Por Emilio Godoy
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Rosalinda Dionisio, en el medio, junto a otros dos pobladores de San José del Progreso, durante su testimonio ante el Tribunal Permanente de los Pueblos. Crédito: Emilio Godoy /IPS
CUERNAVACA, México, 26 jun 2013 (IPS) - “Nos reprimieron de manera brutal. La minera compra conciencias, divide a la comunidad, pero seguimos resistiendo. Estamos prácticamente huyendo, hay compañeros que están fuera de la comunidad”, dijo a IPS, entre sollozos, la indígena mexicana Rosalinda Dionisio.
Su testimonio resume la magnitud de los crecientes conflictos entre las poblaciones locales y las empresas mineras, que buscan la riqueza del subsuelo mexicano.
Dionisio, una zapoteca de 30 años, aún cojea debido a las heridas en una pierna infligidas en un atentado, cuando en marzo de 2012 fueron emboscados ella y otros activistas de la Coordinadora de Pueblos Unidos del Valle de Ocotlán, en el sureño estado de Oaxaca.
La organización lucha contra la operación de la mina San José, de la compañía Cuzcatlán, subsidiaría de la canadiense Fortuna Silver Mines Inc, que explota 700 hectáreas ricas en oro y plata.
El yacimiento se ubica en las inmediaciones del municipio San José del Progreso, uno de los tres más pobres del estado. La mayoría de sus 6.200 habitantes rechazan la explotación por su impacto en contaminación del suelo y del agua, pero el alcalde Alberto Sánchez encabeza un grupo que la apoya.
Esto genera divisiones y enfrentamientos en la comunidad, como sucede en otros pueblos mineros, contó pesarosa Dionisio.
Historias similares abundan en este país latinoamericano, ante el auge de la minería extractiva promovido desde el gobierno anterior, del conservador Felipe Calderón (2006-2012).
fuente: http://www.ipsnoticias.net/2013/06/el-mineral-o-la-vida-dilema-de-comunidades-mexicanas/
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