CHIHUAHUA: Todos de traje Luis K’Fong

Todos de traje

Luis K’Fong

Hoy fue la primera Plátika en La gota. Llegamos 9 compañeras/os. Algunos se pusieron a limpiar el estropicio que dejamos ayer al inaugurar nuestro local. Otros fuimos directamente al intercambio de ideas que, ni modo, tuvimos que hacerlo a través de la palabra, o sea que nos pusimos de inmediato a platicar.

La primera ronda fue como de tanteo. Pero apenas entramos en calor, coincidimos en que teníamos que decir algo sobre la demanda “Contra la militarización del país”.

V. la planteó, dijo que la situación mundial está llegando a un límite jamás pensado; que los estallidos de Europa, Túnez y otras partes debieran alertarnos y que en nuestro país los de arriba estaban estirando tanto que no dudaba que también aquí se desatara el ventarrón social.

En consecuencia, había que formar el gran frente. La consigna que pudiera propiciarlo, terminó, era ésta, la que estamos comentando.

Cada quien dio su opinión en su turno. Me llamaron la atención algunas consideraciones:

Que parte de la gente rechaza la presencia del ejército en nuestras calles, pero que a cambio demanda la intervención de los llamados “cascos azules”.

Otra, dijeron, se espanta cuando le planteamos nuestra demanda y dice “oh… y si se van ¿quién podría defendernos?”

J. fue más allá. Supongamos que los corremos, las avenidas quedarían de todas maneras llenas de policías armados hasta los dientes, dispuestos a disparar a la primera provocación.

Y E. completó, como en el caso de Darío en Juárez.

Lo simple y evidente, se nos estaba volviendo complejo. Si nuestra tarea es disputarle a la burguesía, al estado, a sus medios de comunicación, a sus ideólogos y a sus aliados oficiosos las conciencias de nuestros conciudadanos, ¿cómo explicar todo esto?, con tan pocos recursos, con lo intrincado del tema, con el prejuicio y la avalancha de mentiras distribuidas intencionadamente… con todo jugando en nuestra contra.

Las ideas surgieron y se dijeron. Pero la primerita fue: antes que nada, entendámoslo nosotros, expliquémonoslo a nosotros mismos, construyamos teoría coherente y llevémosla a todo mundo, para que nos contradigan, para que nos cuestionen y nos critiquen, sólo así podremos afinar no nada más nuestro dicho, sino nuestras propias ideas.

Y en las escasas rondas que quedaron pudimos ver claras algunas certezas:

Que el color de las armas —largas o cortas— determina bien poco en esto de provocar, fomentar y ejercer la violencia: si son cascos verdes —los soldados nacionales—, azules —federales o soldados de la Onu—, negras o doradas —como las de los narcos— no son ninguna solución, sino la confesión expresa de quienes administran la cosa pública de que la convivencia se les ha ido de las manos.

Segundo, que el ejército no cuida a nadie que no sea al gobierno federal y —dicen algunos sin que nos conste— a uno de los cárteles que supuestamente disputan en nuestras calles el narcotráfico. Que casualidad o no, desde que llegaron la violencia se incrementó, la muerte se multiplica y el crimen no ha mermado ni siquiera en las estadísticas truqueadas del poder.

Tercero, pero no por ello menos importante: que la alternativa, en todo caso no son federales, cascos verdes o azules, sino el pueblo organizado, consciente, movilizado. Que cuando menos en dos partes del país han comenzado ya a aparecer “policías ciudadanas” que, claro, el poder las odia, pero que son los únicos lugares en que la paz ha vuelto.

Y cuarto, que habría que explorar la demanda complementaria a la desmilitarización: la legalización de la droga, su comercio y su producción.

A las dos horas, disciplinados, terminamos el ejercicio. Había mucho en el tintero, pero lo prometido es deuda. No hubo acuerdos, no hubo planes de movilización ni derroteros políticos a seguir. Pero hubo ideas que era todo lo que pretendíamos.

Picados, quedamos otra vez citados para el domingo 30 de enero en el local de La gota —Emilio Carballido 6149, infonavit el Saucito, Chihuahua— a las 15:00 horas en punto. Todos de traje: hoy traje ideas, pero me llevo más.

¡AMLO 2012!