20 de noviembre de 2012

Beatriz Gutiérrez Müller relata los sucesos del viejo siglo nuevo

Francisco I. Madero, former Mexican president.
Francisco I. Madero, former Mexican president. (Photo credit: Wikipedia)
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Gutiérrez Müller relata los sucesos del viejo siglo nuevo
Viridiana Villegas Hernández
Martes, 20 de noviembre de 2012
"El pensamiento espiritual ha marcado siempre las épocas".


Francisco I. Madero.
La vida, en forma constante, transcurre entre el pasado y el presente; no sabe de épocas ni centurias si no fuera por las empeñosas mediciones del hombre. En la novela Viejo siglo nuevo, Beatriz Gutiérrez Müller se acerca a los acontecimientos sucedidos al norte del país durante la Revolución Mexicana ligados a Francisco I. Madero, espiritista convencido de la democracia.



En principio, la novela Viejo siglo nuevo comenzó como una investigación para la que Beatriz Gutiérrez Müller acudió a diversas fuentes, como el Archivo General del Estado de Sonora, buscó en el Archivo Histórico de Notarías, hurgó en el Archivo Histórico del Ayuntamiento de la Ciudad de México y también en el Archivo General de la Nación, además de consultar libros y otras publicaciones.

-¿Cuál fue el hilo conductor que la llevó a realizar una investigación formal del tema?

-Los pendientes que tengo con nuestros grandes héroes nacionales fueron los que me animaron a escribir este volumen; por un lado estaba la tarea de dignificarlos y, por el otro, dar a conocer a los próceres ignorados y anónimos, que han sido muchos a través de la historia. Por ejemplo, para desencanto de muchos, la relación de las etnias con la Revolución Mexicana no fue de carácter ideológico, sino se consolidó por necesidad: la mayoría de los indígenas de aquel tiempo vieron en este movimiento una posibilidad de emplearse y recibir un ingreso, como los yaquis, que jugaron un papel muy importante en el movimiento (lo cual poco se sabe) al convertirse en soldados fuertes, de gran resistencia física y avispados dentro del ejército maderista. No obstante, otros participantes mucho más politizados, como los integrantes del Ejército Libertador del Sur, de Emiliano Zapata, poseían una conciencia mayor sobre la lucha revolucionaria. Contrario a lo que en general se piensa, creo que el obrero, el campesino y el indígena envueltos en esta rebelión no sabían claramente porqué luchaban y la historia se ha encargado de demostrárnoslo. Es preciso remarcar lo mucho que les debemos a nuestros héroes sacándolos del olvido y mostrándolos como eran, sin todos los fetiches crea- dos alrededor de ellos.

-¿Por qué el espiritismo fue el signo de transición entre el siglo XIX y la centuria pasada?

-Ésta y muchas otras doctrinas (que algunas resultan antagónicas entre sí) marcaron ese paso histórico. El siglo XIX recoge una serie de tradiciones esotéricas de otros tiempos (particularmente del Renacimiento) por la necesidad de encontrar una época que retornara a lo espiritual, así que le va dando una forma derivada en un tipo de comportamiento religioso y político. Si bien el espiritismo en algún momento fue considerado una religión, es una corriente poseedora de religiosidad en cuanto a que abre una posibilidad para conocer a Dios, pero que, como la masonería o el rosacrucismo, detenta una filosofía propia. En mi más reciente obra parto de la tesis de que este pensamiento tuvo muchísima influencia en los cánones del siglo antes mencionado y que no sólo estuvo influenciado por los postulados de diversos sistemas económicos, ya que el pensamiento espiritual (aunque no sea estrictamente un pensamiento político) siempre ha marcado las épocas. Con esta novela propongo que las ideologías espirituales también mueven a las transformaciones.

-Es una constante observar que cuando se alza un movimiento armado o existen problemas sociales muy fuertes en una nación, la religión se convierte en una especie de ruta esperanzadora de progreso.

-Yo creo que todas las religiones, e incluso doctrinas teosóficas como el rosacrucismo, la masonería y el espiritismo, brindan esperanza; en el caso del cristianismo es muy claro: es promesa de salvación, de resurrección, de vida eter- na, ideas con las que la gente puede soportar los agobios de la vida mundana.

-En particular, ¿es deliberada la intención de dignificar la figura de Francisco I. Madero?

-Sí, él fue un presidente noble, bueno, generoso, no corrupto y que le dio a su país todo lo que otros le han robado (el único primer mandatario que hemos tenido con estas características, creo). Si bien Madero tal vez no haya sido el mejor presidente, sí ha sido el mejor ser humano que ha llegado a la presidencia; a él debemos reconocerle que los gobernantes no tienen por qué ser hampones o asesinos, como sí lo fueron diferentes personajes que lo sucedieron, como Vic- toriano Huerta, Venustiano Carranza, Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles, hombres que sostenían una relación con el poder muy distinta a la que siempre manejó el autor del Plan de San Luis Potosí.

-¿Diría que la democracia entendida desde el espiritismo fue una distinción en Madero?

-Así es; incluso creo que el espiritismo en él es anterior a sus ideas democráticas y, al mismo tiempo, en los postulados de esta doctrina se encuentra la explicación del porqué él se convirtió en demócrata: el espiritismo tiene como razón de ser la libertad humana y, por ello, la democracia para él era la vía por la que el hombre podría ser libre y elegir a sus autoridades, lejos de imposiciones.

La riqueza narrativa que encontramos en Viejo siglo nuevo reside en la utilización del testimonio como herramienta literaria por medio de la cual Beatriz Gutiérrez Müller teje el entramado de esta novela histórica; para terminar la charla, ella nos cuenta lo extraordinario y complejo que le fue delinear cada detalle de los hechos y los personajes: "Como autora fue muy hermoso relatar desde la perspectiva de distintos hombres y diferentes mujeres, enfrentarlos con su propia conciencia, mantenerlos en constante disertación; sin embargo, lograr esta forma literaria me resultó muy compleja, porque implicó adentrarme en seres ajenos a mí, ordenar sus pensamientos y ser congruente con su voz; por ejemplo, yo nunca he estado a punto de morir y tuve que imaginarme esa clase de momentos y contextos duros para que el testimonio no pareciera un montaje dirigido al vacío".

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