22 de febrero de 2013

Centenario del asesinato del ingenuo Madero que soñó con la democracia burguesa - Pedro Echeverría V.


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Centenario del asesinato del ingenuo Madero que soñó con la democracia burguesa
Pedro Echeverría V.

1. Francisco I. Madero es un personaje importante de la historia de la Revolución Mexicana por haber encabezado el derrocamiento de la dictadura de 35 años de Porfirio Díaz. Fue hijo de un poderoso industrial, de los hombres más ricos de México; ello le permitió estudiar en los EEUU y en Francia para luego encargarse –en 1903- de la hacienda de su padre en el estado de Coahuila. Mientras los campesinos y los obreros seguían a los Flores Magón que organizaban “círculos obreros”, huelgas, publicaban su periódico anti porfirista, “Regeneración” y se enfrentaban abiertamente al gobierno, Madero –siendo hacendado- permanecía aislado de las luchas sociales, aunque, por sus estudios en el extranjero, idealizaba o soñaba con algunos cambios pacíficos electorales en el sistema de dominación porfirista. Díaz perseguía y reprimía a los Flores Magón, pero a Madero lo soportaba e incluso se burlaba de él.


2. Aunque Ricardo Flores Magón no se había declarado anarquista como lo hizo en 1911, en los primeros años del siglo fue el luchador social más radical que buscaba hacer una revolución contra el gobierno porfiriano. Madero, por el contrario, sólo buscaba que el gobierno del dictador Díaz no fuera tan brutal y violento; por eso se preparó para participar en las elecciones de 1910 después que el mismo Díaz declarara a un periodista yanqui, que el país –al fin- ya estaba preparado por un cambio. Madero incluso buscó negociar con Díaz antes de las elecciones; la respuesta del dictador fue de burla, lo animó a que lanzara su candidatura y le deseó suerte. Las batallas en los campos, las fábricas y las calles continuaban mientras Madero visitaba electoralmente algunos estados de la República; pero la convocatoria a la Revolución sólo vendría después de ser detenido Madero y de declararse a Díaz con el triunfo electoral.

3. La realidad es que la revolución no se preparó. Los levantamientos surgieron en varias entidades independientes a la convocatoria maderista; sin embargo fue en Ciudad Juárez, Chihuahua (la frontera con los yanquis) con la presencia de Madero, donde se firmaron los Tratados que acordaban la renuncia de Díaz y su salida del país. Ya en esos mismos Tratados se veía que Madero no buscaba ni quería ninguna revolución, pues en lugar de que se firmara el desarme del ejército porfirista y se pidió el desarme del movimiento revolucionario para que las cosas sigan igual. Desde ese momento el maderismo fue condenado por las deferentes fracciones revolucionarias: por Flores Magón que se declaró “contra todo gobierno”, por Zapata que pronto lanzaría su Plan de Ayala o por Orozco que publicaría su Plan de la Empacadora. Los tres consideraron que la revolución había sido traicionada por Madero y seguidores.

4. ¿Qué Madero era un demócrata? Sí lo fue en el sentido de demócrata formal o burguesa, que es la estructura que domina en el capitalismo. Pero no fue un demócrata real –como tampoco ha existido- si se dice que democracia “es un gobierno del pueblo, por el  pueblo y para el pueblo”. Los argumentos de haber sido “espiritista”, “místico”, de haber perdonado la vida a Félix Díaz, a Bernardo Reyes que se habían levantado en armas, son nada al dejar armado al ejército de la dictadura y al negarle a los campesinos la repartición de tierras, “porque en ningún discurso lo había prometido”. Madero abandonó a los revolucionarios y lo único que buscaba era una especie de orden y progreso porfirista, pero sin don Porfirio. En Ricardo Flores Magón ya florecía la bandera del anarquismo, pero sólo se declaró como tal al denunciar la traición de Madero diciendo que todos los gobiernos eran iguales de traidores y que los trabajadores deberían autogobernarse.

5. A pesar de que Madero fue advertido por muchos revolucionarios para que asuma su papel de gobierno revolucionario, permitió que los porfiristas regresaran por el poder perdido. El gobierno yanqui preparó el golpe de Estado que se fraguó en los sótanos de la misma embajada gringa de la ciudad de México con personajes connotados, sobre todo con su jefe militar Victoriano Huerta, (tal como sucedería en 1973 -60 años después- con el golpe de Estado en Chile encabezado por Pinochet). La suerte de Madero -como la de Salvador Allende- estaba anunciada. Madero y el vicepresidente Pino Suárez fueron asesinados. El presidente yanqui William Taft, aunque estaba a punto de dejar el cargo, ordenó el golpe de Estado y el establecimiento de la usurpación huertista; aunque meses después los mismos yanquis con nuevo gobierno (de Woodrow Wilson) buscarían negociar con la revolución constitucionalista.

6. Madero no era un demócrata, menos un revolucionario. Precisamente contra su gobierno se rebelaron muchos revolucionarios como Flores Magón, Emiliano Zapata, Pascual Orozco, Paulino Martínez, los obreros anarquistas de la Casa del Obrero Mundial fundada en 1912. Fue un hacendado estudioso que logró reunir el descontento que llevó a Díaz a renunciar y a exiliarse, pero que luego no entendió lo que en México sucedía. A partir de fines de 1913 México tuvo que sufrir muchas más muertes y rebeliones para derrocar al usurpador Huerta y que en 1915-17 se instale -ahora sí- la verdadera revolución burguesa y su constitución política. Pienso que después de la segunda experiencia pacífica y medio ingenua de Salvador Allende en Chile, ya personajes del aparato de poder y los demás presidentes mexicanos no solo no son ingenuos, sino que se han ido al extremo al practicar gobiernos brutalmente burguesas represivos.


7. En el México de hoy Madero, como Vasconcelos después de 1929, y Gómez Morín, su ideólogo y fundador, son los pilares de la llamada democracia panista. Los tres, de diferentes maneras, representaron con sus ideas los intereses de la “iniciativa privada”. Incluso hoy el directivo más importante del PAN es un nieto o bisnieto de Madero. La verdadera izquierda mexicana, por el contrario, encuentra su identidad en el anarquista Ricardo Flores Magón y en el campesino Emiliano Zapata, el impulsor del Plan de Ayala. El centro priísta sigue usando como bandera a la revolución mexicana y a todos los presidentes de la República –sin excepción- que han sido del PRI. Obviamente este no puede ser un asunto de héroes, caudillos y personalidades, sino de clases sociales, posiciones políticas y de práctica social. (22/II/13)



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