18 de marzo de 2010

@juárez.com: La solidaridad de Montemayor con Lomas del Poleo

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La solidaridad de Montemayor con Lomas del Poleo

Juan Carlos Martínez Prado


Con la muerte del escritor Carlos Montemayor México está de duelo pero también lo están los habitantes de Lomas del Poleo. Cuando en noviembre de 2008 se informó al escritor sobre la situación de acoso y violencia en que vivían los pobladores de esa colonia del poniente de Ciudad Juárez y se le pidió su solidaridad e intermediación para que la voz de los colonos llegara más lejos, Montemayor no dudó en apoyar esta causa.



Gracias a él, la revista Proceso y el matutino La Jornada enviaron periodistas a esta frontera y ambos medios publicaron en las semanas siguientes reportajes en los que se daba a conocer que en Juárez, desde marzo de 2003, se había inaugurado una heterodoxa forma de gobernar en que las autoridades dejaban el mando de ciertas áreas de la ciudad en manos de particulares.



Carlos Montemayor, laureado por la transparencia y agudeza de su palabra escrita y reconocido por su paso firme al lado de las luchas sociales del México de las últimas décadas, aceptó con humildad conocer la lucha de Lomas del Poleo y conectó esta resistencia en dos de los medios más prestigiados del país. Montemayor supo que desde allí miles de mexicanos escucharían con mayor atención el sufrimiento de estos colonos desheredados.



Entre los documentos que los pobladores de Lomas del Poleo entregaron al escritor para que conociera su situación, hubo uno que destacaba por la manera en el que sus autores narraban con sus propias palabras la tragedia padecida desde los últimos cinco años. En el texto, los lamapoleoneses contaban como un día del mes de marzo de 2003, el empresario juarense Pedro Zaragoza Fuentes, había cercado con alambre de púas una comunidad de 250 familias, sin que ninguna autoridad judicial hubiera intervenido para detener semejante atropello.



Recuerdo la atención con que Montemayor escuchó esta historia dramática. Su ceño adusto se frunció cuando supo que en Lomas del Poleo no sólo existía una cerca de púas, sino que sus habitantes, en ese entonces, reducidos a menos de 70 familias, sobrevivían vigilados por hombres armados desde dos torres de control. Antes de que el cáncer lo atrapara, Montemayor supo también que en Juárez un particular adinerado había impuesto su propio Estado de derecho y que gracias a la impunidad de que gozan los poderosos en el norte de México a los colonos de Lomas del Poleo se les habían destruido sus casas, se les mataban sus perros, se les registraba y se les exigía identificación a las puertas de la colonia y se les prohibía ingresar a la misma comida para sus animales de crianza.



Carlos Montemayor entendió que el caso de Lomas del Poleo era el mismo de cientos de resistencias que en el mundo luchan en contra del despojo de la tierra. Para este escritor comprometido con las causas de los de abajo, la avaricia de empresarios como Pedro Zaragoza Fuentes estaba emparentada con la rapacidad de los capitales transfronterizos interesados por desarrollar proyectos industriales en tierras geográficamente rentables.

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