Sexo y familia
Carlos Murillo González
Las relaciones de poder penetran en los cuerpos.
Michel Foucault
El Día Internacional de la mujer, que se celebra mundialmente cada 8 de marzo desde principios del siglo XX, es una fecha incómoda para el Estado mexicano y particularmente para los gobiernos de derecha (panistas o priístas) por eso Vicente Fox incorporó en el 2003 el primer domingo de cada marzo como el El día de la familia para contrarrestar el peso político de la permanencia y aumento del feminicidio y la violación de los derechos de las mujeres.
En la realidad cotidiana de las y los mexicanos, el sexo y la sexualidad están en una situación subyacente en la problemática de las mujeres y la familia. Una sociedad con una deficiente o nula educación sexual no puede aspirar a su emancipación y progreso porque reproducirá constantemente en una dialéctica negativa los esquemas que hacen de su situación enajenada una constante, como la violencia en la familia y la todavía precaria situación de la mujer en relación con el hombre. La sexualidad es y sigue siendo una forma de control político-social cuyos efectos los notamos en el subdesarrollo económico, la dependencia a líderes y gobiernos autoritarios y corruptos, o en la adoración a un modelo de familia más fantasioso que utópico.
¿Sexualidad atrofiada, atrasada o reprimida? La cuestión es la síntesis de factores negativos presentes en éste uno de los puntos clave del desarrollo humano. En México se habla menos de sexo que de política y religión, lo cual es decir bastante y grave, demostrando un estatus de tabú tan grande como la intolerancia de la sociedad mexicana hacia la población lésbico-gay, la ignorancia del orgasmo o la degradación de la mujer hacia una sujeto socialmente pasivo.
Sin un buen desarrollo de la sexualidad la vida se vuelve una larga y pronunciada neurosis permanente capaz de derrochar o desaprovechar esa energía en asuntos de violencia como la guerra, la represión, o la intolerancia y la insensibilidad. Si el asunto del sexo se vuelve una cuestión de higiene, de reproducción de la especie y sobre todo, de un acto sin el placer del orgasmo, estamos entonces frente a una sociedad enferma y subdesarrollada.
La mentalidad machista autoritaria es tal vez, el aspecto más evidente de la conjugación de factores negativos de una mala sexualidad que produce familias. La religión cristiana, particularmente la católica, tiene mucha responsabilidad en el caso mexicano, puesto que sostiene y divulga un esquema patriarcal de familia donde la autoridad del hombre refleja la ideología institucional de la iglesia y no permite alternativas fuera de su estrecha estructura. Para una familia machista autoritaria a la mexicana, la madre representa a la virgen, el sexo representa el camino del mal y si una mujer lo practica, la convierte en una puta, mientras si es el varón, entonces está bien, incluso si deja “hijos(as) regados(as)” fuera del matrimonio, único espacio donde se puede practicar la sexualidad con o sin disfrute.
El catolicismo es mal consejero en cuestiones de familia porque sus representantes renuncian precisamente a tener una en los términos que la iglesia dicta.
Entonces es de entender (sin aceptarla) su posición frente al aborto, la homosexualidad o lo que ellos llaman, la “familia nuclear” (papá, mamá, hijos) porque en realidad desconocen la realidad sexual humana, sumándose luego a realizar verdaderas atrocidades comparadas con lo que ellos critican, como el abuso sexual infantil (pederastia) pero también practican los matrimonios secretos o la homosexualidad. El caso de Marcial Maciel el sacerdote fundador de los Legionarios de Cristo, es un caso emblemático de abuso y corrupción de poder de altos vuelos, acusado por al menos uno de sus hijos (sic) de violación.
La herencia sexual atrofiada que brinda el catolicismo tiene eco en la cultura y la política; para efectos didácticos, valga el análisis de la figura de Felipe Calderón que representa al padre autoritario que educa a sus hijos(as) en base a violencia. La imagen de la familia calderoniana se cimbraría entonces en los valores católicos como la sumisión, la obediencia, el patriarcado, con la mujer en un segundo plano y los hijos como receptáculos reproductores de esos valores, con gran intolerancia hacia todo lo que quede fuera de ese esquema. Que bueno no ser hijo Calderón; que malo que sea el presidente (espurio) de México.
La familia que se busca celebrar El día de la familia, es generadora de una cultura sumisa-autoritaria productora de súbditos sumisos y soberanos autoritarios, ambos aspectos sumamente nocivos por enajenantes, pues en este tipo de familias no hay democracia: las libertades son limitadas y la equidad e igualdad simplemente se desconocen. Tanto una familia naca como una fresa, reproducen estos esquemas de clase: familias políticamente sexuadas, despolitizadas hacia el interés público, sexualmente ignorantes, pero potencialmente peligrosas si sus miembros llegan a ocupar cargos de poder de cualquier tipo.
Sociología del orgasmo. El concepto conservador de familia descrito, tan limitado e idealizado, llega a su idiotización por la falta de la realización sexual plena de sus miembros. Rechazar la sexualidad, incluso hablar de ella, equivale a una acción retrógrada. Uno de los principales observadores críticos de esta situación, el psiquiatra Wilhelm Reich y sus discípulos como Alexander Lowen, insisten en la liberación de la energía sexual como paso inevitable para la transformación de la humanidad o en palabras de Reich “la salud mental de una persona se mide por su potencial orgásmico”.
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Carlos Murillo González
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