Villa, Raoul Madero (LOC) (Photo credit: The Library of Congress) |
Pedro Salmerón Sanginés
C
on relativa sorpresa me enteré que este 20 de noviembre los periodistas José Cárdenas y Javier Solórzano entrevistaron al doctor Zunzunegui, experto en temas de revolución y, sobre todo, como quien nos va a demostrar que no hubo ninguna Revolución sino sólo una matanza por el poder, curándonos con ello de mitos y traumas. En verdad, yo pensaba que con mis artículos anteriores, había terminado con Zunzunegui o al menos, mermado su sobrada confianza, pero no, continúa impávido e impune, paseando por ferias de libros, periódicos y programas de radio, donde se presenta como el gran desmitificador, así que tendré que regresar a él.
Es verdad que su idea de revolución no tiene nada de original: es un mal refrito del libro de Macario Schettino. Por lo tanto, no hablaré de esa idea de la Revolución sino que retomaré lo dicho en mi artículo del 23 de septiembre: ninguna interpretación histórica, ningún argumento revisionista, puede basarse en falacias y mentiras, porque se cae desde su base.
Un rápido recuento de las mentiras, patrañas y falacias acumuladas en la narración de los hechos: dice que Zapata fue nombrado presidente municipal en 1909 (mentira); que se unió al maderismo para justificar la serie de matanzas, robos y saqueos de haciendas que sus hombres llevaron a cabo desde el año anterior (falacia); Madero jamás dijo luchar por las tierras (patraña); los planes sin plan, refiriéndose al de Ayala (patraña); el estado mental de Villa [...] rayaba en la bipolaridad (sorprendente: no se cómo calificarlo); Pascual Orozco aprovechó el maderismo para dar rienda a su proyecto anarquista (mentira); la toma de Ciudad Juárez fue el único acontecimiento violento de esa llamada Revolución (mentira del tamaño de una catedral). La única función del presidente León de la Barra fue convocar a elecciones (tontería). Bernardo Reyes junto a Félix Díaz, se levantó en armas en Veracruz (mentira). Todas estas perlas en cuatro páginas: 54 a 58.
Sumo y sigo: en el capítulo dedicado a Villa de plano afirma que Madero estaba un poco loco y Villa por completo, pues era maniaco-depresivo, o de plano bipolar. Villa era buscado por cuatro asesinatos, el primero, el del patrón que intentó violar a su hermana (sorprendente: lo que no encontraron Friedrich Katz, Paco Ignacio Taibo II ni Jesús Vargas en años de investigación, lo resuelve Zunzunegui: sí ocurrió el famoso intento de violación y Villa asesinó al patrón). Villa vivía lleno de culpas y Madero hablaba con los espíritus (¡caramba!). Luego, basado en el conocido contrato de Villa con la Mutual film Corporation (tema explicado en un libro de Aurelio de los Reyes), asegura que de ahí se financió la División del Norte (falacia) y que Villa se comprometió a librar todas sus batallas de día (mentira). Luego: no hay ideología en Villa (mentira, patraña y falacia). Todo eso y más en apenas tres páginas (68-71).
Tras mentir de esta guisa, Zunzunegui concluye que el mexicano es un pueblo anclado al pasado y con crisis de identidad y, ante todo, una historia basada en mitos. Esta idea tampoco es nueva: la toma del grupo Hiperión, formado por jóvenes filósofos que en los años 40 legitimaron al régimen que acabó con el proyecto agrario y nacionalista del cardenismo y dio un golpe de Estado social contra los sindicatos, descabezándolos y sometiéndolos. Para ello, en lo ideológico se inventó la filosofía de lo mexicano, cuyo rasgo definitorio último era el sentimiento de accidentalidad, es decir, la noción de que el mexicano oscilaba permanentemente entre dos formas de ser, sin asentarse en ninguna, de lo que se desprendían un sinnúmero de traumas (diría Zunzunegui). La mayor parte de los filósofos y de los historiadores han rechazado las conclusiones del grupo Hiperión, porque se basó en un estudio sumamente sesgado de nuestra realidad, en datos históricos, culturales y geográficos erróneos, y en la idea de que se podía encontrar la esencia de nuestro ser. El resultado: el invento y difusión de las ideas del mexicano enano, el mexicano bastardo, el mexicano traumado, ideas que tanto sirvieron y de las que tanto se sirvió el régimen priísta.
En las siguientes entregas cambiaremos un poco el tono de estos artículos para contar qué es lo que dicen de la Revolución sus historiadores más serios y documentados. Para mostrar lo que resulta de la investigación y no de los prejuicios y de la falsificación. Para tratar de acercarnos a la idea de México.
psalme@yahoo.com
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Deberías de seguirlo por por ferias de libros, periódicos y programas de radio, donde se presenta como el gran desmitificador
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