México D.F. a 29 de abril de 2013. Carlos Marín Periodista Escuchaba hoy en Milenio Televisión un promocional donde usted habla del derecho de réplica. Llevo tres días buscando una réplica a sus columnas del jueves 25 y viernes 26 de este mes. No lo he logrado. Correos, llamadas, tuits y recados con colaboradores de Grupo Milenio no han logrado su propósito.
Su página de Internet no tiene mecanismos de interacción como otros diarios. En la sección de “contacto” uno nunca sabe si se envió o no el mensaje. Hoy paso a dejársela a su oficina mejor. No está en mis prioridades detenerme mucho en lo que opinen los periodistas. Pienso que el debate público se enriquece de distintas posturas con las que normalmente puedo coincidir o no. De hecho son valiosas en democracia. Le escribo porque creo en el valor de los diálogos horizontales. Sus opiniones no me preocupan, me llama la atención lo que usted presenta como hechos. Información en sentido estricto.
Creo que la obligación de todo periodista es constatar por los medios de su profesión estos hechos y presentarlos al público. A partir de ellos, las opiniones deben gozar de la más alta libertad. Creo que eso mismo escribe con Vicente Leñero en un manual de periodismo. ¿Por qué no sigue sus propios consejos? Es el caso que en su columna del jueves 25 de abril llamada “¡En la torre! Un veterano vándalo” escribe sobre Uriel: “… el mismo que perdió un ojo en los vandálicos disturbios en que participó el 1 de diciembre y quien figuró entre los favorecidos con la excarcelación, forma parte del grupo de embozados que tomó la Torre de Rectoría…
”. Señor Marín, Uriel no participó en los disturbios y no fue beneficiado por la “excarcelación”. Información falsa. Uriel no pudo beneficiarse con la excarcelación por el simple hecho que nunca ha estado en prisión. Quizá si usted hubiera leído la nota de Rubén Mosso en el portal de Milenio el 1 de diciembre o la de Alejandro Madrigal el 2 del mismo mes y la excelente crónica del mismo reportero de Milenio del 7 de diciembre, tendría la información correcta.
Es más, me conformaría con que hubiera leído bien la misma nota de Natalia Gómez de El Universal que usted cita. Si hubiera hecho la tarea de periodista o la de simple lector, sabría que Uriel Sandoval no ha sido detenido, ni ha estado preso. Básicamente porque Uriel nunca ha cometido delito alguno. Uriel Sandoval estaba en el hospital. Si hubiera investigado un poco sabría que los policías federales le dispararon balas de goma hiriéndolo de gravedad. Sabría que junto con el crimen a Uriel, la policía cometió otro delito que tiene al profesor José Francisco Kuykendall en coma desde aquel día y que desde el 22 de marzo de este año ha desaparecido Teodulfo Torres principal testigo de su agresión. Crímenes que permanecen en la impunidad.
No leyó nada de esto o persistió en mentir ya que el viernes 26 de abril escribió: “… par de vándalos del 1 de diciembre que fueron favorecidos con su excarcelación: Uriel Sandoval y Brayan Reyes (sic)”. Reitera la falsedad señor Marín.
Así las cosas desde el jueves pasado no he podido obtener réplica sobre este punto. Me parece importante porque como lo ha señalado la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal en su Recomendación al Gobierno del DF, la totalidad de quienes fueron detenidos el 1 de diciembre del año pasado, lo estuvieron injustamente máxime a costa de no detener a quienes pudieron cometer delitos. Conozco a Uriel Sandoval. Es un joven que se involucra y defiende sus ideas.
Es solidario y optimista a pesar de lo vivido. Las personas presas injustamente o señaladas como criminales merecen la reparación de su honor e imagen conforme a nuestra Constitución y a los tratados internacionales suscritos por México.
Que usted persista en criminalizar a algunos jóvenes es ignorancia, mala leche o asignatura. Quiero decirle finalmente, que México se ha vuelto el país más peligroso para el ejercicio de su profesión. Que mientras decenas de colegas suyos se movilizaron en todo el país para detener los asesinatos y recordar a Regina Martínez, reportera veracruzana, a un año de su impune asesinato, sus eventos no fueron primera plana, mientras que un grupo de estudiantes ocupando la Rectoría o de profesores en Guerrero lo fueron. Hay algo que está mal ¿no le parece? Jesús Robles Maloof Defensor de derechos humanos
Su página de Internet no tiene mecanismos de interacción como otros diarios. En la sección de “contacto” uno nunca sabe si se envió o no el mensaje. Hoy paso a dejársela a su oficina mejor. No está en mis prioridades detenerme mucho en lo que opinen los periodistas. Pienso que el debate público se enriquece de distintas posturas con las que normalmente puedo coincidir o no. De hecho son valiosas en democracia. Le escribo porque creo en el valor de los diálogos horizontales. Sus opiniones no me preocupan, me llama la atención lo que usted presenta como hechos. Información en sentido estricto.
Creo que la obligación de todo periodista es constatar por los medios de su profesión estos hechos y presentarlos al público. A partir de ellos, las opiniones deben gozar de la más alta libertad. Creo que eso mismo escribe con Vicente Leñero en un manual de periodismo. ¿Por qué no sigue sus propios consejos? Es el caso que en su columna del jueves 25 de abril llamada “¡En la torre! Un veterano vándalo” escribe sobre Uriel: “… el mismo que perdió un ojo en los vandálicos disturbios en que participó el 1 de diciembre y quien figuró entre los favorecidos con la excarcelación, forma parte del grupo de embozados que tomó la Torre de Rectoría…
”. Señor Marín, Uriel no participó en los disturbios y no fue beneficiado por la “excarcelación”. Información falsa. Uriel no pudo beneficiarse con la excarcelación por el simple hecho que nunca ha estado en prisión. Quizá si usted hubiera leído la nota de Rubén Mosso en el portal de Milenio el 1 de diciembre o la de Alejandro Madrigal el 2 del mismo mes y la excelente crónica del mismo reportero de Milenio del 7 de diciembre, tendría la información correcta.
Es más, me conformaría con que hubiera leído bien la misma nota de Natalia Gómez de El Universal que usted cita. Si hubiera hecho la tarea de periodista o la de simple lector, sabría que Uriel Sandoval no ha sido detenido, ni ha estado preso. Básicamente porque Uriel nunca ha cometido delito alguno. Uriel Sandoval estaba en el hospital. Si hubiera investigado un poco sabría que los policías federales le dispararon balas de goma hiriéndolo de gravedad. Sabría que junto con el crimen a Uriel, la policía cometió otro delito que tiene al profesor José Francisco Kuykendall en coma desde aquel día y que desde el 22 de marzo de este año ha desaparecido Teodulfo Torres principal testigo de su agresión. Crímenes que permanecen en la impunidad.
No leyó nada de esto o persistió en mentir ya que el viernes 26 de abril escribió: “… par de vándalos del 1 de diciembre que fueron favorecidos con su excarcelación: Uriel Sandoval y Brayan Reyes (sic)”. Reitera la falsedad señor Marín.
Así las cosas desde el jueves pasado no he podido obtener réplica sobre este punto. Me parece importante porque como lo ha señalado la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal en su Recomendación al Gobierno del DF, la totalidad de quienes fueron detenidos el 1 de diciembre del año pasado, lo estuvieron injustamente máxime a costa de no detener a quienes pudieron cometer delitos. Conozco a Uriel Sandoval. Es un joven que se involucra y defiende sus ideas.
Es solidario y optimista a pesar de lo vivido. Las personas presas injustamente o señaladas como criminales merecen la reparación de su honor e imagen conforme a nuestra Constitución y a los tratados internacionales suscritos por México.
Que usted persista en criminalizar a algunos jóvenes es ignorancia, mala leche o asignatura. Quiero decirle finalmente, que México se ha vuelto el país más peligroso para el ejercicio de su profesión. Que mientras decenas de colegas suyos se movilizaron en todo el país para detener los asesinatos y recordar a Regina Martínez, reportera veracruzana, a un año de su impune asesinato, sus eventos no fueron primera plana, mientras que un grupo de estudiantes ocupando la Rectoría o de profesores en Guerrero lo fueron. Hay algo que está mal ¿no le parece? Jesús Robles Maloof Defensor de derechos humanos
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