6 de mayo de 2010

“La indignación por los horrores es mucho más fuerte que el miedo”--PERSECUCIÓN CONTRA EL PADRE GIRALDO EN COLOMBIA

“La indignación por los horrores es mucho más fuerte que el miedo”: "

Javier Giraldo en la comunidad San José de Apartadó en febrero de 2010 (Foto: Documental Amarillo)


El padre Javier Giraldo es probablemente el autor de una de las respuestas a un oficio para asistir a un juicio más hermosas, dramáticas y valiosas en el ámbito de los derechos humanos de la historia. Su objeción de conciencia por la que se niega a participar en ningún acto judicial colombiano es un texto de cuarenta páginas en el que leemos:


“A través de estos 29 años multitud de experiencias negativas y aterradoras fueron minando y destruyendo mi fe en la administración de justicia. No sólo la impunidad reinante que constituye una afrenta a los muchos miles de víctimas que he conocido, sino el conocimiento directo de los expedientes, de los mecanismos y de sus trampas que invalidan y contradicen los principios básicos legitimantes de la justicia, fueron sembrando en mi interrogantes, remordimientos, cautelas y repugnancias morales, que poco a poco me llevaron a descubrir la honda perversión del sistema judicial y a experimentar una radical repulsa de conciencia frente a cualquier otro eventual involucramiento procesal. Sólo el testimonio de experiencias concretas vividas puede transmitir la hondura de este impedimento ético”.

Y el padre Javier las relata una por una. Masacres de comunidades a las que ha acompañado a lo largo de los últimos treinta años, en las que ha convivido con la tortura, la muerte, las desapariciones, los secuestros, las amenazas. Y a las que la administración judicial respondía con la impunidad. Un documento redactado con el rigor y la pulcritud de un notario, y la humanidad del que es considerado “la conciencia de Colombia” por muchos, entre otros, un reconocido defensor de derechos humanos y periodista que conoce de primera mano su trabajo y que prefiere omitir su nombre, porque en Colombia, hasta los más expuestos y valientes viven en estos días un ambiente de amenaza omnipresente.


Ya a finales de los 80, Javier Giraldo, con el abogado Eduardo Umaña Mendoza, intentó que se esclareciera el caso de los desaparecidos del Palacio de Justicia, asaltado por la guerrilla M-19 y retomado por el Ejército. El abogado fue asesinado y las numerosas pruebas que ambos presentaron no volvieron a ver la luz hasta hace dos años, cuando la Fiscalía reinició el caso.


Otro de los casos más sangrientos que ha llevado fue el de la masacre de Trujillo, en el Valle del Cauca. Giraldo realizó una profusa investigación sobre el asesinato en 1990 de más de 300 personas acompañado por el párroco de la comunidad, que fue descuartizado y tirado en un río. Hasta 2008 el caso no fue reactivado.


Pese a estas dolorosas experiencias, Javier Giraldo sabe que la justicia es lo único que les queda a los pobres, por eso la buscó fuera, en organismos internacionales y en la denuncia pública, pero sobre todo la encontró en la Corte Interamericana de Derechos Humanos que gracias a sus denuncias ha condenado al gobierno colombiano en varias ocasiones.


Sin embargo hoy, es Javier Giraldo el que está en el centro de atención del país. En Bogotá han aparecido pintadas contra la Comisión Intereclesial Justicia y Paz, una ONG dedicada al apoyo a las comunidades afrodescendientes, indígenas y mestizas organizadas para no participar en el conflicto armado. El mítico integrante de esta organización, el padre Giraldo, aparece directamente en algunas de las pintadas, como aquella que pide “Acción nacional contra el cura marxista” o “Javier Giraldo = muerte”.


Conversamos telefónicamente con el sacerdote Javier Giraldo.


Pregunta. ¿En qué contexto aparecen estas pintadas?


Respuesta. Aquí siempre hemos tenido un conflicto social muy fuerte, político y militar. Pero sobre todo este último gobierno ha ejercido una represión muy fuerte contra la oposición política y los movimientos sociales. Ha favorecido a las empresas multinacionales, a los grupos más poderosos. Y por eso, los que trabajamos cerca de movimientos populares o de comunidades vulnerables, hemos sido blanco de ataques de este gobierno. Lo que se ha destapado los últimos días es algo muy grave. Que la agencia estatal dedicada a la seguridad, llamada el DAS, esté involucrada en magnicidios que han conmovido al país en el pasado, y que haya cometido un espionaje absolutamente ilegal y muy perverso a miembros de las Altas Cortes, líderes sociales, políticos, sindicalistas… En este contexto, uno ve que este tipo de amenazas es parte de este sistema perverso.


Este mismo lunes, Radio Caracol hizo público unos documentos supuestamente del DAS en los que se recogían todos los viajes de Javier Giraldo desde 1960, todos los datos que constan en el Registro Civil así como las fotocopias de unas páginas de libreta en la que aparecen los nombres de 32 investigadores y académicos. Todo ello con una carátula con una portadilla en la que se lee su nombre así como el nombre de la otra organización en la que participa, el Centro de Investigación y Educación Popular, donde es el director de la Base de Datos, y donde semestralmente publica un informe, llamado Noche y Niebla,que luego es utilizado por organizaciones, fiscales y abogados defensores de los derechos humanos.


P. ¿Cómo definiría al gobierno de Uribe?


R. Uno ve que otros gobiernos de América Latina están haciendo un esfuerzo por una política de cambios sociales y una independencia de los capitales internacionales. Sin embargo, Colombia se ha caracterizado por ser todo lo contrario. Se dan todas las garantías a las grandes empresas, a las multinacionales, y donde se gasta un gran porcentaje del presupuesto nacional en la guerra. Uno de los grandes problemas es la mezcla y la interacción entre grupos paramilitares y la política. Estos grupos han tenido mucha fuerza y poder en las últimas décadas y especialmente en este último gobierno. Se da la imagen de una desmovilización de estos grupos ilegales, pero en lugar de estar desapareciendo están pasando a una nueva fase para acomodarse como grupos legalizados e institucionalizados.


Al mismo tiempo, no ha habido un tratamiento adecuado para la otra violencia, la de la guerrilla. Nunca ha habido un verdadero diálogo con los grupos populares y las guerrillas. Nunca se ha dado un tratamiento a esta violencia que tiene un origen social y político. En Colombia, los accesos a la participación política están muy cerrados. Las Altas Cortes han declarado que los grupos de los poderosos y los paramilitares han comprado el Estado colombiano: han manejado la maquinaria electoral y han puesto a sus mayorías.


P.¿Quiénes cree que son los autores de estas pintadas?


R. Estos grafitis no pueden provenir sino de gente a la que no le gusta lo que uno hace. Mi vida social se restringe a viajar a sitios muy escondidos donde la gente es masacrada. Los autores son grupos muy allegados al gobierno, a las fuerzas armadas, a los paramilitares. Gente que incluso ha protestado por los juicios que se están llevando a cabo contra los militares que reconocidamente han participado en las masacres en las que han muerto cientos de personas. Esos paramilitares que actuaban apoyando a empresarios de palma africana, de la madera, del banano en el occidente del país, para usurparles las tierras a los afrodescendientes. Y ha habido sentencias nacionales pero también de la Corte Interamericana de Derechos Humanos que obligan al Estado colombiano a devolver las tierras y a proteger a estas poblaciones.


Francisco de Roux, máximo representante de la Compañía de Jesús en Colombia


La máxima autoridad de la Compañía de Jesús en Colombia, Francisco de Roux, ha alzado la voz para pedir la protección de la vida y de la labor de Javier Giraldo y ha invitado “a todos los hombres y mujeres que entre nosotros buscan la verdad y la justicia a que rodeemos con nuestro apoyo moral a un hombre que nos ha enseñado con el mensaje de su vida a ser consistentes con Dios y con nosotros mismos”.


El jesuita, visiblemente conmocionado por esta campaña contra Javier Giraldo, define así al padre amenazado: “Javier es un hombre íntegro, un luchador incansable por las víctimas de este país, extraordinariamente riguroso en sus denuncias, inpresionantemente cargadas de evidencias. Muchas personas víctimas del conflicto les deben la vida en este país, cuando ha cogido una avioneta para recoger a una persona herida arriesgando su vida. No acepta protección del Estado ni de nadie que tenga armas. Y por supuesto, no es un guerrillero, como le acusan algunos sectores. Eso es absolutamente falso. Su lucha ha sido sin más armas que su palabra y la jurídica. Eso sí con un rigor impresionante”.


A la pregunta de si sienten apoyo por parte de la Iglesia del Vaticano en su lucha por la defensa de los derechos humanos, el representante superior de los jesuítas en Colombia responde “Yo le puedo decir que el apoyo de los jesuitas es incondicional a lo que está haciendo Javier. Es cierto que varios obispos me han llamado diciendo que están muy de acuerdo en ese apoyo. Y hasta ahí le digo”.


La defensa del padre Giraldo, así como de la labor de la Comisión Intereclesial Justicia y Paz ha saltado la frontera colombiana y ha llegado a numerosos organismos, entre otros, la importante Federación Internacional de Derechos Humanos, que ha denunciado esta situación como una nueva campaña de desprestigio y apunta que “esta campaña pudiera estar ligada a las operaciones ilegales emprendidas por el Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) en contra de organizaciones de derechos humanos en las que, según recientes revelaciones judiciales, se encontraba la “Operación Internet”, que tendría como objetivo generar controversia en torno a las ONG mediante la emisión de comunicados a través de la creación de las páginas”.


Por tanto, la causa en defensa de Javier Giraldo se ha vuelto internacional como también lo ha sido su búsqueda por la Justicia.


P. Usted ha denunciado ante la CIDH en varias ocasiones violaciones de derechos humanos ocurridas en su país. ¿Cuál cree que es el papel que las cortes internacionales están jugando en el caso de Colombia?


La CIDH ha hecho un importante trabajo de defensa de los derechos humanos. Ha condenado muchas veces al gobierno colombiano por violaciones sistemáticas de los derechos fundamentales. Sin embargo, la Corte Penal Internacional (CPI) no ha actuado nunca. La justicia colombiana o no tiene voluntad o no tiene capacidad para actuar como debería. Por tanto, según los propios estatutos de la CPI debería haber actuado hace mucho tiempo.


P. Usted tiene una larga historia de trabajo con las comunidades de paz, especialmente con la de San José de Apartadó.


San José de Apartadó nació exigiendo que no la involucraran en la guerra: ni el gobierno, ni los paramilitares ni las guerrillas. Pero rápidamente, tanto el gobierno como los paramilitares han hecho todo lo posible por estigmatizarlas para mostrarlas como parte o auxiliares de las guerrillas. Se inventan falsos procesos para presentarlos así ante el país. Y esta postura de no participar en la guerra ya le ha costado a San José más de 200 muertos.


P. ¿Por qué trabaja en la defensa de los derechos humanos?


Lo llevo haciendo más de treinta años, cuando estaba estudiando en Francia. Eran finales de los setenta y el gobierno de Carlos Lleras masificó la tortura. Nos llegaban cartas muy angustiosas contándonos los horrores que estaban sucediendo. Yo me fui involucrando en grupos franceses de derechos humanos, de Amnistía Internacional. Y cuando llegué a Colombia a principios de los ochenta empezaba el fenómeno de las desapariciones. Yo tenía muy claras mi convicción de que la solidaridad con las víctimas era una parte fundamental de la fe cristiana.


P.¿Tiene miedo?


Ya he sido amenazado otras veces. Incluso hubo una vez que tuve que abandonar el país. Pero siempre he tomado el miedo como algo secundario. Claro que toda persona tiene miedo, y es muy humano. Pero en toda mi trayectora ha habido algo que puede más. La indignación por los horrores. Eso es más fuerte que el miedo.

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