24. mayo, 2013 Red Voltaire Línea Global, Semana
Hace exactamente 50 años se producía un episodio decisivo en la historia de la “democracia estadunidense”, una lucha épica cuyo desenlace ha sido determinante para el futuro del mundo entero. De no haber sido asesinado, ¿Kennedy habría frenado la creciente influencia israelí en los asuntos de Estados Unidos?
Laurent Guyénot/Red Voltaire
En mayo de 1963, el Comité de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos abría una investigación sobre las operaciones clandestinas de agentes extranjeros en territorio estadunidense, indagatoria cuyos principales objetivos eran el American Zionist Council (Consejo Sionista Estadunidense) y la Jewish Agency for Israel (Agencia Judía para Israel). La pesquisa estaba motivada por un informe redactado en marzo de 1961 (y desclasificado en 2010) por el presidente de esa Comisión permanente, William Fulbright, que indicaba: “en los últimos años ha habido un creciente número de incidentes que implicaban intentos de gobiernos extranjeros, o de sus agentes, con vistas a influir en la política exterior americana [estadunidense] a través de métodos que se salen de los canales diplomáticos normales”. Al señalar que esos métodos incluían “actividades secretas en Estados Unidos y en otras partes”, Fulbright apuntaba al caso Lavon de 1953, en el que varios judíos egipcios entrenados en Israel perpetraron contra objetivos británicos atentados con bombas que debían atribuirse a la Hermandad Musulmana para desacreditar a Gamal Abdel Nasser ante británicos y estadunidenses. La investigación del Senado sacó a la luz una actividad de blanqueo de dinero a través de la cual la Jewish Agency (indisociable del Estado de Israel, del que incluso fue precursora) hacía llegar decenas de millones de dólares al American Zionist Council, principal lobby israelí en Estados Unidos. Como resultado de aquella investigación, el Departamento de Justicia, bajo las órdenes del entonces attorney general (ministro de Justicia) Robert Kennedy, exigió que –ya que estaba financiado por el Estado de Israel– el American Zionist Council se registrara como “agente extranjero” y quedara, por lo tanto, sometido a las obligaciones estipuladas en la Foreign Agents Registration Act de 1938 (Ley de Registro de Agentes Extranjeros), lo cual implicaba una estrecha vigilancia de sus actividades.
Aquel intento de contrarrestar la creciente interferencia de Israel en la política estadunidense estaba, por supuesto, respaldado por el presidente. Aún cuando no era más que un joven periodista que cubría la conferencia inaugural de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), John F Kennedy ya había visto con desagrado la capacidad de Israel para la compra de políticos, lo que incluía al propio presidente.
FUENTE: http://contralinea.info/archivo-revista/index.php/2013/05/24/israel-kennedy-nuevas-revelaciones/
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