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ROSA SANTANA
CAMPECHE, CAMP.- Contra los pronósticos pesimistas difundidos en la víspera por la dirigencia del PAN, los comicios del domingo 5 no sólo fueron concurridos en esta entidad, pues se registró una participación de 81.2%, sino que el PRI logró mantener la hegemonía.
Antes de emitir su sufragio, Mario Ávila Lizarraga, el candidato panista a la gubernatura, acudió a la catedral para pedir la bendición del párroco Seleno Fabricio Canaval. El favorito del clan Mouriño aprovechó su estancia en el recinto para dar una limosna de 200 pesos y visitar el área de osarios, donde depositó un ramo de flores y se persignó ante los restos del secretario de Gobernación que ahí reposan.

Pero todo, incluyendo el operativo “Ave Azul”, la campaña sucia que orquestaron los correligionarios de Ávila Lizarraga para posicionarlo en la entidad, resultó un fracaso.
Los resultados preliminares dados a conocer la tarde del domingo 5 por el Instituto Electoral del estado indicaban que, aun cuando la jornada estuvo plagada de incidentes y conatos de violencia que fueron sofocados por la policía estatal, Ávila Lizarraga fue arrasado en las urnas por su contrincante Fernando Eutimio Ortega Bernés, impulsado por la coalición PRI-Panal.
La dirigente estatal del PAN, María Asunción Caballero May, descalificó los comicios con el argumento de que hubo una “elección de Estado”; incluso encabezó un plantón frente al domicilio particular del gobernador, Jorge Carlos Hurtado Valdez, para exigirle que “sacara las manos de la elección” y que liberara a 16 mapaches del PAN detenidos por la policía.
Así mismo, los panistas se inconformaron por los retenes que la Secretaría de Seguridad Pública estatal instaló en varias carreteras para evitar que los militantes de Acción Nacional intentaran coaccionar el voto en los municipios de la entidad; también denunciaron que el PRI desplegó una amplia maniobra para la compra de votos.
“¡Quedé impactada! ¡Eran camiones de Yucatán y de otros estados que repartían mercancías” en las comunidades rurales del municipio de Calkiní, declaró Nelly Márquez Zapata, aspirante a una diputación plurinominal federal por el PAN.
Y al término de la jornada, cuando cerraron las casillas, Caballero May declaró en un acto organizado por su partido que el candidato a la alcaldía de Campeche, Carlos Rosado Ruelas, había ganado la contienda. La dirigente panista estuvo acompañada por el propio Ruelas; Jorge Luis Lavalle Maury, y por el senador Guillermo Anaya.
Ruelas insistió en que él ganó la alcaldía. Y advirtió que la autoridad debe reconocerlo; de lo contrario, agregó, estará avalando un “fraude”. Si es así, advirtió, un “ejército de panistas” saldrá a las calles a defender los votos. Con la voz quebrada, le dedicó el triunfo a Juan Camilo Mouriño y Arcadio Echeverría Castellot, quienes murieron en el accidente aéreo de noviembre pasado en la Ciudad de México.
Renuentes a reconocer la derrota de Ávila Lizarraga, los panistas optaron por concentrarse. También aseguraron que en el ayuntamiento petrolero de El Carmen su candidato, José del Carmen Rodríguez Vera, iba adelante en las encuestas. Sin embargo, los priistas declararon el mismo domingo 5 por la noche que su candidata, Aracely Escalante Jasso, tenía una “cómoda ventaja” y llamó al PAN “a no tratar de engañar a la gente” con falsos triunfalismos.
Mientras los panistas festejaban en el búnker del hotel Baluartes, cerca de ahí, en la sede del PRI estatal, los militantes de este partido hablaban ya del triunfo “contundente e irreversible” de Ortega Bernés.
Ya entrada la noche, el dirigente estatal del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, lanzó un reto al PAN: que acepte confrontar las actas que cada uno de ambos partidos tiene y que el perdedor acepte reconocer el triunfo del vencedor"