18 de septiembre de 2006

POLITICUENTOS:UN PAIS TRES PRESIDENTES

MARIO GALVEZ ESCRIBE:

Un país, tres presidentes

comarca1234@gmail.com


El saldo que deja Vicente Fox Quezada nadie lo hubiese imaginado hace seis años.

Tenía todo lo que no había tenido ningún otro presidente priísta en décadas:

legitimidad interna y externa, condiciones macroeconómicas sólidas, expectativas muy favorables en el entorno internacional y sobre todo el respaldo del 80% de la población.

Pero a seis años de distancia de las vanas ilusiones del cambio que vendió Vicente Fox, y que jamás cumplió, el saldo que arroja su sexenio es el peor desde el fin de la Revolución Mexicana: una nación profundamente dividida y enfrentada como nunca antes.

El odio cerval de Fox hacia López Obrador lo llevó no sólo a participar de modo ilegal en la contienda electoral, sino a involucrar en sus planes a instituciones que se suponían imparciales y democráticas.

Un terrible desastre fue su sexenio. Su infinita incompetencia llevó al país al peor momento de su historia en el ámbito internacional, sometido hasta la abyección ante los dictados de Washington y distanciado o hasta enemistado con todos los países latinoamericanos.

Hoy el país tiene tres presidentes, algo nunca antes visto en el mundo. La responsabilidad histórica de esta profunda crisis institucional es directamente de Fox.

Fue él quien se involucró de modo abusivo en el proceso electoral, el que invirtió más de mil 700 millones de pesos en campañas promocionales a favor de Calderón y en contra de AMLO, el que alentó y financió al CCE en su campaña contra López Obrador, el que en alianza con la Gordillo pervirtió los objetivos democráticos del IFE y colocó en la presidencia a un incondicional como Luis Carlos Ugalde, pero también el que en alianza con Mariano Azuela, presidente de la Corte, presionó a los magistrados del Tribunal para que emitieran su fallo no sólo favorable a Calderón, sino que lo emitieran de manera unánime y pasaran por alto los delitos que él mismo, Fox, había cometido en contra de la Constitución y de la legalidad constitucional.

Loco, orate, mesiánico, enemigo de la legalidad y del Estado de Derecho, enfermo de poder, sujeto peligroso, peligro para México, y mil y un calificativos más dedicarán todos los medios a López Obrador, presidente legítimo de México, acuerdo a los delegados -un millón 25 mil, según los organizadores- a la Convención.

Lo cierto es que la lucha de AMLO es cualitativamente diferente a todas las que anteriormente se habían emprendido en el país, pues bajo el amparo del artículo 39 constitucional se desconocieron todas las instituciones de la llamada república simulada y por ende a Calderón como presidente electo, y todo esto de manera pacífica y organizada.

La lucha no es por puestos, tampoco es porque se hagan valer los derechos de un sector social, sino por refundar sobre nuevas bases la ‘Nueva República’.

Nadie había llegado tan lejos como López Obrador en su lucha poselectoral, incluso a nivel internacional, pero eso mismo es lo que lo ha mantenido políticamente con vida, porque no se ha arredrado ante los enormes retos que ha tenido que enfrentar.

De haber actuado como Cárdenas a estas alturas AMLO sería un cadáver político y aspirante a algún hueso modesto en el equipo de Calderón.

Lo cierto es que la iniciativa política sigue por entero en manos de AMLO, lo que evidencia la falta de pericia política de sus adversarios, pero en particular de Calderón, quien hoy más que nunca se ve empequeñecido hasta lo ridículo por la inmensa e irreversible crisis política y de instituciones que generó Fox.

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