NOTA DE MILENIO:
Apuestas fallidas
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En torno al conflicto poselectoral y al movimiento de resistencia que encabezan AMLO y los partidos PRD, Convergencia y PT se urdieron algunas apuestas y pronósticos que no se han cumplido. Y a la luz de lo que vimos el pasado sábado, con el nacimiento de la Convención Nacional Democrática (CND), se ven de cumplimiento incierto y dudoso. Aquí algunas de ellas.
1. “Más vale seis semanas de protesta, a seis años de populismo”. Esta es la apuesta “madre” del operativo electoral del 2 de julio. Impedir a toda costa y a cualquier costo el arribo de un gobierno de izquierda. Ese fue el objetivo de las irregularidades identificadas, reconocidas y validadas por el Tribunal Electoral, pero a las cuales no les encontró sanción legal alguna (contradictio in tesis). Con decisiones similares, el PRI-Gobierno instrumentaba en los años sesenta y setenta del siglo pasado el “fraude patriótico” contra el PAN. Hoy se aplicó una variante de ese fraude contra la izquierda: en nombre de la patria, de la democracia y del bien común. Sin embargo, la apuesta falló. Con la CND terminaron, en efecto, seis semanas de protesta, pero sólo para dar paso a seis años de una sombra institucional permanente, una fiscalización sistemática y un marcaje político como no lo ha tenido ningún otro gobierno de la República.
2. “Más vale ganar impugnado que perder impugnando”. Es la premisa de la judicialización de las elecciones. Donde se apuesta a ganar a la “legalona”. La legitimidad plena que no se obtiene en las urnas, se pretende extraerla de un tribunal. Sin embargo, en la sentencia se lleva la penitencia. Así como nadie gobierna mucho tiempo sentado en las bayonetas, así nadie se sostiene todo el tiempo sobre fallos fallidos. Las mismas irregularidades que afectaron el principio de equidad en la elección presidencial —reconocidas plenamente por el Tribunal Electoral, pero no sancionadas—, dieron la pauta institucional para que la CND declara a AMLO “presidente legítimo” de México. Es un acto puro de resistencia civil, no de desacato judicial. Paradoja democrática: la misma sentencia con que se declaró presidente electo o legal a Felipe Calderón y se pretendió poner punto final al proceso electoral, sirvió de punto de partida a la CND para declarar “presidente legítimo” (nunca “presidente en rebeldía”) a AMLO.
3. “Se van a dividir y a desfondar”. Un millón 25 mil 724 delegados de CND, ciudadanos de carne y hueso, con voz validada y votos válidos, muchos de ellos ciudadanos sin partido, son la prueba de que el movimiento de resistencia no ha languidecido ni menguado. Tal vez ha perdido simpatías entre algunos sectores sociales. Pero este no es un movimiento para elegir rey o reina de la primavera, donde la simpatía es determinante, sino para colocar las bases de un nuevo régimen político, donde la empatía (es decir, la identidad y la cohesión en torno a una causa) es el punto de partida fundamental. Ningún movimiento social en la historia moderna de México ha tenido este número de integrantes. Quienes no se sumaron desde el inicio, no pueden contabilizarse como bajas, divisiones o deserciones de este movimiento. En cambio, quienes empezaron e hicieron la campaña electoral (de manera especial, PRD, Convergencia y PT), no sólo no defeccionaron, sino que refrendaron y formalizaron la alianza política tres años más a partir de la CND. En suma, un fondo duro de más de un millón de personas decididas, constantes y disonantes no lo ha tenido ninguno de los países con movimientos de resistencia civil pacífica en las últimas décadas (Sudáfrica, Filipinas, China, Polonia, Ucrania, Madagascar).
4. “El país va a perder”. Quienes apuestan a que la CND se convierta en un factor de inestabilidad, ingobernabilidad y violencia también perderán. La CND será la institución de oposición sistémica que el país no tiene y necesita. Busca cambiar el régimen político, no el Estado. Transformar la sociedad, no ahogarla en la desigualdad. Modificar la economía, no destruirla. Combatir la pobreza y la desigualdad; defender el patrimonio de la nación; hacer valer el derecho público a la información; rechazar el Estado patrimonialista; y luchar por la renovación profunda de las instituciones, lo mismo desde las instituciones que desde las plazas públicas, desde el gobierno local que desde la oposición nacional, puede ser perjudicial para un régimen debilitado, pero no para un país fuerte, cuya sociedad saldrá ganando.
ricardo_monreal_avila@yahoo.com.mx
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