19 de octubre de 2013

ENTREVISTA Salvaje era el ejército cuando entraba a las comunidades, dice Paco Taibo II, autor de Yaquis

No hago revisionismo histórico, sino populismo radical. Foto: Antonio Cruz, SinEmbargoENTREVISTA “Salvaje era el ejército cuando entraba a las comunidades”, dice Paco Taibo II, autor de “Yaquis” | Sin Embargo:
Por: Mónica Maristain - octubre 17 de 2013 - 1:00
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No hago revisionismo histórico, sino populismo radical. Foto: Antonio Cruz, SinEmbargo
Ciudad de México, 17 octubre (SinEmbargo).- La población yaqui nunca pasó de 30 mil hombres, mujeres y niños; la cifra osciló a causa de exilios forzosos, deportaciones, fusilamientos, represiones, epidemias, la muerte bajo todas sus variantes; disgregación en la Sonora de las minas, los ranchos y las ciudades, hasta que tras el genocidio fueron reducidos a 7 mil, explica Paco Ignacio Taibo II.

El libro reciente del célebre autor mexicano, Yaquis, editado por Planeta, es causa del “porfirismo rapiñero, escurridizo, simulador, que enmascaraba bajo el lema del progreso abundantes formas de barbarie;  fomentó que se desvanecieran el testimonio de los alzamientos de Cajeme, Tetabiate, Pluma Blanca y Sibalaume, de tal manera que la versión de los vencidos nunca prosperó”.

“Este libro se ha escrito contra toda esa desmemoria”, aclara el escritor, quien en entrevista con sinembargo.mx, acompañado por sus infaltables vaso de coca cola y sus cigarros negros, confiesa que su intención no es hacer revisionismo histórico, que de eso se encargan ya los que llaman salvajes a las rebeliones indígenas, sino de contar la verdadera historia.

EL RETORNO DEL PORFIRISMO

–      Voy a hacerte una pregunta con tono argentino, entre Porfirio Díaz y Ordaz, ¿con cuál te quedás?

–      (risas) Bueno, tampoco cantan mal las rancheras los tarados que hemos tenido en los últimos años. El problema es el retorno del porfirismo, ¿no? Como discurso en el que mezcla el autoritarismo con la falsa imagen del progreso y quizás por eso escribí la historia de los yaquis este 2013, totalmente enfadado con la idea de la contrarreforma que enmascara la realidad del despojo bajo el manto del progreso.


Los Yaquis, víctimas de un genocidio cruel. Foto: Especial


–      Al contrario de otros libros tuyos, Yaquis te muestra desesperadamente sorprendido a medida que avanzan las páginas…

–      Es que es una historia increíble. Dices: – No es posible, ¿van a resistir también esto? Y resisten, resisten…luego, el genocidio que han negado y que fue brutal. El discurso oficial le tiene tanto miedo a las rebeliones indígenas que ha tratado de esconderlas. Y ahí están los yaquis todavía, defendiendo su río. En los últimos años ha habido dos grandes exposiciones en México. Una en el Castillo de Chapultepec, de Bernardo Reyes, que participó en el complot para matar a Madero y que afortunadamente se lo fumigaron antes. La otra, dedicada a José Yves Limantour, el gran banquero del porfirismo. ¿Te parece accidental que rescaten a esas dos figuras? ¿En nombre de qué: de la idea porfirista de progreso? Aguzados, hay una contraofensiva en el terreno de la historia, para blanquear a Porfirio Díaz.

–      Ahora bien, tu libro no es en esencia contra Porfirio Díaz, sino contra esa idea de que los yaquis son violentos…

–      …y salvajes. Claro, porque toda la cortina de humo del porfirismo dice: los indios salvajes, hay que pacificarlo. ¡Pero si los yaquis son pacíficos! Mientras no se entrara a su territorio, nunca combatían. Jamás hicieron operaciones de despojo fuera de su territorio. Salvaje era el ejército cuando entraba a las comunidades. El argumento es que los indios no hacen producir sus tierras. ¿Qué les importa? Para eso son sus tierras, son sus maneras, sus costumbres. Colonizar a los indios es dejar entrar a las compañías deslindadoras estadounidenses y meterse los generales sonorenses al botín, al negocio…

–      ¿Aquel genocidio explica estos desbarajustes de la política mexicana actual?

–      Sí, porque el genocidio está motivado por el concepto de progreso porfiriano y que tiene su correlato en la contrarreforma liberal que nos quieren imponer ahora. Los actuales son herederos de Porfirio Díaz y quieren vender la nación a las empresas extranjeras, entrar al botín, hacer negocio donde se pueda, pasar por encima de las sociedades y comunidades…

LA DESGRACIA DE LA GUERRA YAQUI


Voy a presentar el libro en las comunidades, vas a ver. Foto: Antonio Cruz, SinEmbargo
“A lo largo de los años explorando el pasado de México he encontrado historias canallescas y miserables, pero de todas esta es la peor y al mismo tiempo la más grandiosa”, dice Paco Taibo II en Yaquis, al referirse a la lucha armada que duró 42 años en Sonora y que culminó con un genocidio que el famoso autor mexicano no dura en comparar con el Holocausto.

“La desgracia de la guerra yaqui, que es una guerra popular que dura más de cuatro décadas, es que no hay memoria escrita y tampoco hubo un gran periodista como Heriberto Frías en la rebelión de Tomóchic”, dice Taibo II.

–      Este revisionismo histórico…

–      No, revisionistas son los otros, nosotros hacemos populismo radical…

–      Bueno, este populismo radical no esconde una admiración hacia el pueblo y la cultura yaquis que va creciendo con el correr de las páginas

–      Mira, estaba metido en la mitad de la zona yaqui y un grupo de gobernadores hizo una ceremonia para celebrar el inicio del libro. Y vi la danza del venado por enésima vez, lo que hizo que aumentara mi respeto por esa cultura. Es una danza ritual que celebra al venado, no al cazador. Hay un elemento ahí de síntesis profunda.

–      ¿Por qué de todas las culturas prehispánicas la de los yaquis es la menos reconocida?

–      Tiene que ver con un problema de aislamiento y tiene que ver con los jesuitas, quienes hicieron un proceso de transculturación que algunos antropólogos califican de envenenado. También crearon un colchón de protección contra los encomenderos coloniales de la región y la aislaron, la sellaron.

–      También tiene que ver, supongo, con la falta de escritura…

–      Bueno, no necesariamente, los jesuitas tendrían que haber estimulado la escritura y no lo hicieron. Curiosamente, se empieza a escribir en yaqui en la época en que estoy contando, la de la guerra.

–      ¿Tu libro es también un manual de estudio?

–      Bueno, siempre el problema es cómo cuentas la historia, cómo darle una estructura narrativa y convertirlo en objeto literario. Diría que en ese sentido es antimanualístico. No es un libro académico, porque los libros académicos son muy aburridos. Escribes para combatir la desmemoria. Voy a ir a las comunidades y voy a presentar el libro en los ocho pueblos, vas a ver…
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