23 de septiembre de 2010

El cancerbero de Ulises: LA MUERTE PREMATURA DE UN SEXENIO

El cancerbero de Ulises: LA MUERTE PREMATURA DE UN SEXENIO

LA MUERTE PREMATURA DE UN SEXENIO
Agoniza prematuramente el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa; propios y extraños comenzaron ya a repartirse sus despojos. Seguramente allá en el 2006, a punto de sentarse en la silla, él y los suyos se imaginaron festejando el Bicentenario en la cúspide del poder. Qué va. De nada les ha servido el despilfarro de casi tres mil millones de pesos. Pasada la euforia se enfrentan al hecho de que, pese al bombardeo propagandístico incesante, a esa inversión multimillonaria de cuatro años seguidos en “imagen pública”, es la suya una gestión a la que, prácticamente en todos los ámbitos de la vida publica, se da por terminada.

Alineados están, en todos los frentes, los candidatos a sustituirlo. Rotas las formas tradicionales, acelerados los tiempos y radicalizado el lenguaje y las circunstancias de la competencia política ha comenzado ya la etapa de calentamiento de una campaña presidencial, que, en medio de una guerra que no tiene perspectivas de victoria, promete cobrarle caro a Calderón cada uno de sus errores; los magros, casi nulos resultados de su gestión, su incapacidad para tender puentes y sus constantes arrebatos autoritarios. Quien por su “mecha corta” mata por esa misma “mecha corta” muere.

Paradojas del poder: llegó “haiga sido como haiga sido” Calderón al cargo gracias al miedo, sembrado en la población, a un “peligro para México” y hoy será ese mismo miedo –y si no al tiempo- el que frene las aspiraciones de él y su grupo de continuar, de alguna manera, al mando y garantizarse así un manto de impunidad como el que ellos tendieron, a cambio de los favores recibidos, sobre Vicente Fox y sus muchas corruptelas y trapacerías.

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