JENARO VILLAMIL
4 DE DICIEMBRE DE 2012 · 12 COMENTARIOS
ANÁLISIS
Las detenciones arbitrarias en Guadalajara.
Foto: Rafael del Río
MÉXICO, D.F. (apro).- Como dos gotas de agua, las jornadas de protesta en la Ciudad de México y en Guadalajara el pasado 1 de diciembre tienen una similitud que hace pensar en una provocación armada, quizá desde los sótanos del poder político o de los cuerpos policíacos y parapolicíacos.
De acuerdo con los testimonios de varios de los participantes, en Guadalajara, después de pasar por la sede estatal del PRI se sumaron grupos de personas encapuchadas o con el rostro cubierto, dispuestas a armar destrozos en las instalaciones del tricolor y de Televisa-Jalisco. En la Ciudad de México, a la altura de Tepito y otros barrios del Centro Histórico comenzaron a salir jóvenes con palos, piedras, quienes protagonizaron los destrozos que han dado la vuelta al mundo a través de las imágenes televisadas y decenas de fotografías.
Ninguna de las personas que protestaban sin violencia había visto antes a los porros “sembrados”. Ni en las marchas del movimiento #YoSoy132 ni en las de los simpatizantes de Morena o en otros colectivos que salieron ese 1 de diciembre para expresar su descontento por la llegada de Enrique Peña Nieto al poder presidencial.
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http://www.proceso.com.mx/?p=326974
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