9 de diciembre de 2012

Chile es una democracia del siglo XXI con origen dictatorial

“Chile es una democracia del siglo XXI con origen dictatorial”:
Weibel asegura que elementos del régimen del ya fallecido Augusto Pinochet perviven a través de la Constitución heredada de la dictadura y son el origen de que, a su juicio, Chile viva actualmente una crisis social y de su sistema político. Weibel es autor junto con su colega Carlos Dorat del libro “Asociación Ilícita – Los archivos secretos de la dictadura”, uno de los más leídos en este país desde su publicación en octubre.
Los documentos oficiales revelan cómo tomaba sus decisiones la dictadura, su alianza con otros regímenes militares del Cono Sur americano, mediante el llamado Plan Cóndor para la represión coordinada de sus opositores, o cómo los diplomáticos vigilaban a los exiliados en todo el mundo.
Pregunta: ¿Cómo fue la investigación para escribir “Asociación Ilícita”?



MAURICIO WEIBEL: Pretendíamos hacer una exposición en el Museo de la Memoria sobre los 40 años del golpe militar (a cumplirse el 11 de septiembre de 2013). En ese camino, me encontré con estos archivos que están en la Cancillería y en el Ministerio del Interior. Eran las comunicaciones intercambiadas entre 1973 y 1990. Fueron cuatro meses ordenando los archivos, organizándolos y leyéndolos, y después cinco semanas de escritura.
P: ¿Qué revelaron estos archivos sobre la red de informaciones secretas de la dictadura?

MW: Decidimos contar cómo tomaban las decisiones en la dictadura y cómo eran las comunicaciones en alto nivel. Deja la evidencia de la participación plena de civiles y de la Cancillería chilena en la represión. Nadie era inocente, todos sabían.
Los cancilleres chilenos pedían copias del Plan Cóndor a la policía secreta. En algunos casos, la policía secreta sugiere al Ministerio del Interior que determinado exiliado pueda volver al país y lo rechazan. Básicamente, explicamos cómo operaban, las comunicaciones que tenían, cuáles eran los informes, qué tipo de material quemaban, por las actas de destrucciones.
P: El libro cita a figuras de la dictadura que mantienen cargos actualmente, como el diputado Alberto Cardemil ¿Cuál fue su función?
MW: Cardemil fue subsecretario del Interior y hoy integra la bancada de diputados de la Renovación Nacional, el partido del presidente Enrique Piñera. Él repartía informes de la Central Nacional de Informaciones (CNI), que era la policía secreta, a los ministerios y estaba encargado de distribuir las fichas con información de los opositores. Se sabía que en algo había estado involucrado, pero no teníamos pruebas de nada. Hay muchas cosas que ahora él tiene que responder, si guardó copia de estas fichas, de sus informes, si usó esas informaciones obtenidas mediante tortura en la democracia.

Y lo mismo pasó con los demás civiles, pues aparecen muchos embajadores involucrados. El diputado negó la existencia de los archivos, negó que hubiera repartido la información de la CNI.
P: ¿Han tenido problemas con la justicia por la publicación el libro?

MW: No, porque toda la información está basada y respaldada en documentos. Todo está con base en documentos firmados sin ninguna opinión, ningún adjetivo. Es la información bruta.
P: ¿Cuál ha sido el impacto del libro?

MW: El libro está entre los 10 más leídos en Chile. Es un libro para las futuras generaciones. Este mes también lo presentaremos en Argentina. Para el día del lanzamiento en Santiago, en el Museo de la Memoria, fueron más de 600 personas, y en la feria del libro en Santiago, 200 invitados.
P: ¿Cuál es la importancia de dar a conocer estos archivos secretos de la dictadura?

MW: Sin memoria no hay futuro, tenemos que mirar por qué llegamos a estos horrores para que nunca más puedan ocurrir. Hay que hacer una reflexión profunda social y política. Además, debemos saber por qué personas que ahora ocupan altos cargos en la política estuvieron involucradas.

Aparentemente hay un cierto interés latinoamericano en revisitar el pasado reciente, en contar historias que no fueron contadas o que fueron contadas de forma oficial, y en que todo no se quede en el olvido.

P: ¿Qué evidencias arrojaron los archivos sobre Plan Cóndor?

MW: Creíamos que el Plan Cóndor era una operación de la policía secreta. Pero era una operación de los gobiernos del Cono Sur que estaban articulados, una cooperación que excedía las zonas de conflicto. Por ejemplo, Chile y Bolivia rompieron relaciones en 1978 por falta de acuerdo sobre el reclamo marítimo de La Paz. Pero en 1979 seguían cooperando en el Plan Cóndor. Los países no mantenían relaciones diplomáticas, pero sus regímenes seguían la cooperación a nivel de inteligencia.
P: ¿Los diplomáticos mantenían vigilancia sobre exiliados?

MW: Se infiltraban en los movimientos chilenos en el extranjero. Es impresionante cuanta información tenían. Traspasó totalmente los límites de la frontera nacional.
P: La dictadura chilena fue la más larga en América Latina. ¿Está aún viva en la sociedad chilena?

MW: La dictadura no está solo en la memoria, sino también en todo el tramado constitucional chileno heredado de ella, como la Constitución de 1980, aprobada cuando no había registros electorales, el sistema político, el sistema electoral binominal, el sistema económico…

Está muy presente y es una gran causa de la crisis política y social que vive Chile. Tenemos un régimen de origen dictatorial para una democracia en el siglo XXI.
P: ¿Cómo fue la transición democrática, con la alargada sombra de Pinochet, hasta su muerte en 2006?

MW: Fue una democracia tutelada. Desde 1984, la dictadura tuvo la sospecha de que iba a caer el sistema político y económico y de que, finalmente, serían investigados por las causas de los derechos humanos. Al comienzo de la transición, el presidente no podía remover de sus cargos a los comandantes jefes de las Fuerzas Armadas. Se llegó finalmente a esto que tenemos hoy, una Constitución de la dictadura donde el Estado tiene un rol subsidiario sobre la oferta y demanda de los bienes públicos y con un sistema electoral que impide la representación proporcional de los ciudadanos.

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