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Enero 12 del 2014
Los signos de disidencia en México son alarmantes; la política sin pies ni cabeza, y la deuda “SOBERANA” del gobierno, son las causas principales. *Los gobiernos en los tres niveles no han sabido proporcionarle al pueblo la seguridad social, ni economía, salud y educación acordes a las necesidades.
México se encuentra inmerso en una serie de problemas difíciles de resolver, debido a los factores que los provocan; es sabido que hay hambruna, que más de 65 millones de México son pobres y que casi la mitad de estos son víctimas de la pobreza extrema; que la educación no es la adecuada; que la salud no está atendida como se debiera; que nuestra economía está regida por directrices que EEUU le impone a nuestros gobiernos, débiles, improvisados e inútiles de suyo; que hay una violencia extrema en todo el país y en algunos estados es más que alarmante. Sin embargo, así como todo tiene solución, los problemas no llegan así porque sí: siempre hay factores endógenos o exógenos que los causan.
La solución no la veo, pero por ahí debe de estar, busquémosla. Las causas son muchas, pero tres, a mi parecer, son las que nos mantienen al borde del desastre. Una de ellas es el gobierno en todos los niveles, no tenemos que ir lejos para comprobarlo; nuestro gobierno federal ni siquiera sabe qué hacer, hace lo que Washington le dice que haga, y lo que hace dista mucho de ser lo que el país y el pueblo requiere; de esta causa derivan las otras dos, porque los malos gobiernos inmersos en la corrupción y amparados en la impunidad, están echando a pique a México y a los mexicanos, en su economía, salud, educación y bienestar social.
Otras causas derivan de los malos gobiernos. Una es la deuda pública que se ha disparado a niveles horrorosos que evitan el desarrollo y progreso del país. Sólo por deuda externa, nuestro país paga de intereses y servicios de la deuda, incluyendo comisiones al extranjero y al capital foráneo, la suma de 376,566 millones de pesos en el año 2013: cada mes hay que desembolsar del erario, 30,950 millones de pesos; al día, 1,031 millones, y por hora, 42 millones 987 mil pesos. Estas cifras, reitero, sólo son intereses por la deuda externa, privada y pública; la deuda hacia el interior es todavía superior a esta. Esto nos mantiene, como país, en una esclavitud prácticamente eterna, y por lo mismo, las condiciones sociales se han deteriorado alarmantemente, de ahí que el gobierno haya optado por militarizar al país, haciendo de nuestra cotidianeidad, un estado de excepción, como lo están los países en guerra. ¿Y todo esto para qué y por qué?
Para que unos cuantos miembros de la oligarquía nacional y las trasnacionales se beneficien de los recursos del país y de nuestra mano de obra abaratada perversamente. Y porque nuestro gobierno gobierna para las clases privilegiadas e ignora a la gente de abajo; la reforma fiscal afecta a las clases medias, beneficia a las grandes empresas nacionales y extranjeras, y en este rejuego harto de voracidad de unos cuantos y la disfuncionalidad del gobierno mexicano, las inmensas mayorías, los pobres y los muy pobres, cada día son más en número, y esto nos lleva al otro problema, el que por estas causas, la inutilidad del gobierno como la máxima causa, nos mantiene en ascuas.
La otra causa, derivada de las anteriores, es la inseguridad en muchos puntos del país, focalizados principalmente en Michoacán, Guerrero, Oaxaca, Chiapas, pero por todo el país hay focos de lo que podemos tipificar de disidencia y crispación social; o sea que estas condiciones son, en todos y cada uno de los casos, motivos de una revolución, de un alzamiento armado contra el Estado mexicano, y este fenómeno que nos puede acarrear mayores desgracias, no está circunscrito a la gente pobre, los de abajo, los que poco tienen o que carecen de todo; también hay sectores de la sociedad que apuntan a la disidencia; hay generales incluso que muestran visos desesperantes que obligan a un replanteo de nuestra situación, y el gobierno los intenta resolver de la peor manera, enfrentando a unos contra los otros; ya hay grupos armados de autodefensa entre la gente pobre; el gobierno autorizó a los ricos para defender sus intereses, sus familias y a ellos mismos, ¿no son eso acaso los agentes de seguridad que denominamos guaruras? La gente pobre también buscar defenderse, a causa que el gobierno no lo hace y, tenemos al nuevo alcalde de Torreón para ejemplo: ver https://mail.google.com/mail/u/0/?tab=Xm#inbox/1438dc275fd8f39b?projector=1
O, ¿usted qué opina, apreciable lector?
Atenta y respetuosamente
Augusto Hugo Peña D.
Zuloaga 22 c. p. 27140 Torreón, Coahuila. Tel. Cel. 871 211 95 91 – E-mail ah.pd@hotmail.com