26 de noviembre de 2012

El sexenio de la muerte - Raúl Rodríguez Cortés

CalderonBush
CalderonBush (Photo credit: Wikipedia)
El sexenio de la muerte - Columnas:

Gran Angular | Raúl Rodríguez Cortés
El sexenio de la muerte

Lunes 26 de noviembre de 2012



Antes de añadirle a esta columna cualquier carga de interpretación u opinión, dejemos que las cifras hablen por sí mismas, datos duros de fuentes oficiales como el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, la Secretaría de la Defensa Nacional, la PGR, el Inegi y la ONU:
1. Setenta mil personas murieron en este sexenio en hechos relacionados con el narcotráfico y 30 mil desaparecieron. De la primera cifra, es muy probable que la mayoría pertenezca a las bandas criminales aunque hay también inocentes (llamados insensiblemente “daños colaterales”), soldados, marinos y policías, lo que por supuesto no les quita la condición de muertos. Y en la segunda cifra, la de los desaparecidos, hay, a no dudarlo, muchos criminales, sí, pero también muchos inocentes.



2. El dinero que se gastó en lo que Felipe Calderón primero llamó “guerra” (más con afanes legitimadores que objetivos) y luego dijo que siempre no (ya con afanes justificadores ante la debacle), fue de aproximadamente 400 mil millones de pesos de los que 200 mil millones fueron para equipo y armamento, 25 mil millones para tareas de inteligencia y otros 175 mil millones a la operación y despliegue de las fuerzas federales en todo el país.
3. El crimen organizado gastó, según estimaciones conservadoras, 145 millones de dólares en la compra de armamento de todo tipo, incluido el de alto poder, del que las autoridades le decomisaron 140 mil armas, 14 millones de municiones, 11 mil granadas de fragmentación y mil lanzacohetes.
4. Se sometió a exámenes de control de confianza a poco más de medio millar de policías estatales y municipales, que sólo 15% aprobó.
5. Se consiguió el decomiso de 100 mil toneladas de droga, 538 aeronaves y mil millones de dólares.
Y 6. Se logró la captura y/o abatimiento de 25 de los 35 capos del narcotráfico más buscados.
Ahí tiene usted un somero panorama de los saldos de esta guerra, no obstante los cuales, ni se ha detenido el trasiego de droga de y a través de México hacia EU; ni ha disminuido el consumo de estupefacientes; ni los capos caídos han dejado de ser inmediatamente reemplazados por otros; ni han sido detenidos los grandes jefes del cártel más importante y poderoso, el de Sinaloa, menos el principal, Joaquín Guzmán Loera, fugado en 2001 del penal de Puente Grande, Jalisco, durante los primeros días del primer gobierno panista, el de Fox, y recién creada la Secretaría de Seguridad Pública Federal, a la que apenas el jueves la Cámara de Diputados le dio cristiana sepultura al desaparecerla y fusionar la Policía Federal con la Secretaría de Gobernación, como la más clara y contundente expresión de su fracaso; ni se ha evitado que 2 mil millones de dólares sigan cruzando anualmente entre México y EU como producto del narcotráfico.
Dijo siempre Calderón que su estrategia era integral: confrontación al poder armado de la delincuencia, combate al lavado de dinero y prevención del consumo. Pero ¿qué tenemos ahora? Pues en términos de fuerza, desde el criterio militar dominante en este sexenio: una guerra perdida y costosa en términos de vidas y dinero. En cuanto al lavado de dinero: un flujo abundante y creciente de dinero ilícito que ingresa a los circuitos financieros. Y desde el criterio de la prevención de adicciones: un crecimiento del consumo de drogas en México y EU.
Es decir, esta guerra la ha perdido Calderón, quien inoculó una violencia creciente entre los criminales, aún los del fuero común, y en amplios sectores de la sociedad, donde corroe el tejido social y dispara los índices de maltrato a mujeres, niños y grupos vulnerables.
Pero Calderón insiste que este que termina fue un sexenio valiente que atajó a los criminales y fortaleció la instituciones. No ve, o no quiere ver, que fue un sexenio de muerte y que esas instituciones que dice haber fortalecido hoy son suprimidas por inútiles o están confrontadas entre sí o con otras por la improvisación con que se enfrentó el problema de la inseguridad y la delincuencia organizada.
Esa debacle y el ánimo vengativo que deja son los que impedirán que después del próximo sábado Calderón pueda permanecer en México. Seguramente se irá a EU, donde el trabajo académico en alguna universidad de ese país será la coartada para que quede bajo la protección de Washington, a cuyos intereses sirvió bien.
Y ¿qué pasará con otro de los siniestros personajes de esta trama? ¿Podrá Genaro García Luna, por ejemplo, permanecer en el país sin el aparato armado que hoy lo cuida? Adelanta la reportera Anabel Hernández en los fragmentos de su libro México en llamas que publica Proceso esta semana, que García Luna se mudará a Miami si no prosperan los encuentros que ha tenido con el ex presidente Salinas para obtener un cargo o encargo del gobierno que iniciará el próximo sábado Enrique Peña. (rrodriguezangular@hotmail.com @RaulRodriguezC)

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