21 de octubre de 2012

El nuevo charrismo del PRI

El nuevo charrismo del PRI:

Queda claro que el distanciamiento entre EPN y Elba Esther Gordillo fue por puro calculo electoral: ahora que se ha reelegido para dirigir el SNTE hasta el 2018, no se ven claras intenciones de Peña Nieto ni de su partido por terminar con el sindicalismo charro que tanto los ha ayudado. De igual forma, otro impresentable como Carlos Romero Deschamps estará al frente del sindicato petrolero en un momento clave en el que se busca su privatización.
Peña Nieto ha declarado en diversos espacios y ocasiones su “respeto” por la autonomía sindical: lo que en realidad quiere decir que seguirá protegiendo a líderes charros mientras éstos ayuden al régimen a cooptar a los trabajadores. El PRI, por su parte, no sólo premia a estos personajes y los avala, sino que los defiende: nótese el caso de la reforma laboral, en donde han hecho todo lo posible por dejar fuera de discusión el tema de la transparencia sindical.
Gordillo y Deschamps son, sin duda, arquetipos del viejo sindicalismo: corruptos, nepotistas y fieles a los designios del PRI. Su permanencia en las dirigencias de sus respectivos sindicatos ya no se explica por el apoyo de los trabajadores, sino por sus arreglos con las más altas esferas del poder. Ambos se han hecho inmensamente ricos a costas de las cuotas sindicales: son cómplices de la pérdida de conquistas laborales y de la falta de profesionalización de  maestros y obreros petroleros.
De la mano del nuevo PRI, estos y otros charros aumentarán su poder: lo cual es nocivo no sólo para la democracia (de por sí inoperante en México) sino para los mismos trabajadores que supuestamente defienden.
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