4 de agosto de 2010

A seis meses, sigue abierta la herida en Villas de Salv�rcar. | Diario.com.mx

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Habitantes de Villas de Salvárcar en instalaciones de una biblioteca que abrieron después de ocurrida la masacreStaff/El Diario
A seis meses, sigue abierta la herida en Villas de Salvárcar
El Diario | 01-08-2010 | 00:02 | Local
Mientras con sus manos pule cuadros de imágenes que tiene en venta para sostener a su familia, Alonso Encinas busca que el tiempo resane el dolor que le causó el asesinato de su hijo José Adrián, el alumno destacado del Cobach 9, una de las 15 víctimas de la masacre de Villas de Salvárcar ocurrida el 30 de enero pasado.

“Ha sido muy difícil su ausencia, sobre todo porque m’ijo era un buen muchacho, ya estaba encauzado”, afirma el hombre mientras acomoda la exhibición de los cuadros que montó en el porche de su casa, en Villas del Portal.

Justo ahí, hace seis meses, puso un altar con los reconocimientos escolares de José Adrián, para mostrarlos a quien se acercaba a darle el pésame por su hijo, mientras su cuerpo estaba tendido en la sala-comedor de su pequeña casa marcada con el número 1319.

“Lo que pasó no debió haber pasado”, afirma su esposa, Reyna Alicia.
Casi frente a su casa, el sábado 30 de enero de este año, un comando armado atacó en tres viviendas y masacró a 15 personas, la mayoría de ellas estudiantes universitarios y de preparatoria que se divertían en una fiesta.

La zona de la tragedia permanece custodiada por una unidad de la Policía Municipal cuyos agentes fuertemente armados se mantienen al pendiente de los movimientos de los vecinos, se apreció durante un recorrido por la zona.

Ahora, a seis meses de esa masacre, la colonia luce tranquila pero con mucha actividad vecinal.

Los habitantes del lugar se han unido y trabajan por y para ellos. Esto ha alentado a familiares de las víctimas que aún residen ahí.

“La pena no es sólo mía ni de ella, es de todos”, dice, mientras señala a Reyna, Marycruz, mamá de José Luis Aguilar Camargo, de 19 años y estudiante de la UACH, otra de las víctimas de la masacre que hace seis meses conmocionó al país entero.

No sólo son vecinas que padecen el mismo dolor por el asesinato de sus hijos, ambas han trabajado para retomar la vida que dicen pareciera que se les fue con sus muchachos.

Esto ha hecho que el ambiente en su entorno se perciba distinto. Los habitantes de esta colonia retomaron sus actividades de manera normal.

Incluso la familia de Jesús Armando Segovia, de 15 años, decidió regresar a su casa, la que dejaron a pocos días del asesinato de su hijo, se pudo comprobar ayer al visitar el sector.

Su tragedia ha servido para lograr la unión que antes no era tan fuerte o no existía. Juntos murieron, juntos fueron sepultados y ahora sus familiares se juntan no sólo para orar por su redención, también para fortalecer la solidaridad vecinal.

“Nos hemos unido, estamos trabajando”, dijo Maricruz, quien reprochó que desde marzo ninguna autoridad se ha acercado para darle a conocer avances de las investigaciones que llevan por el asesinato de sus hijos.

Julián Contreras, vecino del lugar y activista que impulsa el movimiento la Unión de Villa, dijo que han transitado del miedo que prevaleció el primer mes a la desconfianza a todo y luego, a la unión para reivindicar la imagen de la colonia, de los muchachos masacrado y recobrar la paz.

Hoy se tiene una red de vecinos que busca mantenerse en contacto por la seguridad de las 500 casas habitadas que conforma esta colonia, dice.

Se agruparon en un comité porque “estamos echándole todas las ganas”, dice Silvia Baeza, una ama de casa que ahora encabeza, junto con algunos hombres y otras mujeres, acciones para devolver la vida a este sector del suroriente de la ciudad que luce semivacío porque muchos se han ido.

Como una muestra de su unión, decidieron abrir una biblioteca en una casa que lleva años abandonada y a la cual le pusieron el nombre de La Unión de Villas, porque “el dolor y el miedo que vivimos nos unió”.

Las familiares de las víctimas dicen que cada mes en la calle donde fueron asesinados sus muchachos se concentraron frente al lugar de la tragedia a orar por ellos.

Así lo hicieron en esta ocasión. Se recordó a José Luis, a su primo Horacio Alberto Soto Camargo, también estudiante de 19 años; a José Adrián, a Jesús Armando Segovia, de 15 años, así como a los hermanos Marco y José Luis Piña.

También oraron por Jaime Rosales Cisneros, Edgar Martín Díaz Macías, Eduardo Becerra, Jesús Enríquez Miramontes, así como por los estudiantes del CBTIS 128 Carlos Lucio Moreno, Jesús Enrique Miramontes y por Brenda Ivonne.

Estuvimos aquí, cada quien con su duelo y dolor, pero juntos, afirma Reyna quien a ratos a compaña a Alonso su marido, en la venta de los cuadros que elabora.

De esto vivimos, dice el hombre que hace meses fue despedido de su trabajo y ahora se dedica únicamente a esta actividad en el portal de su casa, ahí en Villas de Salvárcar, desde donde día a día trabajan en sanar la herida que, aún, sigue abierta.


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