6 de marzo de 2010

REPORTE ÍNDIGO: Los cómplices del padre Maciel

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Los cómplices del padre Maciel

Reporte Índigo
06-Marzo-2010


Más allá de los abusos del sacerdote, el cuestionamiento se centra en aquellos que supieron de sus aberraciones, pero prefirieron callar antes que poner en riesgo a la Legión de Cristo

Los que estaban más cerca del padre Marcial Maciel supieron lo que hacía. Y guardaron silencio.

Gracias a esto, su fundador y superior, al que por mucho tiempo llamaron “nuestro padre”, pudo seguir cometiendo toda clase de abusos. Especialmente los de naturaleza sexual.

Por ese silencio pudo incurrir en toda clase de aberrantes conductas que habrían avergonzado al más empedernido pecador de los infiernos de la Divina Comedia de Dante Alighieri.

Y es que los más cercanos a Marcial Maciel, lejos de impedir que siguiera con los abusos, no sólo guardaron silencio, sino que le facilitaron las cosas al predicar insistentemente que el superior era un santo.

El culto a la personalidad del falso santo llegó a tal grado, que se ordenó que los niños de sus escuelas llevaran como materia la vida, obra y milagros del padre Maciel.

Y así, el silencio que al principio fue sólo de encubrimiento, pronto llegó a ser un silencio cómplice. Porque Marcial Maciel no hubiera podido hacer lo que hizo sin contar con el auxilio del Estado Mayor de su Legión. Algunos de ellos incluso víctimas de sus abusos.

Tampoco hubiera podido llegar tan lejos de no haber contado con el silencio cómplice y la protección de algunos de los más altos jerarcas de la Iglesia Católica, tanto en México como en Roma.

Aunque habrá que reconocer que unos lo hicieron porque creyeron en él. Porque fueron engañados como otros tantos.

Pero otros lo hicieron conscientes de que lo que sabían sobre Marcial Maciel era algo más que un mero rumor, sabían que los hechos estaban documentados desde los años 40 en los archivos secretos de la curia vaticana.

A decir de los expertos, son los casos del cardenal Norberto Rivera, en México, y el cardenal Angelo Sodano, en Roma.

¿Qué podrían decir de esas denuncias los sacerdotes legionarios Álvaro Corcuera y Luis Garza Medina, quienes hasta hace poco defendían la honorabilidad de su mentor a pesar de que estaban al tanto de los hechos?

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