NOTA DEL DIARIO DE JUAREZ
Dos presidentes
19 de Septiembre del 2006
Actualizado: 12:08:54 AM hora de Cd. Juárez
Luis Javier Valero Flores
Médico
Distrito Federal— Al jolgorio nocturno del día anterior, el 16 de septiembre, una muchedumbre, calculada en más del millón de personas, acreditadas como delegados de la Convención Nacional Democrática (CND), ya tenían resuelto, al llegar al centro histórico de la capital mexicana, lo que iban a hacer: querían proclamar a Andrés Manuel López Obrador como el presidente de México.
La votación a favor de esta opción fue abrumadoramente mayoritaria sobre la otra --declararlo jefe de la Resistencia Civil Pacífica--. A partir de ahora y en el curso de los próximos meses ese será el tema presente en todas las discusiones. La masa congregada en el Zócalo, que resistió estoicamente un impresionante aguacero durante más de 40 minutos, tuvo un solo argumento: “Ganamos la elección, por eso lo nombramos presidente”.
Vistas así las cosas, anular la elección presidencial era lo más sensato que podía haber dictaminado el Tribunal Electoral de la Federación. Hoy estamos en medio de una crisis política cuyo desenlace es muy difícil determinar pero que está caracterizada por la presencia de una imponente fuerza política, la de la izquierda, la misma que ha logrado presentar a la sociedad a un carismático líder.
Y en muchas de las frases del tabasqueño se refleja la conexión con sus seguidores. El sábado, cuando explicaba los motivos por los que aceptó el nombramiento otorgado por la CND, lanzó al vuelo una frase que levantó indudables simpatías e identificaciones, dijo que el cargo de “Presidente legítimo” era un “¡Tengan, para que aprendan!” a los poderosos, a los que hicieron posible el triunfo oficial de Felipe Calderón.
Con ese cargo emblemático recorrerá el país y su presencia reforzará la oposición a Felipe Calderón, si es que éste logra superar los esfuerzos del lopezobradorismo por evitar su toma de posesión, pero cualquiera que sea el resultado, la CND se habrá convertido en una muy poderosa fuerza que determinará la agenda nacional.
Frente a ella, los hipócritas llamados del panismo a la concertación y al diálogo disminuirán, más si son como los expresados el domingo por el secretario de Acción Electoral del PAN, Arturo García Portillo quien, al momento de llamar al acuerdo descalifica seriamente a López Obrador. García Portillo nos enseña, una vez más, el doble lenguaje del panismo: “De nuestra parte existe la disposición... México demanda solución a los problemas urgentes más allá de protagonismos: no es deambulando de aquí para allá, como turista, como se dará respuesta a las necesidades de los mexicanos, como pretende hacerlo el ex candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador. Yo creo que si él quiere andar de turista por el país, va a quedar muy mal a los ojos de la sociedad, que lo que quiere es que se resuelvan los problemas y eso no va a ser deambulando de aquí para allá”.
Ahora el problema para ellos es que López Obrador transite por el país. Lo quisieran escondido, mudo e inmóvil. ¡Tengan, para que aprendan! Les respondería el tabasqueño haciéndose eco de no pocos de sus seguidores, de acuerdo con los hallazgos de Mitofsky en la encuesta recientemente celebrada en la que las preferencias electorales –si hoy fueran las elecciones-- lo ubican con el 34 por ciento.
Ahora todos esos “demócratas” claman al cielo porque a “mano alzada”, sin discusiones, los seguidores del perredista rechazaron la usurpación y desconocieron a Felipe Calderón Hinojosa como presidente de la República, lo mismo a los funcionarios que él designe y todos los actos de su gobierno, los que estarán sujetos a la táctica basquetbolera, esto es, marcaje personal presionado en toda la cancha. A donde vaya, ahí estarán presentes los lopezobradoristas recordándole que no ganó la elección presidencial, así lo hayan determinado los organismos electorales.
Y es que ahora resulta que los panistas están muy, pero muy preocupados de la posible pérdida de credibilidad en López Obrador. ¿Quién los entiende? Dice José Espina, secretario general del PAN, que si lo que el perredista “termina decidiendo (hacer) son situaciones que se colocan fuera del marco legal y constitucional, se va a desacreditar porque no tiene sustento jurídico ni político”. Ojalá la misma preocupación hubiera mostrado cuando los organismos empresariales violaban la ley a ciencia y paciencia de las “instituciones” electorales.
Y ya encarrerados, ahora toman como ejemplo de mesura y de cordura a quien era, hasta hace unos cuantos años, el mismo caudillo mesiánico que representa en la actualidad López Obrador. Así se referían, ni más ni menos que a Cuauhtémoc Cárdenas. ¿Se acordarán de lo que le decían a éste cuando en 1999 –ni tan lejos-- el michoacano se oponía a la propuesta de una alianza con el PAN en la contienda presidencial del 2000? Lo dicho, no se les entiende. O a lo mejor sí.
Las descalificaciones vendrán a marejadas. Así lo dicen: “En esta democracia de mano levantada que tanto le gusta a López Obrador, donde el derecho a disentir es atropellado no hay espacio para la razón”. N’ombre si ahora resulta que muchos contrarios a la izquierda ahora están preocupados por los métodos con los que este vasto y poderoso movimiento popular toma sus decisiones. Lo mismo fue a lo largo de toda la campaña electoral, e incluso antes, desde los tiempos del desafuero se desgañitaban en contra de quien, según ellos, atropellaba a las instituciones y la legalidad cuando era exactamente al contrario, como ahora.
La maquinación, o la conjunción de esfuerzos de muchos actores contrarios al ascenso de la izquierda evitaron que ésta obtuviera un resonante triunfo en México y confirmara el retorno que en todo el mundo –por supuesto que con todos los matices de diferencia-- está logrando esta forma de pensar.
Ese es el mensaje que le enviaron al país más de 1 millón de ciudadanos conscientes, responsables, en pleno uso de sus facultades y que determinaron, sin que nadie sugiriera, ordenara o “pasara línea”, nombrar a López Obrador como “Presidente legítimo”.
Estos actos son los que ponen a temblar a los poderosos y sus corifeos. En tanto que una masa muy consciente determina actos como el señalado, en esa misma medida los sectores conservadores de la sociedad y los poderes fácticos, esto es, los de a de veras, los que mandan en México y galaxias cercanas, se ponen frenéticos y claman se detenga a quien ya lo declaran formalmente “loco”. Lo peor es que ciudadanos que a simple vista parecen conscientes, serios e informados, se creen ese infundio.
Millones de mexicanos no lo creen, al contrario, lo reconocen como su líder, peor aun, lo ven como “su” presidente. Y de ninguna manera es motivo de risa, burla o desdén, en el proceso electoral del 2006 existieron tantas anomalías que, para nada, se puede descartar que López Obrador lo ganó… y de acuerdo con todas las evidencias, se me hace que sí ganó las elecciones.
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