19 de septiembre de 2006

SALDO FOXISTA: LA IMPUNIDAD REDITUA

Comentario a tiempo

Los delincuentes, 'inocentes'

Por: Teodoro Rentería Arróyave (especial para ARGENPRESS.info) (Fecha publicación:19/09/2006)

Ni la familia presidencial, ni los hijitos Bribriesca, ni los Bejaranos, ni los Imaz, mucho menos el gober precioso, Mario Marín Torres y el diputado ídem, Emilio Gamboa Patrón, y para completar la lista, los empresarios Carlos Ahumadas Krutz, Kamel Nacif y Jean Succar son culpables de nada, no obstante estar comprobados los errores, omisiones, abusos de poder, intervención ilícita electoral, tráfico de influencias, de unos, y entregas de dinero mal habido, violación de los derechos humanos, pederastia y prostitución infantil, de otros.

Los verdaderos culpables somos los periodistas y nuestros medios, según la estrecha visión del vocero presidencial, Rubén Aguilar Valenzuela, quien declaró, sin rubor alguno, que los medios y sus representantes damos lugar y nos prestamos “como caja de resonancia a disputas para ser utilizados por actores políticos”. Terrible condena de un vocero de un mundo ideal o a su modo de que prive una prensa dócil y acallada.

De ninguna manera es tesis doctoral, sino simple realidad, afirmar que desde siempre en la historia de la humanidad los hombres del poder político, económico y religioso han tratado por todos los medios, inclusive, el de la cooptación y la fuerza de la violencia, obligar a los heraldos primero, luego a la prensa rudimentaria y luego a los modernos medios de comunicación mediata a servir a sus aviesos intereses.

En esta encrucijada se encuentra nuestro país, dividido no sólo por un problema postelectoral muy grave que ha dado cabida, inédita, a tres presidentes, aunque algunos califiquen de vacilada a uno de ellos. Tenemos, les molesten y les duela a una parte de la sociedad, tres presidentes, aunque en honor a la verdad ninguno de ellos legalmente merezcan tal distinción.

Un presidente constitucional, Vicente Fox Quesada, que desde el inicio de su mandato no ha sabido o no ha podido dar solvencia moral y política a su mandato. Deja, desgraciadamente para el pueblo de México, una nación en crisis en todos los aspectos de la vida cotidiana, que es lo que más duele al ciudadano común y corriente, mientras una oligarquía boyante hace gala de su desarrollo y expansión inicua.

Un presidente electo, legalmente constituido por los órganos judiciales, pero desconocido cuando menos por la tercera parte de los ciudadanos sufragantes, el oficialista, derechista y panista, Felipe Calderón Hinojosa, quien a la fecha no acierta a encontrar una salida a la crisis que envuelve a la nación, y cuyo peor escenario sería el que hiciera caso a los duros para exterminar por medio de la fuerza de las armas a sus contrarios.

En tercera lugar, pese a quien le pese, se ubica a Andrés Manuel López Obrador, ex candidato de la Coalición por el Bien de Todos, quien no sé auto proclamó, como lo afirman algunos críticos a ultranza, sino fue nombrado por una Convención popular, presidente legítimo. Una especie de figura moral, precisamente de permanente sombra civicopolítica para evitar inequidades, violaciones y demás abusos del poder constituido contra el pueblo desvalido.

Todos esto lo escribimos y lo decimos a sabiendas de que el vocero presidencial, quien seguramente al término del sexenio foxista sino es que antes, será arrogado al lugar de donde nunca debió haber salido: el cesto de la basura, nos endilgue alguna otra acusación de las que acostumbra en ese su afán de tener una prensa amable y sumisa al poder, porque según su estrecho cacumen los delincuentes, son inocentes.

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