14 de febrero de 2010

PROCESO: Las guadalupanas de la Sedena

Las guadalupanas de la Sedena
Jorge Carrasco y Rodrigo Vera


A contrapelo de la reforma al artículo 40 de la Constitución aprobada el jueves 11, mediante la cual la Cámara de Diputados refrendó que México es una República laica, los altos mandos militares y sus familias continúan acercándose a la Iglesia católica. Esta devoción se hizo manifiesta a partir de 1986, tras la promulgación, por parte de Juan Pablo II, de la constitución apostólica Spirituali Militum Curae, encaminada a la formación de capellanías militares. Desde entonces la profesión de fe castrense se ha intensificado…



Miroslava Benítez, esposa del general Guillermo Galván Galván, titular de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), encabezó un inusitado acto artístico religioso el pasado 24 de agosto en la Basílica de Guadalupe: la apertura de Bajo el manto de la virgen, una exposición de pinturas guadalupanas realizadas por cónyuges de altos funcionarios de la dependencia.

Oradora principal en ese encuentro, la devota esposa del general Galván dijo: “Esta exposición de arte sagrado, Bajo el manto de la virgen, es síntoma de la poderosa fe que transita por los corazones de una nación, y en particular por este grupo de damas voluntarias que, inspiradas en la Virgen de Guadalupe, exponen ante nosotros sus hermosas obras de arte”.

Enfundado en su sotana negra y púrpura, monseñor Diego Monroy, rector de la Basílica de Guadalupe, veía las pinturas expuestas de las piadosas damas, y escuchaba atento a la esposa del general Galván, quien proseguía así su perorata:

“Nos reunimos en campo sagrado de la milenaria historia de los mexicanos, tierra donde ha germinado la obra evangelizadora de nuestro Padre Celestial, a través del divino mensaje cristalizado en la aparición de nuestra madre Santa María de Guadalupe.”

Doña Miroslava observó a sus compañeras y les dijo:

“Qué maravilloso poder apreciar el talento y las capacidades estéticas de estas pintoras que combinan su arte con las obligaciones hogareñas… Les deseo que continúen por esta senda de fe y compromiso con el arte, la familia y el cultivo espiritual.”

Se dirigió luego a monseñor Monroy para agradecerle el haber dado cabida a la exposición:

“A las dignidades religiosas, en particular a usted, monseñor Diego Monroy, les agradezco sus valiosos esfuerzos para hacer propicia la presente exposición y hago votos por que este enlace se mantenga siempre en la mejor relación de fe.”

Al tomar la palabra, Diego Monroy reivindicó la figura de la Virgen de Guadalupe en la Independencia de México y pidió que se recurriera a ella para apoyar al gobierno de Felipe Calderón. “En estos momentos de crisis es necesario colocarla nuevamente como estandarte de fe y pedirle por nuestros gobernantes”.

Así se desarrolló la ceremonia inaugural de la exposición, que encabezó la esposa del general Galván y fue promovida por las damas del Voluntariado de la Dirección General de Administración de la Sedena.

En sus lienzos –que estuvieron expuestos hasta el 31 de agosto en la Carpa de las Rosas, situada en el amplio atrio del santuario–, las esposas de los militares dieron rienda suelta a su imaginación: pintaron a la Guadalupana emergiendo entre pencas de maguey, entre estrellas, entre lunas, arrullando a un niño en su regazo o dirigiendo a las huestes insurgentes del cura Miguel Hidalgo.

En total, fueron 29 las damas expositoras: Irma Yolanda Valenzuela, Ángeles Rodríguez, Blanca Alicia Saavedra, Blanca Quintal, Blanca Mohedano, Edna Martínez, Felipa Baeza, Mailee Chávez, Rosa Ibarra, María de Jesús Muñoz, Gloria Martínez, Gabriela Parente, Sonia Guadarrama, Luz María Arellanos, Luz María Vega, Claudia Rodríguez, Lydia Martínez, Leticia Ruiz, Ana María Jakellyn, María de los Ángeles Rojas, Mónica Díaz, Georgina Septién, Ana Lorena Díaz, María Luisa Sánchez, Carolina Cruz, Mayte Valencia, Alma Muñiz, Diana Robles y Silvia Vargas.



Pintoras devotas



Nunca antes se había dado una pública manifestación religiosa bajo el manto del Ejército, y menos aún encabezada por la propia esposa del titular de la Sedena.

La vocera de la Basílica de Guadalupe, Marcela Vallecillo, comenta: “Es la primera vez que gente ligada al Ejército realiza una manifestación pública de esta naturaleza. En esa exposición, manifestaron abiertamente su fe guadalupana”.

–¿Anteriormente, ustedes ya habían prestado espacios religiosos a estas damas del voluntariado del Ejército?

–No, nunca. Es la primera vez que estas señoras realizan aquí un evento. Claro, los cuadros que pintaron y exhibieron no fueron precisamente obras de arte. Pero eso no importa, sino el hecho de haber externado su fe religiosa a través de su exposición Bajo el manto de la virgen.

–Varias dependencias de gobierno realizan sus respectivas peregrinaciones anuales al santuario. ¿La Sedena tiene la suya?

–No, el Ejército no tiene su peregrinación anual ni tampoco la Secretaría de Marina. En esto se distinguen de otras dependencias, como la Secretaría de Salud, cuyos trabajadores tienen su peregrinación anual, lo mismo que algunas corporaciones policiacas o los empleados de limpia del Distrito Federal, por citar sólo unos ejemplos.

Vallecillo hace notar que, con su exposición abierta al público, las damas del Ejército hicieron proselitismo religioso, pues utilizaron la Carpa de las Rosas, “uno de nuestros espacios de evangelización que permanentemente es usado por movimientos y grupos de laicos católicos, como los Caballeros de Colón”.

Por lo pronto, esta exposición pictórica es fruto del proceso de evangelización que actualmente emprende la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) entre los miembros del Ejército y sus familias, a través de la llamada pastoral castrense.

“Basta de simulaciones. El pueblo de México es guadalupano. Por lo tanto, también lo son los miembros del Ejército y sus familias. Tienen derecho, pues, a expresar su fe”, dice el sacerdote Manuel Corral, vocero de la CEM.

Corral agrega que la Iglesia seguirá dando cabida a estas expresiones de fe provenientes de las familias de los militares, y continuará igualmente ampliando y perfeccionando su pastoral para las milicias.

El general de división retirado Carmelo Terán Montero señala que “aunque se mantiene la separación, es un hecho que la Iglesia se está acercando a nosotros”, y uno de sus objetivos es establecer capellanías dentro del Ejército. Considera que esto “no es lo deseable”, pero admite que “puede ocurrir”, pues “la Iglesia tiene fuerza y tiende a buscar más”.

Aparte, señala que la alianza Iglesia-Ejército es apoyada por el actual gobierno panista. Y la exposición en la Basílica es sólo “un indicio” de esa alianza en proceso.

Formado en inteligencia militar en instituciones de Estados Unidos, el general Terán Montero advierte que no todos los miembros de la milicia son católicos, por lo que “puede haber cierta resistencia” a la pretensión de instalar capellanías:

“No es tan fácil. Hay competencia de otras religiones. En la institución hay mucha gente que no es católica, aunque la mayoría de los generales sí lo son”, dice.

El general Terán Montero también ve con reticencia el acercamiento entre la Iglesia y el Ejército: “Tenemos una historia que nos impide inclinarnos totalmente hacia la Iglesia”, dice, refiriéndose a los conflictos que ambas instituciones tuvieron en los siglos XIX y XX, cuando la jerarquía eclesiástica desconoció las constituciones de 1857 y 1917, que concibieron al Estado laico en México, después de tres siglos de dominio de la Iglesia en la vida pública.

Apunta: “No olvidemos que algunos golpes de Estado perpetrados en América Latina siempre tuvieron tres componentes básicos: Estados Unidos, la Iglesia y el Ejército”.

Y justamente para ponerle un alto a la creciente injerencia de la Iglesia en la esfera del Estado, la Cámara de Diputados aprobó –el jueves 11– la reforma al artículo 40 de la Constitución, para asentar textualmente que la República es “laica”, además de representativa, democrática y federal.

El diputado Porfirio Muñoz Ledo, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores, advirtió que la reforma “es apenas una primera respuesta a la insolencia con la que se ha conducido la jerarquía eclesiástica”, refiriéndose, sobre todo, a la actual campaña del clero contra los matrimonios entre personas del mismo sexo, que es respaldada por el gobierno de Felipe Calderón mediante la Procuraduría General de la República, la cual interpuso una acción de inconstitucionalidad contra la legalización de esas uniones en el Distrito Federal.

Pedro Vázquez González, coordinador del Partido del Trabajo, señaló por su parte: “No se debe permitir que las jerarquías eclesiásticas, con cualquier pretexto, pretendan subordinar al Estado a sus intereses”.

Sin embargo, el actual debate sobre la injerencia de la Iglesia se ha centrado en el terreno de la sexualidad –como la legalización del aborto o del matrimonio gay–, pasando por alto otros ámbitos en los que la jerarquía católica gana terreno, entre ellos el de la pastoral castrense.



Una paciente evangelización



La actual evangelización del Ejército mexicano es una orden que proviene del Papa Juan Pablo II. En su constitución apostólica Spirituali Militum Curae, promulgada en abril de 1986, el pontífice ordenó a los episcopados de todo el mundo tener un obispo encargado de atender exclusivamente al Ejército, con su catedral y su seminario propio para formar sólo capellanes.

El episcopado mexicano le encomendó iniciar esa difícil tarea al entonces obispo de Nuevo Casas Grandes, Chihuahua, monseñor Hilario Chávez Joya, quien –en una entrevista con este semanario– reveló que el objetivo era desterrar el divorcio histórico que existe entre el clero y el Ejército mexicanos, por lo que era necesario “buscar con misericordia a la oveja perdida. No podemos abandonar a nuestros soldados. Ellos también son bautizados y, por tanto, miembros del cuerpo de Cristo” (Proceso 1051).

Bajo las órdenes de Chávez Joya, el religioso Carlos Ortiz Montes, de la congregación de los Cruzados de Cristo Rey, se hizo cargo de la primera capellanía militar que se erigió en el templo Cristo Rey de la Paz, ubicado frente a las instalaciones de la Sedena. Ahí empezó a preparar a los primeros catequistas que difundieron el evangelio entre los militares y sus familias. Fue el embrión de la pastoral castrense en México.

El general Terán Montero cuenta que el Ejército acondicionó ese templo –“no se puede decir que no”–: colocó un vitral con las figuras de San Miguel Arcángel y un elemento del Cuerpo Especial de Paracaidistas luchando juntos “contra el mal”, y erigió un monumento que muestra a un soldado moribundo “entregando su alma a Dios” (Proceso 1625).

Tras 20 años de llevar la pastoral castrense, Chávez Joya dejó el cargo en 2006 por su avanzada edad. Lo sustituyó monseñor Víctor René Rodríguez, a quien el episcopado le creó un organismo especial para coordinar todas las capellanías a lo largo del país, la Dimensión Fuerzas Armadas.

Monseñor Rodríguez aclaró que esas capellanías son todavía “informales”, pues aún no operan dentro de los cuarteles. Y adelantó: “Nuestra intención es atender no sólo al Ejército, sino también a la Fuerza Aérea, a la Marina y a las corporaciones policiacas”. Para esto, el episcopado ya cuenta con un grupo de sacerdotes especializados en pastoral castrense que se aglutinan en la Corporación de Clérigos Castrenses (Proceso 1598).

El obispo auxiliar de Morelia, monseñor Octavio Villegas, acaba de ser nombrado nuevo titular de la Dimensión Fuerzas Armadas. De esta manera, la Iglesia católica poco a poco ha ido consolidando la pastoral castrense y evangelizando al Ejército.

Para esto, cuenta incluso con el apoyo de organizaciones de laicos católicos, como los Caballeros Templarios, una asociación civil militarizada que ya colabora con el Ejército mexicano y le da asesorías. Apenas en 2004 la Orden del Temple llegó al país. Sus miembros aseguran provenir de la misma orden monástica castrense que cobró auge en la Europa medieval (Proceso 1625).

El vocero de la CEM, el sacerdote Manuel Corral, señala que, pese a estos avances, aún falta tiempo para que en México haya por fin un obispo castrense, como lo ordena el Vaticano.

“Es un proyecto de largo plazo. Nosotros en la Iglesia no llevamos ninguna prisa”, concluye.

¡Es un Honor Estar con Obrador!

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