4 de octubre de 2006

JUAN MARÍA NAVEJA: SUEÑOS PERDIDOS

NOTA ORIGINAL PÚBLICO MILENIO

Hace muy poco tiempo, levantaron una tempestad los libros de texto para la materia de Ciencias en Primaria, grupos de diversas procedencias se mostraron inconformes porque sus conciencias les impedían darse cuenta que el mundo es más grande que su pequeño entorno, al tiempo, esos mismos grupos y padres de familia permanecen inmóviles ante problemas reales de la educación, para no ir más lejos con lo que sucede con oferta en el nivel superior, poco o nada hacen para frenar el abuso que sufren millones de jóvenes, quienes ciclo tras ciclo condenan su futuro al inscribirse en carreras saturadas, con nula oportunidad de desempeño, que en cuanto se encuentren en el mercado de trabajo comenzarán el calvario del desempleo o la frustración por no poder aplicar los conocimientos aprendidos de acuerdo con su especialización.

Cuando se habla de la educación de nuestros jóvenes todo es importante, pero ¿no sería más urgente poner un freno a las universidades “patito” y hasta las cotizadas que siguen produciendo abogados, contadores, administradores, comunicadores, psicólogos y muchos profesionistas más para una sociedad saturada?

Está claro que la educación se encuentra entre las asignaturas pendientes del país con mayor grado de urgencia, hay cambios que se tomarán tiempo por falta de recursos, por las estructuras sindicales y otras causas, pero hay acciones que con un poco de responsabilidad y voluntad tendrían un cambio radical. Por ejemplo ¿qué sucedería si por algún tiempo se cerraran las escuelas donde existe una sobre producción? Nada, todos serían beneficios, empezando porque se diversificaría la oferta para los jóvenes, se respondería a las necesidades reales del mercado, con lo cual los universitarios tendrían mejores posibilidades.

En contrapartida, ¿qué sucedería si se le brinda más apoyo a los tecnológicos e institutos regionales que sí responden a necesidades reales del mercado y ofrecen muchas más oportunidades a los nuevos profesionistas?

Esta situación es tan seria que impacta tanto a las carreras tradicionales como a las recientes, un botón de muestra: se asegura que de la licenciatura en Comercio Internacional han egresado unos 50 mil estudiantes en los doce años que tiene de creada, se estima que en este momento el país tiene plazas para ocupar a unos cuatro mil, así las cosas, de acuerdo con estas estimaciones hay unos 46 mil jóvenes que no están en trabajos vinculados con su especialidad.

Ni hablar de lo que sucede con las carreras tradicionales que a pesar de estar de ofrecer muy escasas vacantes siguen ocupando los primeros lugares de la demanda estudiantil.

La mayoría de las universidades públicas siguen concentradas en las especialidades de toda la vida y las privadas en resolver sus necesidades cuando no en garantizar el negocio de sus dueños, porque vaya que ha resultado un lucrativo negocio abrir universidades “patito”.

Ya son muchos años de insistir en la necesidad de diversificar la oferta en la educación superior, en revisar a fondo las necesidades que existen en el país para dar respuesta a lo que realmente necesitamos y alcanzar lo más importante: que los jóvenes encuentren los caminos adecuados para su futuro.

Lamentablemente, no existe una entidad que realmente regule la oferta, que ponga los límites e imponga disciplina a las instituciones, incluso a las muy prestigiadas que han dado por otorgar reconocimiento de estudios a diestra y siniestra, porque también ha resultado un jugoso negocio para sus directivos.

¿Cuántas veces usted va caminando por alguna calle y descubre que en un edificio que apenas serviría de vivienda está alojada una universidad y no solo eso, en las afueras se pueden leer tremendos letreros con las carreras que ofrecen “avaladas” por la universidad pública de la entidad o por la Secretaría de Educación federal o estatal? Lo increíble es que por ese inmueble ya pasó toda clase de inspectores que dieron el visto bueno para que ahí se brinden clases al nivel universitario, son las “escuelitas” que eso sí, cobran miles de pesos al cuatrimestre o semestre a los alumnos que no tuvieron los conocimientos para ingresar a las universidades públicas o los recursos para inscribirse en las de prestigio.

No, no se trata de un asunto menor, es uno de los problemas más serios que tiene México porque pocas cosas son más urgentes que garantizarle el futuro a los jóvenes, que brindarles más oportunidades para que cumplan sus metas, sueños y aspiraciones.

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