La posibilidad habla de decretar una salvaguarda, es decir, imponer gravámenes extraordinarios a las exportaciones del país en el banquillo, al considerar que su flujo, con apoyo de subvenciones y subsidios, pone en peligro una rama específica de la producción nacional.
La manzana de la discordia son los textiles que llegan al país, sea en rollo o en prendas de vestir u otros productos similares y conexos.
El primer acto fue el envío a la Organización Mundial de Comercio de un documento en el que se detallan presuntas violaciones a las reglas de comercio justo.
Estamos hablando de apoyos oficiales a empresas exportadoras; de subvenciones a la siembra, cosecha y producción de algodón vía precios “preferenciales” en venta de terrenos o exenciones de impuestos.
La “estrategia” del país de la muralla para incrementar su participación en el mercado mexicano ha sido más que exitosa. Si en el 2008 acaparaba sólo 0.91% de las importaciones del país en prendas de vestir de punto, este año llegó a 12%.
Y si ese mismo año tenía una participación de sólo 4% en prendas de vestir no de punto, ésta saltó al 16.9%.
En el renglón de artículos confeccionados, el brinco, en los mismos lapsos, fue de 17% al 31.6%.
La catarata, naturalmente, golpea severamente la producción industrial.
Y aunque la salida para ésta sería el mercado de Estados Unidos, el dragón chino no sólo ha desplazado al país de su segundo sitio como proveedor en general, sino lo ha aplastado en el ramo textil.
Si hace cinco años México facturaba 5.9% de las compras de prendas de vestir del país del norte, hoy alcanza sólo 5.2%.
En contraste, la presencia del país de la muralla creció de 24.9% a 35.8%.
En el caso concreto de los textiles, la participación en el mercado estadounidense de México bajó en el lapso de 7.2% a 6.5%, en tanto la del país oriental creció de 18.4% a 25.5%.
Como recordará usted, a partir del ingreso de China a la Organización Mundial de Comercio, México empezó a profundizar las rendijas que se le habían abierto al país milenario a partir del sexenio salinista, empezando por desmantelar las sanciones impuestas por prácticas desleales.
Más tarde, México redujo o de plano canceló los aranceles o impuestos de importación impuestos a las exportaciones chinas, al punto de darles prácticamente un trato similar a las de Estados Unidos… sin Tratado de Libre Comercio al calce.
El punto neurálgico llegará en los próximos meses, al inaugurarse un colosal mall, a título de Dragon Mart, en Quintana Roo, concretamente en una zona cercana a Cancún.
La idea es colocar en línea a las 200 empresas exportadoras más importantes de China para vender bajo catálogo a los importadores del país.
Productos chinos, pues, sin ir a China.
Lo curioso del caso es que los textiles y prendas de vestir confiscados a los chinos en las aduanas al no tener en regla los documentos de importación, falsificar el certificado de origen o intentar pasar con fracciones arancelarias distintas, se volvían a meter por la puerta trasera al mercado interno.
El absurdo lo canceló durante su gestión el ex director general del Servicio de Administración y Enajenación de Bienes, Luis Miguel Álvarez Alonso, al ordenar que las prendas o rollos confiscados se vendieran en otros países.
México contra China… después de 20 años de manga ancha. Le cayó el veinte a la Secretaría de Economía.
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