DEL DIARIO DE JUAREZ:
Desiderata s(z)urrealista
12 de Octubre del 2006
Actualizado: 12:07:50 AM hora de Cd. Juárez
Luis Javier Valero Flores
Médico
Frenético, impulsado por la obsesiva idea de borrar todo vestigio de la candidatura de López Obrador, Felipe Calderón celebra cuanta reunión imagina, promete mil y una cosas y supera a Fox en su fervor turístico. Pero el martes se pasó de la raya. Seguramente recordando algo de lo que Salinas dijo, hizo o quiso hacer, anunció la puesta en marcha de un Foro Nacional para establecer compromisos y acuerdos a fin de que en 2030 México “forme parte de las cinco economías más importantes del mundo, cada mexicano tenga ingresos de 30 mil dólares --como en los países más avanzados-- y la pobreza extrema esté totalmente erradicada. ¡Nada!
Sin documento central que respaldara tal iniciativa, sólo porque así lo propone él, Calderón convocó a los mexicanos a lo que será punto de partida del Plan Nacional de Desarrollo y como si no hubiera sido el beneficiario de la negra campaña que tenía como eje de su ataque el declarar a López Obrador como un peligro para México, dijo que “Llegó la hora, de entender que en México cabemos todos”. ¿También el ex candidato perredista, con todo y sus propuestas, su manera de gobernar y sus acerbas críticas contra los hombres más poderosos y los gobernantes que han permitido el saqueo del país?
Grandilocuente, habló por todos los mexicanos y dijo lo que todos “deseamos para 2030”: que México forme parte de las cinco economías más importantes del mundo; ser uno de los diez países más poderosos del planeta y alcanzar ingresos anuales “cercanos a los 30 mil dólares por persona”. Que nos la haga buena.
Pero no hay problema, Calderón dijo que si no se hacía “nada”, esas metas nos tomaría casi 60 años alcanzarlas. Es decir, si “hacemos” en el sentido que él lo dice, lo lograremos en 24 años, y si no, en 54. ¡Po’s pa’ qué tanta prisa!
Y como la perla de las conquistas es el número 3 del mundo, Carlos Slim, Calderón habló de retomar el “Acuerdo de Chapultepec” y las propuestas de organizaciones de México Unidos contra la Delincuencia.
Luego realizarán varios foros para escuchar las propuestas en Monterrey, en Mérida, Guadalajara y Estado de México.
Como si fueran diferentes a quienes ahora gobiernan, como si emanaran de un partido distinto, los que contendieron bajo las siglas del PAN, dicen que, a diferencia del 2000, este foro sí funcionará porque “no es el foro tradicional, es algo nuevo”, dijo Carlos Medina Plascencia, coordinador del mismo. Y luego dicen que no existe la clonación política, en el pasado, cuando el PRI gobernaba, cada seis años era lo mismo, el nuevo llegaba deslindándose del anterior… sólo para terminar pareciéndose hasta en el modito de andar, como en la canción.
Es decir, las mismas propuestas, las mismas ansias hegemonizantes, las mismas ganas de “comerse el mundo a puños”. Igual que hace 18 años, otro grupito de hombres jóvenes, la mayor parte de ellos educados en universidades extranjeras, producto, también, de una cuestionadísima elección y extraordinariamente ambiciosos, lanzaron la peregrina idea –y así la dijeron-- que venían para gobernar ¡24 años!
Los que ahora pretenden asumir el poder, nos dicen lo mismo, y hasta repiten la cifra mágica: 24 años. Esos son los que faltan para el 2030.
Salinas nos prometió –y en algún momento, una parte importante de la sociedad mexicana así lo creyó-- que nos llevaría al primer mundo. Calderón no se queda en promesas chiquitas, dice que seremos una de las cinco economías más importantes del mundo y, con toda “seguridad”, de los diez países más poderosos del mundo.
¿Pues en qué país viven estos émulos de Pedro el Grande? ¿De dónde sacaron los genes de gobernantes de Gran Potencia Mundial? ¿Acaso también fueron a Oaxaca, con Doña Sabina, aquella señora que repartía hongos y que hacía a los gobernantes soñar con ser una mezcla de algo así como Isabel I de Inglaterra y Carlos V de España?
Y son los mismos, o muy parecidos a aquellos que llevaron al país a ofrecer cifras de ignominia como las mencionadas por el Dr. Jesús Kumate --designado por el Senado de la República como merecedor de la medalla Belisario Domínguez por sus grandes aportaciones a la investigación de las enfermedades infecto contagiosas, pero sobre todo a los muchos años dedicados a la enseñanza y a la elaboración de libros dirigidos a los estudiantes de medicina-- quien afirmara que en México mueren anualmente 5 mil niños recién nacidos por falta de atención médica oportuna, para cuya salvación sólo se requiere un presupuesto menor al autorizado para el rescate cañero y carretero y “una migaja comparado con el rescate autorizado para los bancos en 1995”.
Todo porque, y en eso se coincide con el Dr. Kumate, “los determinantes sociales, económicos y culturales responsables de la mala salud y de las diferencias inaceptables que padecen los infantes, provienen en gran parte de la asimétrica e injusta distribución de la riqueza”. Nomaaás, como diría Clavillazo.
Y como de lengua están baratos los tacos, la promesa –o aspiración de Calderón-- debe ubicarse en su justo contexto, diría el académico: según Kumate, el año pasado se presentaron en México 30 mil 750 defunciones de niños menores de un año, mientras que en Japón sólo fueron 2 mil 800. No terminan ahí las diferencias, si se hubiera atendido a los pequeños mexicanos como fueron cuidados los niños japoneses, las defunciones habrían sido 6 mil. No bastan las atenciones médicas, las diferencias socioeconómicas son determinantes en la salud, sobre todo de los infantes.
Y si hay que buscar explicaciones a tan injusta distribución de la riqueza, pues acudamos a un ideólogo de la izquierda mundial que, para fortuna de nosotros, trabaja de Director del Banco de México. Sí, nos referimos al ínclito Guillermo Ortiz, quien afirmó que “las empresas dominantes (se refería a Teléfonos de México) frenan el desarrollo del país y la competitividad de la economía, una de las causas de la desigual distribución del ingreso en México”. Vóytelas, ni modo que lo acusen de ser seguidor del “Peje”.
No es por echarles a perder las voluntades optimistas, pero eso de convertirnos en la quinta economía mundial suena a algo más que populismo y parece una tomadura de pelo más a una sociedad harta de mentiras y promesas sin fin, en medio de una crisis de legitimidad política como nunca en la historia reciente.
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