31 de octubre de 2010

Juárez: Los nuevos pobres. Por extorsiones o desempleo lo perdieron todo

(título desconocido): "
Juárez: Los nuevos pobres. Por extorsiones o desempleo lo perdieron todo

Antonio Rebolledo
Fotografías: Ismael Villagómez

Norte
2010-10-31

'En menos de 18 meses se diluyó mi negocio de 25 años ante la extorsión y la amenaza contra la seguridad de mi familia. En la reconstrucción de tu persona, de ser empresaria a vendedora de artículos usados, te reinventas, aprendes a ser autosuficiente. No hay vergüenza pero sí coraje, impotencia de ver a tu ciudad derrumbarse después de darte todo de la nada'


'Olga'

Ex empresaria de alimentos

Las Vegas, Nueva York, Los Ángeles y las comidas en restaurantes lujosos hoy son parte de sus recuerdos. Su ritmo de vida acomodado producto del esfuerzo, el trabajo y las desmadrugadas durante 25 años se diluyó en menos de 18 meses ante la extorsión y la amenaza contra la seguridad de su familia.

Veinticinco años después 'Olga' volvió a vender 50 pesos diarios, como cuando en la década de los ochenta abrió una de las burrerías más exitosas en la historia de Juárez con su hija recién nacida a un costado del fogón para protegerla del frío. Después de tener niveles de ventas de hasta 10 mil pesos diarios, hoy vende 50 pesos pero en un mercado de segundas, donde ofrece la ropa y el calzado que le regalan para subsistir.

La violencia la despojó de todo: su negocio, su patrimonio y hasta su matrimonio. Sólo le queda su casa en una de las zonas más opulentas de la ciudad. Su vida hoy gira alrededor de un estatus que desconocía: la pobreza patrimonial.

Con lágrimas sobre sus mejillas, 'Olga' recuerda que con 'la cuota' se fue su negocio, el gran catalizador que mantenía unida a su familia, una burrería en el centro de la ciudad famosa por la especialidad: las bolas de carne.

'Lo que más trabajo cuesta es desocupar ese espacio que tanto costó trabajo ganarse en la sociedad. En la reconstrucción de tu persona, de ser empresaria a vendedora de artículos usados, te reinventas, aprendes a ser autosuficiente, a reparar el carro cuando antes le llamabas al mecánico, a cambiar de auto, de rutina. Se pierden amigos, se pierde tu vida, pero aprendes a ver el fondo como un escaparate de oportunidades para preservar tu patrimonio y tu valía intelectual y sentimental, o al menos lo poco que de éstos queda y descubres que hacer cualquier actividad es un acto digno. No hay vergüenza pero sí coraje, impotencia de ver a tu ciudad derrumbarse después de darte todo de la nada'.


Vivir entre ruinas

Oralia ya tiene lista la provisión para el invierno: una caja con más de 100 zapatos viejos que usará para alimentar un calentador de leña.

'Le echo un zapato al fogón y con eso se calienta toda la noche'. Ese calor podrá ser realidad si el techo de su casa no colapsa antes de diciembre, porque el salario de su marido -un hombre de 60 años que trabaja en un yonke- no alcanza para arreglarlo.

Con las lluvias pasadas la casa de Oralia se dividió en dos al desplomarse la parte central del techo por donde hoy entra la luz para iluminar tres estancias, pero por donde se colará todo el frío invernal que intentará abatir con un calentador que además de zapatos de desecho arderá con trozos de muebles de madera, plásticos, juguetes y cartón.

Las paredes de adobe están en la misma condición, y aunque tuviera recursos para reparar el techo, es probable que no lo sostengan ante la porosidad provocada por las averías en la cañería del drenaje y los escurrimientos de las lluvias.

'Tenemos dos hijos en la secundaria. Mi esposo gana 590 pesos a la semana y con eso nos tiene que alcanzar para comer y vestir. Antes, cuando vivían con nosotros mis hijas, alcanzaba para todo. No entiendo porqué ahora que somos menos de familia, alcanza para muy poco, casi para nada. Así no podemos reparar nada de lo que nos queda de casa, ya hasta una pared perdimos y casi se le cae a la vecina', lamenta mientras observa con melancolía las fotografías de 'los años felices' colgadas en una pared sostenida con un madero. Su estado depresivo apenas le permite hablar.

Oralia vive en la colonia Andrés Figueroa, una zona con todos los servicios donde no se consideraba a la pobreza como un problema; lo grave era la falta de pavimento y los conflictos entre las pandillas que se fueron acabando mutuamente. Es un ejemplo donde la pobreza patrimonial se está convirtiendo en pobreza extrema.

A unos metros de su casa, en el Eje Vial Juan Gabriel, se construyó un paradero del Transporte Semimasivo. Un proyecto que costó más de 600 millones de pesos y que nunca se echó a andar.


La miseria, una 'plaga' que carcome

Cerca de ahí se instala un mercado de segundas, donde acuden a comprar baratijas y perecederos vecinos de las colonias Plutarco Elías Calles, Frida Kahlo, Ché Guevara, Tierra y Libertad, 9 de Septiembre y Kilómetro 7, zonas que se han incorporado a los cinturones de pobreza enraizados desde el oriente de la ciudad, allá por la salida a Casas Grandes. En esa franja de la ciudad, según estudios de la doctora en sociología y catedrática de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, Sonia Baas Zavala, los índices de marginación urbana y el abandono del desarrollo humano han crecido a tal grado, que la pobreza extrema es un mal que no progresa entre una generación y otra, sino que se multiplica en cuestión de meses desde el 2007.

Sostener a 21 personas en casa

María del Rosario vende gorditas en ese tianguis cuatro días a la semana. Con sobrepeso y artritis reumatoide, toma el rodillo para terminar de amasar las tortillas que rellenará con guisados mientras relata que con las pocas utilidades de su negocio (5 gorditas por 20 pesos) tiene que mantener a 21 personas en casa, 15 de éstos menores de edad.

'Me ayudan con el sustento dos de mis hijos y dos yernos que trabajan en la maquila y que viven en mi casa con sus familias. Entre todos juntamos como 5 mil pesos por semana, y todos comemos durante cuatro días de los sobrantes del negocio. A veces algún guisado y a veces un poco de huevos con frijolitos. De lo que quede nos las ingeniamos'.

Si se dividen los 5 mil pesos que esta familia tiene de ingresos semanales entre los 21 integrantes (7 hijos, 2 yernos, 2 nueras, 7 nietos, María del Rosario, su esposo y un hermano), por día corresponden algo así como 34 pesos por persona para comer, vestir, transportarse, ir al trabajo o a la escuela y pagar los servicios que generan, aunque a veces completa el pago de gas, agua y luz con su pensión de 2 mil 250 pesos mensuales 'que todas las veces que la cobro, ya la debo'.

María del Rosario y su familia viven en un predio invadido desde hace 18 años en la colonia México 68 donde construyeron una casa de tres estancias: cocina y dos recámaras. Ahí duermen y conviven todos. El techo de la casa estaba a punto de desplomarse pero fueron ayudados por el Frente Independiente de Colonias Populares, una asociación civil que los dotó de madera para repararlo a través de gestiones ante el gobierno estatal.

Ana María González Acosta, dirigente de la agrupación, explica que la afectación mayor para estas familias aparte del desempleo, la falta de oportunidades educativas para sus hijos y la delincuencia pandilleril, es el alto costo de los servicios como el agua y las inscripciones para ingresar a sus hijos a las escuelas. 'Hasta los libros les venden y eso les afecta. Muchos tienen que pagar recibos hasta de 260 pesos de agua y 800 pesos de luz, no alcanzan a cubrirlos y les cobran reconexiones que en el caso del agua ascienden a 280 pesos. Eso no les permite cubrir otras necesidades, lo que agudiza su pobreza. Muchas familias están encabezadas por madres solteras o viudas que ven desfallecer su patrimonio sin poder evitarlo', detalla.

Verdura de segunda mano

Una de estas mujeres es Guadalupe, que adquiere en ese mismo mercado una bolsa de jitomate y otra de chile California de 'La Pachanga' (verdura de segunda mano) mientras explica cómo sostiene a su familia de cuatro integrantes con los 650 pesos que su esposo recibe como salario en la maquila.

'Llevo veinte pesos de jitomate y chile. Si lo junto con cebolla y un kilo de carne de cerdo que me cuesta 35 pesos, puedo hacer un guisado diferente durante cuatro días; y si lo combino con sopas, frijoles y tortillas, puede alcanzar para toda la semana. Desayunamos casi siempre huevo o el guisado del día anterior, y de cenar, un poco de pan también con el mismo guisado. Fruta no siempre. De tomar, a veces agua fresca o saborizantes de sobrecito. No alcanza para más porque cada semana tengo que apartar lo del agua, el gas que son 50 pesos por semana y la luz, que me llega hasta por 800 pesos cada bimestre'.

Guadalupe le compra la verdura a Óscar, quien explica que ya no vende la fruta y la verdura por fracción de kilogramo 'porque no sale'.

Óscar selecciona sus productos en la Central de Abastos, los coloca en bolsas de un kilogramo y los vende a 10 pesos por bolsa.

No se aventura a tener mucho surtido: papas, zanahoria, chiles California, serrano, puya, colorín y jalapeño; calabacitas, unas pocas manzanas, guayabas, col, cilantro, elotes a tres pesos y una combinación que prepara 'pa'l caldo'. Las ventas han ido a la baja, y más con el desempleo, dice.

Viuda por la violencia

A un costado, Martha vende artículos de higiene personal afuera de su casa. De ahí saca 30 ó 40 pesos por día y completa el ingreso alquilando el baño por 4 pesos por persona. Sin más, suelta el llanto cuando explica que con ese dinero tiene que comer y sacar avante a su hija de 38 años que padece epilepsia, y a una nieta que esporádicamente se queda en su casa.

Martha enviudó en octubre del año pasado cuando su marido fue víctima de un ataque armado contra un custodio del Cereso.

'Él y otros muchachos estaban tomando cerveza cuando los rafaguearon, pero el objetivo del ataque era el custodio. Me quedé sola, el refrigerador no sirve, la estufa tampoco, no me dan trabajo por mi edad (61 años) y lo poco que queda de la casa se está cayendo por la falta de mantenimiento. Regresar a Fresnillo, de donde llegué hace 40 años, sería un suicidio. Allá la miseria está peor que aquí', relata mientras seca sus lágrimas con la playera que un partido político le dio en la campaña pasada, una de sus pocas prendas de vestir en buen estado.

'No está para saberlo, pero hace tres semanas que estamos comiendo frijoles y té de hierbas que prepara mi hija para calmar sus nervios. Sólo vivo de lo que vendo, y en la casa ya no queda más por empeñar'. La dieta la completa con tortillas y chile, y a veces ni con eso porque tiene que resurtir el negocio.

Diagnóstico: La nueva pobreza, la patrimonial

El común de estas cuatro mujeres es que en muy poco tiempo fueron alcanzadas por el engrosamiento de los cinturones de pobreza en Juárez que desde hace dos años ha obligado a más de 200 mil juarenses a incorporarse, a ser parte de la nueva pobreza, la patrimonial, y llegar en algunos casos hasta la pobreza extrema. Ellas o sus familiares padecen enfermedades crónicas, pasan por estados depresivos graves y su condición de desarrollo humano es nulo.

La crisis económica derivada de la recesión en Estados Unidos y el conflicto entre grupos de la delincuencia organizada engrosaron en los últimos tres años estos cinturones de pobreza sostenidos por una estrategia de expansión de la vivienda precaria en zonas poco propicias para el crecimiento inmobiliario ante la irregularidad de la infraestructura a su alrededor.

La consecuencia de este engrosamiento es que en el periodo recesivo de 2007–2009 creció el índice de pobreza patrimonial como parte del abandono a una política de desarrollo humano sostenido y la prioridad que el gobierno dio a la atracción de inversión de bajo valor agregado y salarios 'compactos'.

Este es el diagnóstico que arrojaron los estudios presentados por especialistas del Colegio de la Frontera Norte durante el seminario 'Crisis y Desarrollo Económico en la Frontera Norte' efectuado la semana pasada, y que muestran las consecuencias de la carencia acentuada de una política de desarrollo humano en combinación con la atracción de inversión, sí, pero de bajos salarios.

Durante su ponencia, Isaac Sánchez Juárez, integrante del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez y aspirante a ingresar al Colegio de la Frontera Norte, detalló que con base en cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), la pobreza patrimonial creció en la entidad como consecuencia del crecimiento del ingreso en otros estados del país y el estancamiento salarial en Chihuahua.

Describió que en el año 2000, el estado formaba parte de las cinco entidades mejor posicionadas en cuanto a menores índices de pobreza, pero para 2008 descendió valores en el rango de la pobreza patrimonial hasta colocarse junto con Baja California Sur, Distrito Federal y Nuevo León por debajo de Baja California Norte, que es la única mejor colocada a nivel nacional.

El Coneval detalla en su más reciente reporte trimestral que el Indicador de la Tendencia Laboral de la Pobreza (ITLP) en Chihuahua creció 23.3 por ciento del tercer trimestre del 2007 al segundo trimestre de este año. Pasó de las 0.8986 unidades a los 1.1728 puntos, lo que representa una condición crítica contra el crecimiento de las familias y su entorno social.


La pobreza alimentaria

El Indicador de la Tendencia Laboral de la Pobreza muestra trimestralmente la tendencia de la proporción de personas que no pueden adquirir la canasta alimentaria con el ingreso de su trabajo, lo que engloba datos de la pobreza alimentaria (incapacidad para obtener una canasta básica alimentaria, aun si se hiciera uso de todo el ingreso disponible en el hogar para comprar sólo los bienes de dicha canasta), de la pobreza de capacidades (insuficiencia del ingreso disponible para adquirir el valor de la canasta alimentaria y efectuar los gastos necesarios en salud y educación) y la pobreza patrimonial, determinada como la insuficiencia del ingreso disponible para adquirir la canasta alimentaria, así como para realizar los gastos necesarios en salud, vestido, vivienda, transporte y educación, aunque la totalidad del ingreso del hogar se utilice exclusivamente para adquirir estos bienes y servicios.

Esta condición de pobreza fue reforzada por la expansión sin control de la ciudad derivada de la corrupción gubernamental para permitir la edificación de viviendas en zonas poco propicias.

Vivir en la marginación

La doctora en sociología, Sonia Baas Zavala, detalló que los fraccionamientos desarrollados en la última década al suroriente de la ciudad protagonizan la zona donde las condiciones de vida y las carencias de infraestructura y estructura urbana no garantizan una mejor calidad de vida, sitios donde en algunos casos se incrementaron los problemas sociales a partir de la proliferación de la violencia. Ahí, la mayoría de la población labora en la industria maquiladora.

'En estas áreas vemos casos de alta marginación económica y social. Incluso hay casas donde pueden llegar a vivir hasta 27 personas, viviendas localizadas en fraccionamientos de reciente creación construidos al amparo de intereses políticos y compadrazgos', explicó.

Detalló que en Juárez, al menos 620 mil personas radican en áreas no aptas para desarrollar una vida digna, principalmente por falta de infraestructura.

Esto significa que en Ciudad Juárez el 17.8 por ciento de la población (214,378 habitantes) vive en zonas donde potencialmente las condiciones no permiten vivir y las carencias de infraestructura son mayores, principalmente al norponiente, donde no hay inversión por parte del estado y donde sus pobladores no han podido superar su desarrollo. También al sur y suroriente persisten tales condiciones, donde los nuevos conjuntos habitaciones se han promovido.

En tanto, el 23.4 por ciento (281,866 personas) radica en áreas que no son aptas para vivir, pero las condiciones de infraestructura son buenas. Esta demarcación concentra la zona del viejo centro de la ciudad, donde la gente que se ha quedado a vivir a pesar de que no tiene potencialidad de vivir con libertad, pero las condiciones de infraestructura son buenas. Son zonas bien equipadas pero el capital humano mejor calificado que ahí vivía migró.

El 10.3 por ciento de los juarenses (124,019 habitantes) vive en zonas donde las condiciones potenciales son aptas pero la infraestructura no es buena.

El resto, 583 mil 568 habitantes (48.5 %), radican en áreas aptas para vivir y con menos carencias. Ahí, a las orillas de las zonas de mayor confort, hay un alto potencial educacional y fuertes ingresos.

Baas Zavala apuntó que las áreas con mayor rezago de infraestructura coinciden con un bajo índice de desarrollo humano, por debajo de la media nacional, 'lo que está atribuido a condiciones laborales mermadas derivadas del desempleo, el subempleo y salarios no aptos para desarrollar una vida digna', concluyó.

Compras 'de caridad'

'Ya no se dan abasto los guardias. Cada día entran más personas a pedir dinero para completar algo para comer. Eso es algo que antes no veíamos, pero que de unas semanas para acá es muy frecuente', describe la empleada del área de panadería de un supermercado.

La crisis y la pobreza en Juárez han roto cualquier restricción. Desde julio a la fecha es común observar al interior de los supermercados a mujeres que con sus hijos en brazos o a bordo de los carritos, se aproximan sigilosamente a los clientes para pedir ayuda y así completar para comprar leche, huevos o algún perecedero.

Algunas son detectadas por los guardias de seguridad y trasladadas al área de cajas. No las echan pero las invitan a pagar lo que traigan en el carrito, y si no tienen dinero, entonces les piden que salgan de la tienda.

'Los clientes no se quejan pero sí nos preguntan si estos es frecuente. Lamentablemente sí', agrega la empleada.

Rapiña en el abordaje

Flores, chicles, fruta, juguetes tradicionales, cigarros, muñecos de peluche, muebles inflables, agua embotellada, bolis, pastelillos, artículos escolares? cualquier cosa que se venda es un pretexto para hoy abordar un semáforo y sacar un ingreso.

El problema es, como en la mayoría de las actividades productivas lícitas o ilícitas en Juárez, 'la cuota'.

'Hay que mocharse con los dueños de las esquinas', explica un saltimbanqui que llegó al crucero de Pedro Rosales y Tecnológico para hacer malabares con fuego en septiembre pasado. La razón de su nueva actividad productiva: no completar para la inscripción a la universidad.

'Hay unos batos que llegan en la mañana y en la tarde. Venden algunas cosas un rato, calculan cuánto nos ha dado la gente, y nos piden 50 ó 100 pesos para seguir, bajo amenaza de que nos golpearán'.

Durante un recorrido en Paseo Triunfo de la República y Avenida Tecnológico, entre las avenidas López Mateos y La Raza, se contaron alrededor de 80 vendedores, limpiaparabrisas, volanderos, promotores de casas de atención paran adictos, indígenas e indigentes. Todos con un mismo objetivo: sacar para la comida del día.

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'En menos de 18 meses se diluyó mi negocio de 25 años ante la extorsión y la amenaza contra la seguridad de mi familia. En la reconstrucción de tu persona, de ser empresaria a vendedora de artículos usados, te reinventas, aprendes a ser autosuficiente. No hay vergüenza pero sí coraje, impotencia de ver a tu ciudad derrumbarse después de darte todo de la nada'

'Olga'

Ex empresaria de alimentos

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'Tenemos dos hijos en la secundaria. Mi esposo gana 590 pesos a la semana y con eso nos tiene que alcanzar para comer y vestir. Antes, cuando vivían con nosotros mis hijas, alcanzaba para todo. No entiendo por qué ahora que somos menos de familia, alcanza para muy poco, casi para nada. Así no podemos reparar nada de lo que nos queda de casa'

Oralia Rangel

Vecina de la colonia Andrés Figueroa

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'Me ayudan con el sustento dos de mis hijos y dos yernos que trabajan en la maquila y que viven en mi casa con sus familias. Todos comemos durante cuatro días de los sobrantes del negocio. A veces algún guisado y a veces un poco de huevos con frijolitos. De lo que quede nos las ingeniamos'.

María del Rosario

Habitante de la colonia México 68

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'Él y otros muchachos estaban tomando cerveza cuando los rafaguearon, pero el objetivo del ataque era el custodio. Me quedé sola, el refrigerador no sirve, la estufa tampoco, no me dan trabajo por mi edad (61 años) y lo poco que queda de la casa se está cayendo por la falta de mantenimiento

Martha Alvarez

Vecina de la colonia Andrés Figueroa

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