17 de agosto de 2010

REGAR EL CHAYOTE: LA CORRUPCION PERIODISTICA

La economía cucurbitácea del oficio de reportero en Veracruz
Por Edgar Onofre


Añeja práctica entre el poder y el periodismo, el “chayote” o “embute” persiste en varios lugares y medios del país. El autor recurre a periodistas y reporteros de la ciudad de Veracruz para documentar la existencia de esta insidiosa y persistente forma de corrupción.
Regar el chayote

En su libro Los presidentes, el reportero Julio Scherer García ubica el origen del uso de la palabra chayote para referirse a la ayuda con la que los personeros del poder suelen cortejar (con éxito) a los reporteros. En 1966, el presidente de la ignominia, Gustavo Díaz Ordaz, inauguraba un sistema de riego en Tlaxcala mientras un funcionario de la Presidencia entregaba a los reporteros el embute, semioculto entre plantas de chayote. “¿Ves aquel chayote?”, decían los reporteros. “Están echándole agua. Ve allá”.

Desde entonces el chayote es para biólogos y botánicos el fruto de una planta trepadora de la familia de las cucurbitáceas, de tallo liso, delgado y muy resistente. Y para reporteros, editores, directores y fotógrafos de la prensa puede ser un discreto sobre, un viaje al extranjero, un posgrado para los estudiosos, una borrachera para los parranderos desinteresados, un auto o una casa para los que se cotizan fuerte y una ofensa o un error comprensible del funcionario para quienes resisten las tentaciones del erario.

Al chayote se le esconde o presume como el marido infiel al segundo frente (si el bígamo es discreto o los bigotes de la amasia no son digamos generosos, será asunto subrepticio. Si el adúltero es fanfarrón o la naturaleza fue munificente en carne y rostro de la beneficiaria, cabe esperar el alarde), pero es parte incuestionable de la ecología del periodismo nacional y en buena medida explica notas en interiores favorables a los funcionarios y, a veces, generosidades de por medio, alguna primera plana.

Para el chayoteador, es propina para el reportero de buenos servicios y una ayuda para que el pobre complete su magra quincena. Para los reporteros es motivo de indignación en doble sentido: se lamenta la tacañería del funcionario o se desprecia su intención corruptora. Es motivo de queja si el funcionario no reparte el pastel a satisfacción y motivo de burla con las peores intenciones para el reportero que se está haciendo calladamente rico.


http://revistareplicante.com/julio-2010/la-amistad-en-la-nomina/


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