Pobreza de la sociología
Carlos Murillo González
La sociología es una ciencia creada desde la academia para comprender y dar soluciones al mundo contemporáneo, cada día más complicado. Por el hecho de ser humanos(as) está en nuestros genes ser sociables, vivir en sociedad; pero esta condición también es parte de nuestros conflictos y desavenencias por la forma como nos relacionamos y organizamos. La sociología no pudo evitar en Ciudad Juárez el asesinato del doctor Manuel Arroyo ni el atentado al estudiante Darío Álvarez.
Lo que llamamos “realidad”, el presente, la vida en sociedad, es muy difícil de abordar y comprenderla en su justa dimensión y peor aún, transformarla, pero es lo que la sociología ha pretendido hacer desde su creación a mediados del siglo XIX en Europa. Siendo una ciencia todavía joven, su desarrollo y aportaciones a la humanidad son notables, pero no suficientes para evitar el mundo que hoy vivimos. Muchas de las tesis y teorías más comprometidas con las transformaciones sociales profundas suelen ignorarse o van directo al ostracismo, donde no puedan hacer “daño” o bien, no salen de la academia para autocomplacencia de las élites intelectuales, no se socializan.
La sociología prevaleciente en el mundo corresponde más al predominio de las posturas más conservadoras de dicha disciplina (no en balde Karl Marx la señalaba como una “ciencia burguesa”) mientras las mentes más revolucionarias generalmente son incomprendidas, desterradas y calumniadas como “poco serias” o “nocivas”. Por lo tanto no se puede decir que ser sociólogo(a) sea sinónimo de ser socialista o radical, por que más bien son las y los menos.
Las ciudades, la pobreza, los conflictos, el capitalismo o la modernidad son temas sociológicos muy estudiados, pero de poco han servido las observaciones y soluciones sociológicas: pesan más los intereses del poder político-económico (el poder es otro de los grandes temas sociológicos) que lo que pueda decir la sociología.
En Ciudad Juárez, ciudad de la cual se dice es un laboratorio de lo social desde hace varios años, las y los sociólogos locales son el gremio profesionista con mayor desempleo en una sociedad ignorante de las virtudes sociológicas, como en otras partes del mundo. La misma profesión está compuesta en buena parte por personas que inicialmente dirigían sus esfuerzos por estudiar otra profesión (otra característica universal) pero al no lograrlo optaron sin convicción por la sociología y ahí se quedaron.
En la actualidad, como en sus inicios, la sociología enfrenta fuertes enemigos: la marginación científica (en la predominante rama positivista) la exclusión gubernamental (sobre todo los gobiernos corruptos –la mayoría– pues ven en la sociología un peligro para su subsistencia) y la más importante, la distancia entre sociología y sociedad. Por no haber sido una clara preocupación surgida de la gente, de la persona común, la sociología ha tardado en llegar a la cotidianidad de las personas, a diferencia de las ciencias de la salud o las matemáticas, bien establecidas y solicitadas.
Tal vez las pretensiones de la sociología sean muy elevadas (mejores formas de organización social, solución de conflictos, mejores relaciones humanas y con el ecosistema, etcétera) pero no por eso sus aspiraciones deben ser una ilusión inalcanzable. No es una ciencia de la esperanza como sí lo es de la realidad humana. A diferencia de las ciencias autodenominadas “duras” como la física o la química, que trabajan con fórmulas y sustancias, la sociología “trabaja” con y en sociedades humanas a las cuales no se les puede manipular ni experimentar con ellas (aunque sí lo hacen los científicos y políticos sin escrúpulos) además que el sociólogo(a) está así mismo inserto en aquello que estudia, lo cual hace más delicada su tarea.
Pobreza de la sociología significa pobreza de aportaciones y aplicaciones, debilidad o subordinación ante los grupos de poder (incluidos los científicos) y falta de compromiso social. Pocos buscan a las y los sociólogos o recurren a las teorías sociológicas para encontrar soluciones a los problemas sociales. Aun siendo parte intrínseca del ser social, la sociología no ha podido influir de una manera determinante en la dirección civilizatoria actual, cuyo futuro se vislumbra catastrófico si no se realizan cambios radicales.
La buena noticia es que todavía va a aportar soluciones a la sociedad actual, aun así tenga en su contra a gobiernos y sistemas económicos. La sociología, como parte de las ciencias sociales, puede y debe transformar las condiciones que nos impiden desarrollarnos plenamente como sociedad para beneficio humano y de la vida en general.
Todos somos sociólogo(as). Consciente y más comúnmente, inconscientemente, todos y todas hacemos sociología, ya sea reproduciendo la cultura tal cual con sus defectos y virtudes, ya sea transformándola, cuando procuramos mejorarla y mejorarnos.
*Tomado de Aserto, número 92, marzo del 2011, Chihuahua, pp. 35-36.
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Carlos Murillo González
carmugo6699@hotmail.com
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Carlos Murillo González, sociólogo y maestro en ciencias sociales por la UACJ, miembro del Colegio de Sociólogas y Sociólogos de Ciudad Juárez, investigador asistente de El Colegio de Chihuahua y adherente de La Otra Campaña; es autor del Libro La Sociedad Anónima: los factores socieoeconómicos y políticos del abstencionismo en el municipio de Juárez, entre otros escritos. Su experiencia abarca la docencia, la investigación, la asesoría, el activismo y la música.
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