23 de noviembre de 2012

Huellas de sangre /II - Epigmenio Ibarra

CalderonBush
CalderonBush (Photo credit: Wikipedia)
Huellas de sangre /II:

Epigmenio Ibarra

2012-11-23 • ACENTOS

Texto leído en la presentación de
La guerra de Los Zetas. FILO, Oaxaca, noviembre 2012.

¿Qué me provoca lo que leo, qué siento al repasar las páginas de La guerra de Los Zetas?

Me provoca miedo, indignación, asombro. Siento dolor, rabia, un estremecimiento que avanza con la lectura y no me abandona una vez que he cerrado el libro.

Descubre Diego un paisaje que la muerte nos ha negado.

Abre las puertas de un infierno que, sin embargo, siempre ha estado ahí.



Con la guerra sucede que cuando la sentimos lejos de nosotros no nos preocupa, pero que, cuando la sentimos, es siempre demasiado tarde y con sangre y dolor terminamos pagando nuestra indiferencia.

Al recorrer Diego como lo hace los círculos del infierno nos acerca al dolor de las víctimas, a la impunidad con la que actúan los asesinos, a la ineptitud y ceguera criminal de las autoridades.

Sin estar en Tamaulipas o Nuevo León nos pone en contacto con esa realidad y nos permite sentir lo que las víctimas de esta guerra sienten. Lo que los pobladores de San Fernando, Ciudad Mier, Monterrey, Santiago o Reynosa padecen.

Habla Diego de enormes y desoladas extensiones. Nos comparte su pesadilla del bulldozer. De esas zonas donde los sepultureros no se dan abasto y las máquinas abren zanjas para arrojar decenas o centenas de cadáveres.

De este país convertido en una enorme fosa clandestina.

De este país desmemoriado que ni siquiera puede contar a sus muertos y mucho menos nombrarlos por su nombre.

De una patria que pierde entonces humanidad y sentido porque acepta sin más el moridero como si fuera natural que tanta gente fuera desaparecida, asesinada, enterrada como desconocida en una fosa común.

De una nación que parece haberse comprado la versión de que, como dice Felipe Calderón, “se matan entre ellos” y “90 por ciento de los muertos” —cito de nuevo a Diego citando a Calderón— son criminales y que, por tanto, sin el debido proceso, merecen que “los maten en caliente”.

De un país donde la pena de muerte se ha establecido en los hechos y donde, desgraciadamente muchos responden ante el asesinato de una persona cualesquiera: “En algo andaría” culpando a la víctima de su propio asesinato, extendiendo patente de corso a los asesinos.

Me provoca La guerra de Los Zetas lo que espero que les provoque a ustedes por saber lo que realmente sucede, por impedir que siga sucediendo.

Siento una urgencia vital, que espero compartan quienes lean la obra de Diego, por detener la masacre. Por no conceder a quienes de la guerra han hecho negocio, causa de vida, coartada ni siquiera el beneficio de la duda.

Termino con la respuesta a la tercera pregunta: ¿qué pienso luego al leer La guerra de Los Zetas?

Pienso y el libro de Diego lo muestra de manera palmaria que en la génesis del crimen organizado está el PRI. Que sin caciques no habría capos. Que sin funcionarios corruptos no habría cárteles.

La corrupción y la impunidad, elementos constitutivos del PRI, su forma de organización y gobierno, establecen el marco para el surgimiento, el desarrollo y la consolidación del crimen organizado.

Del régimen autoritario nacen los capos.

Por el régimen autoritario crecen y se reproducen.

Muchos de ellos lo sirvieron; en la Brigada Blanca, la Dirección Federal de Seguridad, los distintos cuerpos policiacos, el Ejército.

En nombre del régimen autoritario secuestraron, torturaron, asesinaron. Luego lo comenzaron a hacer por su cuenta y con la complacencia de quienes antes eran sus jefes.

Luego de ser sus sicarios y servidores ahora todos ellos del régimen autoritario se sirven.

Cavazos Lerma, Yarrington, Hernández, los últimos tres gobernadores de Tamaulipas, todos ellos priistas no solo sentaron las bases para el imperio del crimen, se volvieron, más que cómplices, empleados del narco.

Otro tanto ha sucedido en muchas entidades. Quien sigue las huellas del narco sigue las huellas del PRI y las de su estirpe de funcionarios federales, estatales y municipales venales.

Sin PRI no hay narco y sin PAN no hay guerra.

http://elcancerberodeulises.blogspot.com
www.twitter.com/epigmenioibarra

'via Blog this'

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

#Dontriananews gracias por escribirnos