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El Diario | 02-02-2010 | 09:08 | Local | Video
Con la entrega de los cadáveres de las personas asesinadas en el fraccionamiento Villas de Salvárcar, se reavivó el calvario de familiares y amigos que inició el sábado por la noche al saber de la tragedia que los marcó de por vida.
Y es que luego de verlos partir el sábado por la noche rumbo a un convivio en la colonia donde residían, ya no los vieron regresar con vida.
Ayer luego de interminables horas los estudiantes comenzaron a volver a sus hogares pero ahora dentro de fríos ataúdes para ser vistos por última vez por sus seres queridos que se congregaron en las inmediaciones de la calle Villa del Portal a unos metros de donde horas antes se suscitó la masacre.
Incredulidad, reclamos a las autoridades y solicitando que los medios de comunicación les dieran un poco de privacidad para poder estar en familia y darle la despedida a los adolescentes fue lo que se vivió ayer por la noche en el fraccionamiento que pareciera estar abandonado de toda ley pero que justo después de la matazón si se vio plagado de cuerpos de seguridad.
La espera en las instalaciones del Servicio Médico Forense, así como en las casas o funerarias donde los velarían, fue un segundo calvario para las familias pues pasaron alrededor de 40 horas desde que se llevaron los cuerpos de la escena del crimen, hasta que empezaron a entregarlos a sus deudos, tiempo en el cual se incrementó la angustia de no tenerlos cerca para brindarles las últimas muestras de cariño.
Desde temprana hora de ayer, en las casas de la calle Villa del Portal se esperaba de manera impaciente la llegada de las carrozas.
Se hablaba de que desde poco después de las 5:00 de la tarde se habían empezado a entregar los restos de los fallecidos y que la empresa funeraria contratada por el Gobierno del Estado, ya los tendría en sus instalaciones para empezar a embalsamarlos, pero nada de eso ocurrió y las horas de espera parecían interminables, hasta que finalmente por la noche ‘volvieron a casa’.
Frente a las viviendas que habitaban los ahora difuntos, se congregaban parientes, amigos y vecinos, con veladoras, flores y pancartas, preparados como muestras de amor.
El ambiente era de angustia y de tristeza, pero también de rabia y coraje, en protesta porque las autoridades no les presentaban a los asesinos de sus hijos, hermanos o amigos.
A las 8:50 de la noche llegó el primer cadáver: el de Horacio Alberto Soto Camargo, y una hora después el de su primo José Luis Aguilar Camargo, ambos de 19 años, por lo que el sufrimiento se desbordó entre los presentes, quienes entraban a verlos en los ataúdes.
Una a una, las personas ingresaban a la residencia marcada con el número 1317, a ver a los muchachos que fueron brutalmente masacrados.
También fue entregado el cuerpo sin vida de Jesús Armando Segovia Ortiz, el estudiante que contaba apenas con 15 años de edad.
Decenas de compañeros de escuela de los fallecidos se congregaron en el lugar para despedirlos y en medio de rostros desencajados incrédulos de lo ocurrido, los amigos de los jóvenes rezaban, hacían porras de su escuela y después se abrazaban unos a otros para darse apoyo moral.
Se espera que en las próximas horas sean sepultados.
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