21 de septiembre de 2006

BLOGOTITLAN:FOX:LEVANTE Y OCASO

Decepcionó a todos. En seis largos años sólo se dedicó a pasear
con cargo al presupuesto, regando estupideces por todos lados,
peleando con otros mandatarios por actuar de lacayo de Estados
Unidos, alentando el culto a su personalidad con campañas
publicitarias permanentes que escondieron lo que no hacía: ser
Presidente de México.

AQUI EL POST.

FOX: LEVANTE Y OCASO

Una historia total de decepciones. Del cenit al nadir.
FOX: LEVANTE Y OCASO

Empezó rodeado de esperanza, cobijado por una multitud ciudadana. Termina rodeado de frustración, resguardado por multitud de soldados, vallas y perros de ataque (sin uniforme) de la PFP.

Así podría reseñarse el paso de Vicente Fox por la Presidencia de la República. Una historia total de decepciones. Del cenit al nadir.

Decepcionó a todos: lo mismo a quienes les prometió que cambiaría la política económica para terminar el empobrecimiento nacional, como a quienes desde las empresas pensaron que el país volvería al dinamismo estimulador de ventas y ganancias o a los que confiaron en una justicia verdadera que los regímenes priístas sólo habían disfrazado con legalismos… y aplazamientos. Frustró hasta a sus propios amigos que lo subieron a la silla y luego los pateó para congraciarse con su ambiciosa segunda mujer.

A lo largo de seis interminables años, Vicente Fox se dedicó a pasear con cargo al presupuesto, regando estupideces por todos lados, confrontándose con otros mandatarios por actuar de lacayo de la administración estadounidense, de la que se ostentó como "amigou", alentando el culto a su personalidad con campañas publicitarias permanentes que más que difundir lo que realizaba, escondían lo que no hacía: ser el Presidente de todos los mexicanos.

Rancherote decidor, bravucón y atrabancado, Fox resultó peor que los de las películas de la época dorada del cine mexicano. Por lo menos, aquéllos no ostentaban su ignorancia como el mandatario yunqui-panista, que la exhibía lo mismo ante los reyes de España en plena Academia Española de la Lengua, que en la Cumbre de Presidentes latinoamericanos, donde groseramente le reclamaba al anfitrión argentino que no cambiara la agenda previamente acordada por todos, para incluir su capricho y quedar bien con Bush. Y todavía alegó que "se ofendió" a México como si ya fuera parte de los Estados Unidos.

Las carencias intelectivas de Vicente Fox fueron más evidentes desde el inicio de su sexenio. Para él, la lectura se limitaba a los slogans que le presentaban sus hacedores de imagen, De lo demás, ni enterado. Siempre adujo que para eso tenía "un gabinetazo", la runfla de haraganes mafiosos con grandes sueldos, para que a él le quitaran las cargas del trabajo presidencial. Permanecer hasta el final de una prolongada junta de gabinete, conociendo los problemas, reflexionando alternativas, dictando soluciones… ¡ni soñarlo! Eso no era para Fox. Él sentía más obligación de pasear con su mujer que atender las necesidades del pueblo que había confiado en sus promesas.

Lo más asombroso es que un personaje así haya sido directivo de Coca Cola y, peor aún, que haya sido ¡Presidente de México! A ese extremo nos arruinó el PRI neoliberal, que por obligarnos a salir de la sartén, nos empujó al fuego. Hay que reconocer que el voto por Fox fue por la decepción del neoliberalismo tecnocrático, no tanto por él y su carisma. Él no sacó al PRI de Los Pinos. La gente creyó hacerlo, pero sólo cambió de color. El PRI SIGUE en Los Pinos.

Si a la ignorancia de Fox se le suma su contumacia, nutrida con el servilismo de sus cortesanos, la ecuación es explosiva. Se vio en el caso del desafuero de Andrés Manuel López Obrador y se ve hoy día. Pese a todas las voces doctas que señalaban las inconsistencias legales de la acusación contra AMLO, Fox porfiaba en deshacerse del odiado enemigo (que no adversario), atenido al obsequioso consejo "jurídico" del presidente de la Suprema Corte de (in)Justicia de la Nación, Mariano Azuela Güitrón; al expediente mal armado en la Procuraduría General de la República y al apoyo concertado del PRI de Salinas-Madrazo. Después de la marcha del 24 de abril, convocada por AMLO, Fox reculó, tal vez a "sugerencia" de alguien del norte-norte para que no anduviera tentando al diablo, decepcionando a sus cómplices nativos, pero quedando bien con su verdadero patrón de facto.

Hoy día, pese a todas las evidencias de fraude, malamente encubiertas por las "instituciones nacionales", Fox esparce su estupidez en las Naciones Unidas, diciendo que las "instituciones" mexicanas son más fuertes que nunca, cuando él y su pandilla son los únicos que no oyen sus crujidos ni ven sus enormes fisuras por todos lados.

Habla de un país en "paz y trabajando", cuando fuera del círculo de protección que lo rodea, hay una nación rebullendo y preocupada por los signos más frecuentes de descomposición social, económica y jurídica. Las "blanqueadas" a verdaderos mafiosos como Emilio Gamboa Patrón (flamante líder de la Cámara de Diputados, impuesto sobre la ley –que tuvo que cambiarse, para adecuarla a lo transado—), Sergio Estrada Cajigal (gobernador de Morelos que impuso a su encubridor), Mario Marín ("gober precioso" de Puebla), Kamel Nacif (mecenas de priístas y ya de panistas), Ulises Ruiz (desgobernador de Oaxaca, repudiado en su entidad, pero apapachado en Los Pinos), Luis Ramírez Corzo (director de lo que van dejando de Pemex), los hijitos de mamá Sahagún… y la lista sigue. Todos son limpios, libres de cualquier culpa, a pesar del cúmulo de pruebas descubiertas y aportadas. Legalmente son intachables, ciudadanos de primera en un país de instituciones "de quinta".

Fox presume en las Naciones Unidas porque piensa que todo es Foxilandia, la maravillosa tierra del nunca-jamás, y sigue siendo el presidente más popular de toda la historia, al cabo que a donde va, sólo ve sonrisas y escucha aplausos de los pocos acarreados y la tropa que lo cuida y lo separa de la gente. No le interesa que en las calles de ciudades norteñas y hasta costeñas se anden matando, o que su tropa azulada agreda a ciudadanos o legisladores con fuero, como antes mataron a trabajadores en Michoacán o violaron mujeres de Atenco. Para Fox, ese México no existe. El suyo es azul radiante, tranquilo y apacible, sin una gota de rojo que lo manche, sin un grito que lo perturbe.

Ése es el México "despejado" que dice dejarle Fox a su "sucesor" Felipe Calderón. Al cabo que si queda por ahí algún problemita, como reza ese dicho ranchero: "El que venga atrás, que arríe".

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