5 de octubre de 2006

BLOGOTITLAN:UN VERDADERO DEMOCRATA.

NOTA ORIGINAL

UN VERDADERO DEMOCRATA

López Obrador al reafirmar la libertad de criterio de los diputados y senadores de la Coalición, da lección de real democracia
UN VERDADERO DEMOCRATA

Dentro de los sistemas políticos modernos donde todo suele ser simulación y falsas fachadas, la honestidad intelectual de López Obrador es como un soplo de aire fresco y renovador.

Los políticos tradicionales, escudándose en un discurso hacia la opinión pública -whatever this is- en el que se alaba la separación de poderes y el respeto hacia la democracia, esconden su vena autoritaria, más digna de una plutocracia o monarquía que de un auténtico régimen democrático.

Así, en México se ve casi como algo natural, el que los diputados y senadores que forman el Poder Legislativo, y que son electos por el voto popular, se vean compelidos y acostumbrados a votar en bloque, apoyando de manera automática las decisiones que vienen de otro poder, el Ejecutivo.

Esa ha sido la práctica por años; en el año 2000 se supone que se dió una alternancia en el poder político mexicano, pero ésta resultó únicamente en individuos y en siglas partidarias de origen diverso al partido que había ocupado el poder por más de 7 décadas, pero jamás se concretó en un cambio verdadero en las costumbres y usos antidemocráticos del régimen anterior, ni mucho menos en cambiar la práctica lamentable de tener u Congreso de levantadedos en lugar de representantes genuinos de un electorado que les concedió su confianza.

En vez de trabajar para sus votantes y representados y velar por sus intereses, los diputados y senadores de los distintos partidos se sujetan ciegamente a los dictados que emanan del Poder Ejecutivo, en el caso del partido oficialista, o a sus líderes que no pertenecen al Congreso, en el caso de la oposición.

Andres Manuel López Obrador fue nombrado Presidente Legítimo de los Estados Unidos Mexicanos, por votación mayoritaria de la Convención Nacional Democrática que reunión a 800,000 delegados provenientes de todo el país. Al aceptar ese nombramiento, López Obrador, de hecho, se comprometió a respetar el ejercicio democrático en la nación, dentro del cual se encuentra el respeto a la división de poderes. Pronto, ese compromiso de quien realmente debía haber sido reconocido como Presidente en el pasado proceso electoral, tanto por las autoridades electorares que se encargaron de la votación y conteo, el IFE, como por el TRIFE, la máxima autoridad jurisdiccional que sanciona y legitima o desautoriza el proceso completo. Quienes dirigen ambas instituciones fallaron sospechosa y lamentablemente.

En días recientes, se ha visto cómo ciertos individuos acomodaticios y respondiendo únicamente a sus intereses personales, y que fueron electos como diputados y senadores por la Coalición por el Bien de Todos, han comenzado a darle la espalda a las decisiones que, democráticamente, se han tomado para reconocer únicamente a López Obrador como Presidente Legítimo de México, desconociendo a Felipe Calderón, presidente espurio apoyado a cualquier costo por los poderes fácticos mexicanos.

Muchos, acostumbrados a las prácticas usuales en el corrupto sistema político mexicano, esperaban que López Obrador levantara el dedo flamígero, atacando las sospechosas decisiones de gente como Garza González, coordinador de la bancada perredista en la Cámara de diputados quien reconociera de hecho como Presidente a Caderón al aceptar sus propuestas para el nuevo período legislativo, y un par de diputados del PT y Convergencia que se han pasado a la estampida de búfalos que suele acompañar a un nuevo presidente de la República en su llegada al poder, en este caso Calderón, en espera de recompensas en puestos y metálico.

Pero sorprendentemente y lejos de criticar dichas sospechosísimas actitudes, López Obrador refrendó su vena democrática, y declaró que él, como representante del Poder Ejecutivo, no tenía por qué inmiscuirse en los actos y decisiones de miembros de otro poder, en este caso el Legislativo, aun cuando aquellos pertenecieran a su propia organización política.

Y esto constituye, en México, un verdadero hito histórico; por primera vez, se respeta tanto en los hechos como en las palabras, la verdadera separación entre los poderes de la Nación y que es, la columna vertebral de una democracia real, no simulada.

No que López Obrador no tenga su propia y muy personal opinión sobre los actos y dichos de los señores diputados y senadores, pero siendo el verdadero demócrata que ha demostrado ser, no permite que su criterio personal sea impuesto por encima de los criterios de quienes fueron electos para integrar las cámaras, con el fin de crear un contrapeso al que se sabe es el poder más fuerte, el Ejecutivo.

Cabe pues, alegrarse por nuestra patria y también por el resto del mundo, porque como sucediera antes con Juárez, quien diera lecciones de integridad y humanismo a pesar de ser perseguido por el poder fáctico impuesto por los intereses de las minorías privilegiadas que habían traído a Maxiiliano, el ejemplo de estas acciones de López Obrador bien podrían ocupar un destacado lugar en la memoria histórica del mundo.

Si no, al tiempo.

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