Privatizar el agua, la nueva apuesta de los especuladores que ven a MÉXICO con interes

Los ayuntamientos sustituyen la burbuja del ladrillo por la del agua:

De la burbuja inmobiliaria a la burbuja hídrica. El ladrillo ya no da ingresos a los municipios, y los ayuntamientos recurren a la privatización del agua para su financiación. Este miércoles nace en Red Agua Pública, una marea azul en defensa del agua como servicio público. A las 19:00 horas, en el centro Joaquín Roncal de Zaragoza.

La forma de privatizar es a través de un Partenariado Público Privado (PPP) mediante el cual se otorga una concesión durante 40 o 50 años a una empresa privada. Así, las compañías se hacen con un mercado sin competencia local, un auténtico monopolio, y con un usuario seguro y permanente.

Al calor del negocio del agua han acudido tanto empresas francesas del sector como el lobby de las grandes constructoras. Solo la catalana Agbar, con 13 millones de usuarios, y FCC, con sus más de 9 millones de abonados, controlan cerca del 80% del mercado privatizado. Todo un oligopolio al que se ha sumado Acciona.



Estas grandes empresas suelen tener detrás una entidad bancaria que les va a financiar. Los ayuntamientos no pueden tener una línea directa de financiación, un dinero que sí pueden recibir a través de los PPP, en los que el socio privado hace de banquero.

Pedro Arrojo, profesor de Economía de la Unversidad de Zaragoza y miembro de Nueva Cultura del Agua, afirma que “privatizar es un acto de sabotaje social a la economía ciudadana, porque al día siguiente tendrás que alquilar los servicios privados y deberás pagar lo que ellos han invertido, más lo que te quieran cobrar de intereses”.

Según un estudio de la Universidad de Granada, la entrada de la empresa privada en el sector “no ha supuesto la esperada mejora en la eficiencia” en Andalucía, y se preguntan si “hay otras razones que estén impulsando el proceso privatizador.

Los autores avanzan que dentro de 20 años tendremos los ratios de aumento tarifario más caros de Europa, habrá una degradación de las infraestructuras y unas condiciones medioambientales lamentables. Además, la privatización traerá una ausencia de inversión en la gestión del ciclo urbano del agua, "lo que conducirá a una insostenibilidad y quizás a su posterior rescate pagado con dinero público". Un proceso semejante al que ha ocurrido con la banca.

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