, protege a culpables”, pidió a los presentes. Y explicó por qué ello también tiene que ver con los cárteles de la droga.
Portada del libro “Los señores del Narco” de Anabel HernándezDR 2011 SDP Noticias
Fue investigando el enriquecimiento ilícito del ex presidente Vicente Fox Quesada (2000-2006) para el libro La familia presidencial. Más adelante, tras un intenso trabajo de investigación, le posibilitaría sacar a la luz Los señores del narco, que ya vendió 75 mil ejemplares y será traducido en breve al inglés. Entre la publicación de uno y otro pasaron cinco años, en los cuales Anabel también colaboró con el sitio web Reporte Indigo, siempre reportando sobre corrupción y las ramificaciones del narcotráfico en la administración pública.
Las amenazas eran constantes, pero se intensificaron poco tiempo después que Los señores del narco llegara a las librerías. Entonces, Anabel se enteró de que sectores de la Policía Federal la querían muerta y empezaban a planear su asesinato. Según dice, agentes de su total confianza escucharon –con los propios oídos– la estrategia y decidieron contársela. El plan era matar a la periodista como si fuera un crimen común, montándose una farsa que “pasa todos los días en México”, compara.
Felizmente, hubo tiempo para denunciarlo en la prensa y pedir protección a la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Como garantía, le ofrecieron dos guardaespaldas, que actualmente la siguen donde esté, como sombras gemelas de bigotes y armas en la cintura. La escolta le ofrece alguna tranquilidad, pero es sorprendentemente pequeña comparada a la protección de la que goza, por ejemplo, Roberto Saviano, el periodista que escribió Gomorra para denunciar los nombres y apellidos de la mafia italiana. Él cuenta con 20 agentes de seguridad para salvaguardarle la vida contra la acción de sicarios.
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