7 de enero de 2010

Banxico, el tabernáculo de la ortodoxia neoliberal [Voltaire]

Banxico, el tabernáculo de la ortodoxia neoliberal [Voltaire]:

por Marcos Chávez M.*

Mientras no se transformen las normas que rigen el funcionamiento del Banco de México (Banxico) y de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), que los han convertido en el tándem de la rancia, fracasada y desacreditada ortodoxia monetarista, en los guardianes de la teocrática contrarrevolución, la neoliberal mexicana, carecerá de relevancia, hasta cierto grado, la sucesión de los ayatolás de esos tabernáculos."


El único requisito que se exigirá a quien pretenda ocupar el puesto del sumo sacerdote en esos templos será el que garantice la continuidad de ese proyecto de nación; que el monje candidato haya utilizado fielmente, sin desdoro, los hábitos de la congregación; que sea un convicto y confeso creyente de la ortodoxia; que contra viento y marea se comprometa a cumplir escrupulosamente con los dogmas tallados con sangre en las leyes orgánicas de dichos organismos –el balance fiscal cero, la defensa del valor de la moneda y el control de la inflación–; y que sea respetado por la “comunidad” local y foránea, los dueños del capital financiero.

En ese sentido, Guillermo Ortiz cumplía con los requerimientos necesarios para mantenerse como gobernador del banco central durante un sexenio trágico más. El Chicago Boy, nombrado a sí mismo pretenciosamente como “soldado de México”, era bien visto por los mandarines de la internacional neoliberal, de la naufragada “globalización” del “consenso” de Washington, el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial, los desacreditados corsarios expertos en hinchar desaforadamente sus ganancias en los agitados mares de la especulación financiera, en manipular y hundir los mercados. Como banquero central, en 1998-2009, fue confiable, pues se sometió sumisamente a sus dictados, siguiendo las lecciones de su predecesor Miguel Mancera (1982-1988), el patriarca de nuestros Chicago Boys. Su política monetaria empleada para reducir la inflación, los altos réditos internos contra los externos, la sobrevaluación cambiaria, su respeto irrestricto a la especulación en los mercados bursátil, de dinero y de divisas, y su defensa a ultranza de la libre entrada y salida de capitales premiaron siempre la rentabilidad financiera sobre la productiva. Su militancia en la ortodoxia ya había sido probada cuando fue empleado del FMI (1984-1988). Como secretario de Hacienda (1994-1998), sus servicios al capital financiero fueron invaluables, si se considera su participación en el sucio e ilegal rescate de los quebrados banqueros mexicanos y la subsecuente entrega del sistema financiero a los especuladores foráneos, después socializar las pérdidas, de convertir los pasivos fraudulentos en deuda pública (poco más de 700 mil millones de pesos del Instituto para la Protección de Ahorro Bancario-Fondo Bancario de Protección al Ahorro).

Sus desavenencias con el actual líder supremo de la contrarrevolución neoliberal, Felipe Calderón, obstaculizaron su reelección. Pero no hay que olvidar que los arrebatos del hijo de cristero son simples ocurrencias, producto de sus inescrutables estados de ánimo. Calderón puede ser ingrato, pero no sus beneficiarios. A Ortiz ya le habían prometido un puesto en el Banco de Pagos Internacionales. De todos modos, no quedará damnificado porque recibirá una jugosa e insultante pensión, comparada a la de la mayoría de los empleados públicos jubilados (poco más de 600 mil), cuya cuantía media equivale a sólo 1.1 veces el salario mínimo del Distrito Federal (poco más de 1 mil 700 pesos mensuales), que los condena a sobrevivir en la miseria lo que les resta de vida.


¡Es un Honor Estar con Obrador!

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