Los gobiernos neoliberales del continente americano se estan agrupando alrededor de Estados Unidos para tratar por todos los medios de debilitar la unión e integración lograda por Latinoamérica en los últimos años.
La idea es volver a resucitar el Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA) que había sufrido un contundente golpe durante la IV Cumbre de las Américas gracias a las posiciones asumidas por un grupo de presidentes, encabezados por Hugo Chávez, Néstor Kirchner y Luiz Inacio Lula da Silva, que avizoraban el grave peligro que correrían sus pueblos si se llegaba a crear dicho engendro.
Durante la reciente celebración en Cali, Colombia de la VII Cumbre de la Alianza del Pacífico, integrada por México, Chile, Perú y Colombia (ahora se le unió Costa Rica), los participantes acordaron impulsar el intercambio de bienes y servicios y el libre comercio como metas prioritarias pero no hablaron de la satisfacción de las necesidades básicas de sus pobladores ni la disminución de la pobreza que padecen muchos de sus ciudadanos.
Recién llegado a la presidencia colombiana, el propio Juan Manuel Santos confesó en conferencia de prensa con su homólogo estadounidense, Barack Obama que desde hacía dos décadas soñaba con la suscripción del Tratado de Libre Comercio (TLC) con el gigante norteamericano.
Claro que los cuatro mandatarios cuyos países integran la Alianza del Pacífico, Sebastián Piñera, de Chile; Enrique Peña Nieto, de México; Ollanta Humala, de Perú y Santos, de Colombia, conocían la famosa declaración realizada por el ex secretario de Estado estadounidense, Colin Powell, en 2005
En aquella fecha Powell afirmó, “nuestro objetivo con el Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA) es garantizar a las empresas norteamericanas el control de un territorio que va del polo Ártico hasta la Antártica, libre acceso, sin ningún obstáculo o dificultad, para nuestros productos, servicios, tecnología y capital en todo el hemisferio”.
Hace solo un mes, el nuevo jefe del Departamento de Estado, John Kerry expresó a los medios de prensa que Estados Unidos veía a Latinoamérica como su traspatio.
Todo hace indicar que la Alianza del Pacífico gestada en 2011 en Lima por iniciativa del entonces presidente peruano, Alan García, y consolidada el 16 de junio de 2012 en Chile, se encamina a disminuir, o mejor dicho, tratar de corroer la fuerza integradora latinoamericana que han alcanzado los gobiernos progresistas y nacionalistas surgidos en los últimos años.
Recordemos que en noviembre de 2005 cuando fue derrotada el ALCA, los modelos neoliberales aplicados desde los años 80 habían agudizado los problemas económicos y sociales en la región y se hizo un hecho habitual ver a niños viviendo en las calles, ancianos mendigando y familias comiendo de los latones de basura.
Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), de 1980 a 2005, 95 millones de personas se convirtieron en pobres, 226 millones vivían con menos de dos dólares al día lo cual no les alcanzaba ni para una sola comida.
Las privatizaciones habían hecho mella en la mayoría de los habitantes al perder muchos sus empleos con las reducciones de plantillas o la desaparición de pequeños y medianos negocios ante el empuje de las poderosas compañías transnacionales.
Entonces ocurrió una rebelión pacífica y los pueblos comenzaron a elegir a dignatarios que anhelaban la mejoría económica y social de las grandes mayorías, así como de una integración genuina de los países del sur del hemisferio.
Surgieron organizaciones como la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), PETROCARIBE, La Unión de Naciones del Sur (UNASUR), la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y se reforzó el Mercado del Sur (MERCOSUR).
El ejemplo más ilustrativo de lo que ocurre cuando se imponen convenios neoliberales y de privatizaciones, es el de México.
Según el oficial Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), después de 19 años de la firma del Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN) entre Estados Unidos, Canadá y México, este último país tiene 55,1 millones de pobres.
Para Coneval, con sede en Ciudad de México, los índices de pobreza se elevaron debido al alza internacional en los precios de los alimentos, así como a la abrupta disminución de la producción nacional de maíz, granos y carnes que ahora deben importarse, en su gran mayoría, desde Estados Unidos.
Mediante el TLCAN, la nación azteca se ha convertido en los últimos años en una dependencia de Washington. La profusión de leyes neoliberales permite a las compañías extranjeras utilizar mano de obra barata para sus producciones, explotar sus recursos naturales, extraer petróleo a precios preferenciales y exportar los excesos de mercancías norteamericanas hacia ese país.
Los cuatro países integrantes de la Alianza Pacífico tienen firmado acuerdos de Libre Comercio con Estados Unidos lo que las hace tener una dependencia mayor del gigante norteamericano.
A la reunión asistió como invitado especial nada menos que el presidente de España, Manuel Rajoy, impulsor en su país de leyes neoliberales que han dado al traste con la economía y la seguridad social del país y de sus habitantes.
En declaraciones a la agencia latinoamericana PL, el investigador peruano Carlos Alonso, señaló que la reunión de Cali se propone un resurgimiento de la fracasada ALCA, esta vez en una versión desembozadamente neoliberal. En virtud de fortalecer esa política hacia la región y disminuir la integración latinoamericana, recientemente el presidente estadounidense Barack Obama visitó México y Costa Rica.
El pasado 26 de mayo, el vicepresidente norteamericano, Joe Biden inició una gira por Colombia, Trinidad y Tobago y Brasil. En entrevista con el diario colombiano El Tiempo, afirmó: "Durante las próximas décadas estaremos poniendo nuestro enfoque en las regiones donde vemos mayores oportunidades, y en realidad no tenemos que buscar más allá del continente americano. No existe otra región en el mundo que contribuya más a la prosperidad de Estados Unidos".
Los comentarios huelgan. ¿Se estará creando una Quinta Columna en Latinoamérica?
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
La idea es volver a resucitar el Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA) que había sufrido un contundente golpe durante la IV Cumbre de las Américas gracias a las posiciones asumidas por un grupo de presidentes, encabezados por Hugo Chávez, Néstor Kirchner y Luiz Inacio Lula da Silva, que avizoraban el grave peligro que correrían sus pueblos si se llegaba a crear dicho engendro.
Durante la reciente celebración en Cali, Colombia de la VII Cumbre de la Alianza del Pacífico, integrada por México, Chile, Perú y Colombia (ahora se le unió Costa Rica), los participantes acordaron impulsar el intercambio de bienes y servicios y el libre comercio como metas prioritarias pero no hablaron de la satisfacción de las necesidades básicas de sus pobladores ni la disminución de la pobreza que padecen muchos de sus ciudadanos.
Recién llegado a la presidencia colombiana, el propio Juan Manuel Santos confesó en conferencia de prensa con su homólogo estadounidense, Barack Obama que desde hacía dos décadas soñaba con la suscripción del Tratado de Libre Comercio (TLC) con el gigante norteamericano.
Claro que los cuatro mandatarios cuyos países integran la Alianza del Pacífico, Sebastián Piñera, de Chile; Enrique Peña Nieto, de México; Ollanta Humala, de Perú y Santos, de Colombia, conocían la famosa declaración realizada por el ex secretario de Estado estadounidense, Colin Powell, en 2005
En aquella fecha Powell afirmó, “nuestro objetivo con el Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA) es garantizar a las empresas norteamericanas el control de un territorio que va del polo Ártico hasta la Antártica, libre acceso, sin ningún obstáculo o dificultad, para nuestros productos, servicios, tecnología y capital en todo el hemisferio”.
Hace solo un mes, el nuevo jefe del Departamento de Estado, John Kerry expresó a los medios de prensa que Estados Unidos veía a Latinoamérica como su traspatio.
Todo hace indicar que la Alianza del Pacífico gestada en 2011 en Lima por iniciativa del entonces presidente peruano, Alan García, y consolidada el 16 de junio de 2012 en Chile, se encamina a disminuir, o mejor dicho, tratar de corroer la fuerza integradora latinoamericana que han alcanzado los gobiernos progresistas y nacionalistas surgidos en los últimos años.
Recordemos que en noviembre de 2005 cuando fue derrotada el ALCA, los modelos neoliberales aplicados desde los años 80 habían agudizado los problemas económicos y sociales en la región y se hizo un hecho habitual ver a niños viviendo en las calles, ancianos mendigando y familias comiendo de los latones de basura.
Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), de 1980 a 2005, 95 millones de personas se convirtieron en pobres, 226 millones vivían con menos de dos dólares al día lo cual no les alcanzaba ni para una sola comida.
Las privatizaciones habían hecho mella en la mayoría de los habitantes al perder muchos sus empleos con las reducciones de plantillas o la desaparición de pequeños y medianos negocios ante el empuje de las poderosas compañías transnacionales.
Entonces ocurrió una rebelión pacífica y los pueblos comenzaron a elegir a dignatarios que anhelaban la mejoría económica y social de las grandes mayorías, así como de una integración genuina de los países del sur del hemisferio.
Surgieron organizaciones como la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), PETROCARIBE, La Unión de Naciones del Sur (UNASUR), la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y se reforzó el Mercado del Sur (MERCOSUR).
El ejemplo más ilustrativo de lo que ocurre cuando se imponen convenios neoliberales y de privatizaciones, es el de México.
Según el oficial Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), después de 19 años de la firma del Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN) entre Estados Unidos, Canadá y México, este último país tiene 55,1 millones de pobres.
Para Coneval, con sede en Ciudad de México, los índices de pobreza se elevaron debido al alza internacional en los precios de los alimentos, así como a la abrupta disminución de la producción nacional de maíz, granos y carnes que ahora deben importarse, en su gran mayoría, desde Estados Unidos.
Mediante el TLCAN, la nación azteca se ha convertido en los últimos años en una dependencia de Washington. La profusión de leyes neoliberales permite a las compañías extranjeras utilizar mano de obra barata para sus producciones, explotar sus recursos naturales, extraer petróleo a precios preferenciales y exportar los excesos de mercancías norteamericanas hacia ese país.
Los cuatro países integrantes de la Alianza Pacífico tienen firmado acuerdos de Libre Comercio con Estados Unidos lo que las hace tener una dependencia mayor del gigante norteamericano.
A la reunión asistió como invitado especial nada menos que el presidente de España, Manuel Rajoy, impulsor en su país de leyes neoliberales que han dado al traste con la economía y la seguridad social del país y de sus habitantes.
En declaraciones a la agencia latinoamericana PL, el investigador peruano Carlos Alonso, señaló que la reunión de Cali se propone un resurgimiento de la fracasada ALCA, esta vez en una versión desembozadamente neoliberal. En virtud de fortalecer esa política hacia la región y disminuir la integración latinoamericana, recientemente el presidente estadounidense Barack Obama visitó México y Costa Rica.
El pasado 26 de mayo, el vicepresidente norteamericano, Joe Biden inició una gira por Colombia, Trinidad y Tobago y Brasil. En entrevista con el diario colombiano El Tiempo, afirmó: "Durante las próximas décadas estaremos poniendo nuestro enfoque en las regiones donde vemos mayores oportunidades, y en realidad no tenemos que buscar más allá del continente americano. No existe otra región en el mundo que contribuya más a la prosperidad de Estados Unidos".
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