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Por: Mariana Gallardo - abril 19 de 2013 - 0:01
Crónicas Cotidianas, LOS ESPECIALISTAS - 6 comentarios
Pasan las horas. Pasan los días. Mi compañera de piso, temporal, me explica que tiene un grave problema. El chico que le gusta no le ha contestado el mensaje que le mandó por Facebook o Caralibro.
Me dice que el viernes pasado él asistió a su celebración de cumpleaños, muy amigable. Platicaron un rato, la pasaron bien. Un par de días después ella le mandó un mensaje simple: “Hola, cómo estás, cómo va todo”. Inmediatamente aparece una palomita que señala que el mensaje ha sido leído el mismo lunes a las 10:45 am hora Chile.
Silencio virtual. Desesperación franca. Problemática inútil, muchos dirán.
Pero el problema es que sí es un tema de preocupación. No es un pase de coca, no es un porro, no son dos botellas de tinto o cinco mezcales sin control. Es una red social que constituye actualmente un mundo de vínculos emocionales y afectivos, que nos otorga un sentido de pertenencia o de presencia, aún cuando no estemos en cuerpo.
FUENTE: http://www.sinembargo.mx/opinion/19-04-2013/13836
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