6 de enero de 2013

INMUNDO RIVAPALACIO busca que creamos que la rata SALINAS no esta manejando la presidencia

LA RATA SALINAS TAMBIEN VOTA
LA RATA SALINAS TAMBIEN VOTA (Photo credit: trianero2)
Portarretrato: Salinas, la resurrección:
Raymundo Riva Palacio
¿Qué ha hecho que Carlos Salinas estar en el centro del poder del gobierno de Enrique Peña Nieto? ¿El que su enemigo Ernesto Zedillo, cuyos fieles acólitos pertenecían al círculo interno del entonces candidato presidencial, hoy están difuminados? ¿Acaso fue por la creencia en algunos círculos de que la mano que ayudó a Alejandro Poiré a que Harvard aceptara a Felipe Calderón fue la de Zedillo y que eso le costó caro? ¿O será que un empresario que se hizo banquero con Salinas y luego lo negó, Roberto González Barrera, donó poco antes de morir una fuerte cantidad de dinero para los primeros años de Calderón tras su sexenio? ¿Hizo algo Zedillo que molestó a Peña Nieto y provocó la resurrección de Salinas?
Para las mentes conspiradoras, cualquier respuesta sería atractiva, pero lo más probable, si se entiende la lógica de poder de Peña Nieto, que no gusta compartir las decisiones trascendentales, es que la influencia de Salinas en el gobierno entrante, no sea algo más que una percepción y no una realidad. Empero, dijo un alto funcionario del gobierno actual, esto no quita que el ex presidente carezca de influencia en esta administración, aunque sea por proximidad. Cómo la podrá aplicar, aún es temprano para verse.
Percepción puede ser, por ejemplo, que Claudia Ruiz Massieu, hija de su hermana Adriana, sea la secretaria de Turismo. Sus lazos familiares son meramente  circunstanciales. Ruiz Massieu, que conoció a parte del equipo muy cercano a Peña Nieto en la LXI Legislatura –de donde salieron varios miembros del gabinete y bastantes integrantes del equipo de transición-, tiene un trabajo reconocido donde la familia es sólo referencia genealógica. Desde la transición se sabía que estaría en una posición importante, en la Secretaría de Gobernación o en la nueva Fiscalía Anticorrupción. Turismo fue su destino inmediato, pero en el propio entorno de Peña Nieto reconocen que es una de las figuras emergentes de la nueva clase política.
Caso similar es el de José Antonio González Anaya, quien fue nombrado director del IMSS. Trabajó con José Córdoba cuando era el poderoso y discreto superasesor de Salinas en Los Pinos, con quien se emparentó durante largos años al estar casado con una hermana de Ana Paula Gerard, la segunda esposa del ex Presidente. González Anaya, que participó en la reforma del ISSSTE y es considerado experto en pensiones y jubilaciones, ansiaba desde el gobierno de Calderón, donde fue subsecretario de Ingresos, llegar al IMSS, pero nunca le hicieron caso. Técnicamente es impecable, que es lo único que lo salvó de ser decapitado por Calderón, a quien varios de sus asesores le pedían su cese por considerar que estaba demasiado cerca de los priistas.
Igual sucedió con Eduardo Medina Mora, quien fue congelado y enviado por Calderón como embajador al Reino Unido, donde fortaleció su relación con Salinas, que vive entre la ciudad de México y Londres. Salinas se dedica a promover inversiones –lo está haciendo en Cancún- y lo visitaba mucho en la Embajada. Cercano también de Peña Nieto, el ex procurador general sólo espera del placet de Washington para presentarse ante el presidente Barack Obama como el nuevo embajador ante la Casa Blanca.
Otra persona relacionada con el presidente Peña Nieto es Luis Miranda –a quien sólo los impedimentos estatutarios del PRI le impidieron ser su candidato en el estado de México-, quien fue nombrado subsecretario del ramo en Gobernación. Miranda era quien como secretario de Gobierno en el estado de México, cuando el mandatario era Peña Nieto, era el responsable de llevar la relación con las figuras políticas más importantes de México, mediante lo cual estableció una muy sólida relación con Salinas.
Similarmente fuerte es la relación del ex Presidente con Manuel Cadena, quien sin pertenecer al Grupo Atlacomulco, de donde viene Peña Nieto, es una de las figuras más poderosas en el estado de México y factor de equilibrio en la entidad. Cadena fue nombrado jefe de la Unidad de Delegaciones Federales de la Secretaría del Trabajo, un cargo que es menor para su biografía política, pero que lo coloca en la lista del primer relevo del gabinete. La relación de Cadena con Salinas es tan intensa que durante los tres últimos años ha buscado, aún sin éxito, que se restablezca la amistad con un viejo amigo que rompió con él en 1994, después de no hacerlo candidato presidencial, el senador perredista Manuel Camacho.
Cadena y Miranda tiene lazos con Arturo Montiel, tan cercano a Salinas que cuando Rosario Robles, a la sazón presidente del PRD, tenía un boquete financiero en el partido y le pidió ayuda durante una cena secreta en Londres, fue el ex gobernador mexiquense quien le ayudó a salir del problema. Robles fue designada por Peña Nieto como secretaria de Desarrollo Social, una dependencia inventada por Salinas durante su gobierno, desde donde construyó la candidatura presidencial del infortunado Luis Donaldo Colosio.
El arquitecto de Sedesol fue Carlos Rojas, a quien nombraron ahora director general del Fondo Nacional de Apoyo para las Empresas de Solidaridad, que será transformado en el Instituto Nacional de Economía Social. Rojas –su lugarteniente en Sedesol era Enrique del Val, hoy subsecretario de Educación- fue uno de los principales asesores de Robles durante la etapa de la transición, y el modelo de reagrupamiento de los programas sociales, que los gobiernos panistas repartieron en todas las secretarías, parte del principio del Programa de Solidaridad salinista.
Otro Rojas es muy cercano a Salinas, quizás el que más de todos los miembros en el equipo de Peña Nieto, Francisco. Designado director de la CFE, es de todo el viejo equipo de Salinas quien mantuvo la relación más consistente con él. Cuando asesinaron a Colosio, Rojas era su candidato a relevarlo, y estuvo tan cerca de ello que empacó sus cosas en Pemex, que dirigía, y tenía nombrado a Del Val como sustituto. Córdoba se interpuso y empujó a Zedillo al cargo, aduciendo falta de carácter. A ojos de Salinas, Zedillo lo traicionó y durante un tiempo actuó como si Córdoba también lo hubiera hecho.
Hoy, ni Zedillo ni Córdoba, ni otros cercanos a aquél grupo que se esperaba figuraran en el nuevo gobierno, como Guillermo Ortiz, jefe de Banorte, el banco con el que se quedó González Barrera, están en las marquesinas peñistas. Sólo Salinas aparece, como figura del pasado, imborrable en el imaginario colectivo, para bien y para mal, en el regreso del ex Presidente, aunque sea sólo a través de los símbolos.
twitter: @rivapa

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